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Los secuestradores en Haití exigen 17 millones de dólares para liberar a los misioneros


2021-10-20

Andre Paultre, Constant Méheut, Maria Abi-Habi | The New York Times

Los rehenes, casi todos estadounidenses relacionados con un grupo de ayuda cristiano, son las víctimas más recientes de una ola de criminalidad que ha crecido en el vacío político de la isla.

Un millón de dólares por cabeza.

Eso es lo que exigen los secuestradores en Haití que privaron de la libertad a 17 personas relacionadas con Ministerios de Ayuda Cristiana, un grupo misionero con sede en Estados Unidos, indicó el martes un funcionario haitiano. El secuestro sucedió el fin de semana.

“El pedido se le hizo al jefe de Ministerios de Ayuda Cristiana en el país”, dijo Liszt Quitel, ministro de Justicia, en una entrevista telefónica.

Podría ser el inicio de una prolongada negociación, dijo Quitel.

“A menudo estas pandillas saben que sus demandas no pueden cumplirse”, dijo, “y están dispuestos a considerar una contraoferta de las familias. Y, en ocasiones, las negociaciones pueden tomar un par de días o un par de semanas”.

Quitel dijo que, hasta donde tiene conocimiento, la pandilla no ha emitido una fecha límite para el pago. El pedido de rescate fue reportado previamente por The Wall Street Journal.

Durante años, Haití se ha encontrado en un estado de turbulencia, pero el secuestro de los misioneros fue un fue un ejemplo que subraya cuánto han empeorado las cosas desde el asesinato en julio del presidente de Haití, Jovenelp Moïse y los desastres naturales que se registraron poco después.

Desde hace mucho tiempo, las pandillas forman parte del panorama haitiano y han ido prosperando en el vacío político que ha permitido que se apoderen de alrededor de la mitad del territorio del país, según algunos cálculos.

Para estas organizaciones criminales, los secuestros constituyen “el nuevo negocio que atrae la mayor cantidad de dinero”, dijo Joel Edouard Vorbe, líder del partido de izquierda Fanmi Lavalas.

Las pandillas, que atacan a ricos y pobres por igual, suelen conformarse por un rescate menor del exigido, dijo Gèdèon Jean, director ejecutivo del Centro para el Análisis e Investigación en Derechos Humanos un grupo de defensa en Puerto Príncipe. La cifra no suele divulgarse y, a menudo, a los secuestrados se les instruye a no discutir las condiciones de su liberación.

Las leyes estadounidenses por lo general no prohíben el pago de un rescate, indicó Rob Salle, el exdirector de la Célula de Recuperación de Rehenes, liderada por el FBI. Pero es distinto cuando los secuestradores son terroristas. En esos casos, se considera que el pago del rescate constituye un apoyo material para una organización terrorista y es ilegal.

Por lo general, los grupos que brindan ayuda humanitaria en lugares peligrosos cuentan con seguro contra secuestro y son los equipos de crisis de las aseguradoras los que negocian la liberación de rehenes, dijo Saale, quien se dedica a la consultoría en seguridad.

En Haití, el poder de los grupos criminales es tal que los secuestradores a menudo no se molestan en esconderse y operan prácticamente sin miedo a las consecuencias, dijo Eric Jean-Jacques, un empresario haitiano de 48 años cuya prima fue rehén de un grupo conocido como 5 Segonn el mes pasado. Su tía también fue secuestrada por otro grupo que no pudo identificar.

Los secuestradores inicialmente pidieron 1 millón de dólares por la tía de Jean-Jacques y 2.5 millones de dólares por la prima que creían, por error, que era la hija de un exprimer ministro.

Los secuestradores estaban tan confiados de que no corrían peligro que pasaron largos minutos al teléfono durante las negociaciones, incluso cuando esto podría haber permitido que los ubicaran, dijo.

“No les importa”, dijo Jean-Jacques. “Saben que no podemos entrar a su territorio”.

Y cuando Jean-Jacques acudió a entregar el pago —30,000 dólares reunidos entre los parientes para el rescate de la prima y nada para la tía, que fue liberada— la reunión se realizó a la vista de todos, dijo, cerca del palacio presidencial en el centro de Puerto Príncipe.

“Ni siquiera usó una máscara”, dijo Jean-Jacques del pandillero.

En medio de este aluvión reciente de secuestros se encuentra el grupo que la policía cree que se llevó a los misioneros el sábado.

Conocido como 400 Mawozo, el grupo controla la zona donde los misioneros fueron secuestrados en los suburbios de Puerto Príncipe. La banda ha sembrado el terror en ese lugar durante meses, al enzarzarse en combates armados con grupos rivales y secuestrar empresarios y agentes de policía.

El grupo, que solía ser una operación delictiva que operaba en el campo y se dedicaba al tráfico de autos robados, expandió sus actividades criminales durante los meses caóticos tras el asesinato del presidente, dijo Jean, el director del grupo de derechos humanos. Al establecer alianzas con otros grupos armados, logró controlar la zona que va desde el oriente de Puerto Príncipe hasta la frontera con la República Dominicana: un territorio tan amplio que la policía es incapaz de perseguir a sus integrantes.

“La policía está en una situación de impotencia”, dijo Jean.

El grupo 400 Mawozo representa el 60 por ciento de los secuestros de julio a septiembre, comentó Jean. Se le responsabiliza del secuestro de cinco sacerdotes y dos monjas este año y también se cree que mataron a Anderson Belony, un escultor muy conocido que trabajaba para mejorar su comunidad, según las noticias locales.

El secretario de Estado, Antony J. Blinken, dijo que el Departamento de Estado colaboraba con el FBI, la policía nacional de Haití, las iglesias y otros grupos para lograr la liberación de los rehenes. Pero comentó que los secuestros “también indican un problema más amplio, se trata de una situación de seguridad que simplemente es insostenible”.

Blinken dijo que Estados Unidos seguirá apoyando a la policía de Haití y a los programas comunitarios en sus esfuerzos por eliminar la violencia de las pandillas. “Pero es un proceso muy desafiante y a largo plazo”, dijo.

Las pandillas han acumulado tanto poder que prácticamente desempeñan un papel institucional en algunas comunidades, dijo Vorbe, el líder político, al sustituir a la policía o brindar servicios básicos como la limpieza de las calles.

“Han remplazado al Estado”, dijo.

La presencia de los grupos criminales, que va en aumento, y ahora el ataque contra un grupo de misioneros, ha afectado a otras organizaciones de ayuda y proyectos en el país.

En Fond Parisien, a unos 20 minutos de donde se registró el secuestro, hay otro proyecto misionero llamado Escuela Vocacional Redimidos, que enseña oficios como mecánica automotriz, costura y habilidades computacionales. El grupo había estado planeando construir un edificio más grande para la escuela, pero la violencia ha dificultado los viajes y obtener provisiones, dijo Kenlyn Miller, de 46 años, presidente del directorio de la escuela, en Gambier, Ohio.

“Por lo general hay estadounidenses que viajan para ayudar con algo de eso”, dijo. “Pero, debido a los problemas de seguridad, es probable que eso no suceda por un buen tiempo. Esto será un impedimento para lo que se puede lograr”.

“A mucha gente le da miedo cuando escuchan sobre esto”, dijo.



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