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Para Christian Aid Ministries, la caridad en Haití se volvió caos


2021-10-21

Ruth Graham, Elizabeth Dias, The New York Times

El secuestro de los misioneros relacionados con la organización de Ohio ofrece un panorama de los desafíos que enfrentan los grupos de ayuda que operan en la isla.

Los misioneros cristianos suelen trabajar en el anonimato, dirigen clínicas médicas, construyen pozos y reparten Biblias sin fanfarria… hasta que una crisis hace erupción.

Tenemos el caso de Andrew Brunson, un pastor evangélico de Carolina del Norte que fue arrestado durante un intento de golpe de Estado en Turquía en 2016 y estuvo detenido dos años. También está Kent Brantly, un médico misionero que casi muere de ébola en Liberia.

El sábado, Christian Aid Ministries, una organización mundial de misioneros de Millersburg, Ohio, fundada por amish y menonitas, sin quererlo se sumó a las filas de las que han llegado a los titulares de los periódicos cuando 17 integrantes de su grupo fueron secuestrados.

Seis hombres, seis mujeres y cinco niños fueron raptados, dijo Christian Aid Ministries en un comunicado publicado en su sitio web. “Únete a nuestras oraciones por los rehenes, los secuestradores y las familias, los amigos y las iglesias de los afectados”, decía el comunicado.

El grupo fue secuestrado la tarde del sábado por una pandilla en las afueras de Puerto Príncipe, Haití. En medio de una turbulencia política y los efectos de un gran terremoto ocurrido en agosto, el crimen ha arrasado con la ciudad capital; se dice que las pandillas ahora controlan la mitad de la ciudad.

Este año, la pandilla, conocida como 400 Mawozo, también fue acusada del secuestro de cinco curas y dos monjas en Haití. Los secuestradores exigieron un rescate de un millón de dólares por esas víctimas. No queda claro si se pagó la cifra, pero con el tiempo todos fueron liberadas.

“Esa fue una señal importante de que pueden hacer lo que quieran”, opinó Timothy Schwartz, antropólogo y consultor que ha vivido en el país desde la década de 1990. “Ahora están dando el siguiente paso con los estadounidenses”.

El sitio web de Christian Aid Ministries, organización fundada en 1981, dice que “se esfuerza por ser un canal confiable y eficaz para que los amish, los menonitas y otros grupos e individuos anabaptistas conservadores atiendan las necesidades físicas y espirituales en todo el mundo”. Las comunidades anabaptistas datan de la Reforma protestante y son conocidas por su pacifismo, su estilo de vida sencillo y la creencia en el bautismo en la adultez.

El domingo, Christian Aid Ministries no respondió a solicitudes para ofrecer comentarios. Sin embargo, un exdirector de campo del grupo en Haití, Dan Hooley, señaló que al menos algunos de los misioneros secuestrados no llevaban mucho tiempo en el país. Una familia había vivido ahí “un par de meses”, mencionó Hooley, y otro hombre había llegado el viernes para trabajar en el proyecto de ayuda relacionado con el terremoto que sacudió al país en agosto.

Hasta mediados de 2020, había unos 1700 misioneros cristianos en Haití, según el Centro para el Estudio del Cristianismo Global del Seminario Teológico Gordon-Conwell. La mayoría son católicos, pero también hay una presencia importante de Adventistas del Séptimo Día, el grupo protestante más grande del país. Hay más de 100 organizaciones misioneras cristianas que están trabajando en Haití, según estimaciones del grupo.

Hooley calcula que Christian Aid Ministries tenía más de 20 empleados en el país. Junto con Christian Aid Ministries, dentro de los grupos misioneros anabaptistas en Haití hay algunos más pequeños como Mennonite Gospel Mission, Haiti Relief and Missions y Redeemed Vocational School.

Durante décadas en Haití han trabajado grupos más pequeños de misioneros anabaptistas, a menudo afiliados con las comunidades religiosas de Estados Unidos, en especial del Medio Oeste. Los grupos locales de menonitas y amish llevan a cabo subastas anuales en todo el país a fin de recaudar dinero para unos 17 grupos de misioneros anabaptistas en Haití, incluido Christian Aid Ministries, señaló Tim Miller, presidente de la subasta de Florida. Y señaló que este año las subastas recaudaron entre cuatro y cinco millones de dólares.

“Christian Aid Ministries es el pez gordo en el mundo de las misiones”, comentó Miller. “Sabe cómo hacer llegar contenedores llenos de medicinas a Haití mientras que muchas otras misiones simplemente no lo logran”.

Las comunidades anabaptistas más conservadoras se sienten cómodas trabajando con Christian Aid Ministries, mencionó Miller. La organización tiene muchos más recursos que grupos más pequeños de misioneros, lo cual les permite usar vehículos de mayor calidad, como Land Cruisers, que los que suelen emplear esas agrupaciones más pequeñas, agregó.

Algunos grupos religiosos de misioneros “van dos semanas, realizan su trabajo, regresan a casa y ya no vuelven a ir”, comentó el reverendo y doctor Craig Morton, un pastor menonita en Boise, Idaho. En contraste, según Morton, “la mayoría de las organizaciones menonitas con las que estoy familiarizado mantienen relaciones de larga duración”.

En 2019, Christian Aid Ministries reportó ingresos por más de 130 millones de dólares, según su última declaración de impuestos disponible. Casi todo ese dinero proviene de aportaciones. El grupo está presente en 126 países de todo el mundo.

Miller, quien también es parte del consejo de un grupo de ayuda más pequeño llamado Haiti Christian Union Mission, mencionó que, tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio, su agrupación regresó a Estados Unidos a sus dos familias misioneras en Haití, entre ellos siete niños.

Uno de esos misioneros, Michael Martin, de 34 años, había vivido en el norte de Haití con su esposa e hijos durante los últimos tres años, trabajando en proyectos comunitarios de ahorro financiero. Unos 2000 haitianos participan en el programa, el cual les ayuda a ahorrar dinero para construir sus propias pequeñas empresas, comentó Martin.

“Es peligroso, siempre lo ha sido”, dijo Martin. “Pero Dios es grande y puede mantenernos a salvo”.

Otros estadounidenses en el país expresaron escepticismo sobre la prudencia de Christian Aid Ministries para atravesar la zona donde fueron secuestrados los 17 misioneros. Joel Trimble, quien ha sido un misionero cristiano independiente en Haití desde los años setenta, señaló que el área donde fueron raptados los misioneros era conocida por ser particularmente peligrosa.

“Llevar un vehículo de este tamaño con tantos misioneros estadounidenses blancos y viajar a cualquier parte de Puerto Príncipe, especialmente en esa zona, fue muy imprudente”, dijo. “El secuestro es dinero rápido, y cuando ven una furgoneta llena de gente blanca, ven un gran, gran signo de dólares”.

Schwartz, el antropólogo, estuvo de acuerdo. “¿Qué demonios hacían allí?”, se preguntó sobre los misioneros secuestrados. “Hoy en día, ese lugar es una zona a la que no debe ir en ningún caso”.

En agosto, el Departamento de Estado emitió una alerta de viaje Nivel 4 para Haití, en la que les indicó a los estadounidenses que no viajaran al país debido a “los secuestros, el crimen, los disturbios civiles y la COVID-19”. La advertencia describía que era común el secuestro de ciudadanos estadounidenses y que solía involucrar negociaciones de recompensas y daños físicos a las víctimas.

El informe anual más reciente de Christian Aid Ministries dijo que los miembros de su personal estadounidense habían salido del país “debido a los disturbios políticos” durante unos nueve meses en 2019. Pero el grupo regresó al país al año siguiente.

Los negocios de construcción y manufactura de los amish y menonitas están prosperando en la economía actual, pero la mayoría de los creyentes no gastan su dinero en los mismos productos de consumo que tientan a muchos estadounidenses. “Hay mucho excedente de ganancias de estos negocios exitosos que la gente quiere donar a la caridad”, dijo Cory Anderson, editor de The Journal of Amish and Plain Anabaptist Studies.

Haití es una causa popular, dijo Anderson, en parte debido a la eficacia de los mensajes de Christian Aid Ministries. El país está muy cerca de Estados Unidos, lo que lo convierte en un lugar fácil para hacer viajes de corta duración. Y la profundidad de sus necesidades lo convierte en un atractivo receptor de mano de obra y generosidad. “Hay un sentido teológico de que no podemos pestañear ante el peligro”, dijo Anderson. “Tenemos que ir a un lugar donde puede ser peligroso”.



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