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Elon Musk actúa como un bebé malcriado en internet


2021-11-22

Por Molly Roberts | The Washington Post

La reciente ola de provocaciones comenzó cuando lanzó una encuesta en Twitter en la que le preguntó a sus seguidores si debería vender 10% de sus acciones en su compañía de vehículos eléctricos.

La medida lució como la democracia plena en acción, pero es probable que haya sido una finta de un inventor que prácticamente se comporta en partes iguales como un artista callejero y un magnate. Musk tuvo que vender al menos 10,000 millones de dólares en acciones para pagar una factura fiscal que venció en el verano y que ya era una bomba de tiempo. El plan, revelado tiempo después en documentos de la Comisión de Bolsa y Valores, fue arreglado de antemano.

A continuación, el hombre más rico del mundo procedió a tuitear un insulto vulgar sobre la foto de perfil del senador de Estados Unidos Ron Wyden (demócrata por Oregon), luego de que el legislador pidiera un impuesto a las ganancias para los ultramillonarios. Búscalo si quieres —el tuit burlón tiene más de 98,000 “me gusta”—, pero basta con decir que no me permitieron publicarlo aquí. Musk llevó el humor colegial a niveles de preescolar al abreviar las palabras “foto de perfil” (“profile picture” en inglés) a “pp”. No es necesario especificar los detalles.

Para finalizar, Musk arremetió contra el senador Bernie Sanders, pues se tomó un tuit relativamente característico del senador de Vermont como un ataque personal. “Debemos exigir que los extremadamente ricos paguen su cuota justa. Punto”, tuiteó el político independiente de 80 años. “Siempre se me olvida que sigues vivo”, respondió Musk. Más tarde: “Bernie no produce, solo quita”.

El detalle es que lo único que Musk está produciendo aquí son problemas. Para quienes ataca, claro, pero también para él y potencialmente para su compañía, cuyas acciones cayeron casi 20% después de la maroma de la encuesta en Twitter. Al menos hasta que comenzaron a subir de nuevo.

¿Qué pasa aquí? Musk nunca ha sido un ciudadano común, pero tampoco es un magnate tecnológico del siglo XXI común. Los demás no hacen este tipo de cosas. Mark Zuckerberg genera controversia (y hace levantar cejas) cuando utiliza una cantidad absurda de bloqueador solar o afirma que la libertad de expresión es importante. Jack Dorsey indigna a los críticos por estar muy involucrado en lo que denomina como biohacking. Jeff Bezos usa un sombrero de vaquero tras regresar del espacio, o es pionero en estrategias de gestión masiva que se traducen en condiciones alarmantes para los trabajadores de sus almacenes (Jeff Bezos es propietario del Washington Post).

Estos escándalos y pseudoescándalos a veces tienen que ver con productos o aspectos de la producción. A veces, están relacionados con las personas que lo controlan todo, pero cuando eso sucede, los magnates rara vez fomentan el alboroto. De hecho, son muy cuidadosos con lo que muestran de sí mismos, como si tuvieran un algoritmo que curara no solo sus plataformas sino también sus personalidades. Esta estrategia es más segura para los negocios. Además, hay cierto prestigio en tener esa condición de “intocable”. Es así como demuestras que estás en un nivel superior: manteniendo la calma y no permitiendo que la gente se acerque demasiado.

Pero Musk prácticamente suplica que lo toquen: sí, que sus fanáticos adoradores le besen la mano, pero también que los reguladores e inversores le jalen las orejas.

Quizás sea una estrategia ingeniosa y pseudorebelde como el resto de las ideas ambiciosas de Musk. El millonario vende autos flamantes y locas aventuras en el espacio, pero también se vende a sí mismo: no en la forma antigua e impecable, sino en la nueva manera de la web, en la que arrojas lo bueno, lo malo y lo feo al mismo tiempo para que nadie pueda saber con certeza cuáles partes son genuinas y cuáles una pose. El público se ve obligado, incluso hasta obsesionado, a seguir el acertijo.

Y si el enigma alrededor de Musk es lo que mantiene a los financistas apostando por él, su magnetismo es lo que hace que sus verdaderos creyentes sigan creyendo. Quizás el general de este ejército de fanboys actúa como un trol de internet porque sus soldados son o se asemejan a eso. Los multimillonarios no se burlan groseramente de legisladores poco conocidos, pero quienes hacen su vida en foros como Reddit y 4Chan sí lo hacen. Al actuar como si fuera uno de ellos, Musk anima a su rebaño a pensar que pueden llegar a ser como él, lo que alimenta aún más su devoción. Así que, por supuesto, también funciona engañarlos para que crean que su futuro financiero depende de sus votos vía Twitter.

Siempre existe la posibilidad de que esto no se trate —o no se trate exclusivamente— de una estrategia, sino de soledad: un deseo de estar en la refriega en lugar de pasarla por alto porque es lo mejor para su éxito. Pero ese performance es lo que lo aparta de los demás y lo que probablemente lo mantendrá allí, apartado. Musk no es un ciudadano común, y la premisa de que alguna vez podría llegar a serlo es tan ridícula que su actuación solo logra que sus maromas teatrales sean más evidentes.

Musk nunca se verá normal porque en realidad no está dispuesto a ser normal. De lo contrario, cerraría la boca y pagaría sus impuestos.



aranza


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