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Cautela de López Obrador hacia el peso desaparece con giro en Banxico


2021-11-26

Max de Haldevang y Maya Averbuch | Bloomberg

El presidente de México, a pesar de arremeter a diario contra las grandes empresas y las élites empresariales, ha mirado con recelo durante tres años las políticas que podrían alterar los mercados financieros o perjudicar a su querido peso.

Hasta esta semana.

El presidente Andrés Manuel López Obrador sorprendió a la mayoría de los espectadores el miércoles al decir que había reconsiderado su decisión de nombrar al exsecretario de Hacienda Arturo Herrera para dirigir el banco central. En su lugar, propuso a Victoria Rodríguez Ceja, una encargada de egresos poco conocida con una larga carrera en puestos de finanzas públicas, pero con poca experiencia o formación académica en política monetaria.

Los mercados tomaron mal la noticia, haciendo caer al peso hasta un 2,6% tras el sorpresivo anuncio y convirtiéndolo en la moneda de mercados emergentes con el peor desempeño en los últimos cinco días, aparte de Turquía, donde el presidente Recep Tayyip Erdogan declaró “una guerra económica de independencia” contra las alzas de tasas de interés, forzando la mano del banco central.

A los analistas les preocupaba que, al dirigir el banco con Rodríguez, López Obrador podría estar también arremetiendo contra la independencia de una de las pocas instituciones mexicanas que ha permanecido aislada de su influencia política controladora.

“Estamos en un escenario pesimista”, dijo Gabriela Siller, directora de análisis económico de Banco BASE. “Se teme por una posible Erdoganización de la política monetaria en México”.

AMLO, como se conoce comúnmente al presidente, desestimó rápidamente los temores, diciendo dos veces que no se entrometerá en la independencia del Banxico. En su lugar, argumentó que quería promover a una mujer que ha sido fundamental para llevar a cabo su total austeridad. En un comunicado enviado a Bloomberg News, el portavoz presidencial Jesús Ramírez dijo que el Gobierno va a respetar la autonomía del Banco de México y “no pretende cambiar su mandato ni su organización”.

Sin embargo, la medida, que pondrá a Rodríguez a la cabeza del banco hasta fines de 2027, es un indicio de la creciente tendencia a dejar de lado la cautela en su misión de dejar una huella duradera en todos los aspectos de la vida pública mexicana. Ni siquiera el peso, al que el presidente suele señalar como medida de su éxito, parece frenarlo.

López Obrador, que ha centralizado el Gobierno estrechamente en torno a la presidencia, impulsó recientemente una reforma nacionalista del sector eléctrico que cancelaría los contratos de privados y destriparía a los reguladores independientes, incluso en contra de las súplicas de los grupos de la industria y del Gobierno de Estados Unidos.

El presidente ya había hecho saltar las alarmas a principios de este año al decir que quería que alguien centrado en la “economía moral” dirigiera Banxico, como se conoce al banco central, que ha sido considerado un baluarte de la estabilidad de los mercados mexicanos durante tres décadas. Luego buscó sin éxito pagar la deuda pública con un crédito del Fondo Monetario Internacional que estaba en las reservas del banco central.

“Ya se tenía la certeza de que el próximo gobernador del Banco de México sería el exsecretario de Hacienda Arturo Herrera, que había tenido un perfil más a favor del libre mercado, y eso daba mucha tranquilidad al sector privado”, dijo Janneth Quiroz Zamora, vicepresidenta de análisis económico de Monex. “Uno de los principales temores a esa decisión ha sido que el presidente no interfiera en las decisiones del banco central”.

Los economistas han comenzado a buscar desesperadamente comentarios de Rodríguez sobre política monetaria —cualquier señal sobre su posición respecto a la inflación— y se han encontrado con las manos vacías, en parte porque su experiencia es en finanzas públicas.

“Su trayectoria es atípica, es distinta. Los que han presidido la Junta desde los años 60, todos se formaron en el banco central, incluso el actual gobernador, Alejandro Díaz de León”, dijo Gustavo Del Ángel Mobarak, historiador económico del CIDE, un centro de investigación con sede en la Ciudad de México. “No me parece raro que el presidente ponga a alguien leal a él en el Banxico, lo que es raro es que no tiene tanta experiencia como para liderar un banco central”.

Según su currículum difundido por la Secretaría de Hacienda, Rodríguez estudió para obtener una maestría en economía, pero un portavoz de la secretaría no confirmó si terminó la carrera. Aunque una maestría no es en sí misma un requisito para el puesto, es poco común para el líder de una institución que se ha enorgullecido de tener personal formado en universidades de élite de Estados Unidos.

Del Ángel dijo que las personas que han trabajado con ella la conocen como “competente” y “workaholic”. El subgobernador del banco central, Gerardo Esquivel, dijo a Bloomberg que ha sido una servidora pública eficiente y comprometida desde el año 2000.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público no respondió a una solicitud de comentarios. En sus únicos comentarios públicos desde el nombramiento, Rodríguez dijo el miércoles que está comprometida a defender los estatutos del banco central.

Salida inesperada

Leer las hojas de té para entender qué motivó el repentino reemplazo de Herrera no es una tarea fácil. Aunque Herrera tampoco había trabajado nunca en política monetaria, como secretario de hacienda pasó los dos últimos años reuniéndose regularmente con inversionistas y asistiendo a las reuniones de la Junta del banco sin derecho a voto. También se le consideraba un operador leal a un presidente al que le gusta concentrar todas las decisiones clave.

Independientemente de las razones —y los círculos empresariales en México están llenos de chismes al respecto—, Rodríguez se hará cargo de un banco que enfrenta desafíos extraordinarios si el Senado, controlado por el Gobierno, aprueba su nombramiento, como se espera. Las cuatro alzas sucesivas de tasas de interés no han logrado aplacar la inflación, que alcanzó un máximo de 20 años de 7,1% a principios de noviembre, lo que sugiere que Banxico seguirá endureciendo su política.

Cuando se produjo la pandemia, el banco desempeñó el poco ortodoxo papel de único proveedor de estímulo para la economía mexicana, recortando agresivamente las tasas mientras López Obrador se negaba a realizar un gasto público significativo. Ahora, el incipiente repunte económico se detuvo, con una contracción en el último trimestre, justo cuando el banco tiene que hacer frente al alza de los precios.

En lugar de una mano experimentada en el timón, los inversionistas se quedan depositando su fe en los empleados que conforman la institución.

“El sólido personal de Banxico, y una junta que ha ganado experiencia en los últimos tres años, deberían apaciguar algunas de las preocupaciones más importantes”, escribió en una nota el economista de JPMorgan Chase & Co. Gabriel Lozano.


 



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