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Los afrodescendientes de Argentina tratan de hacerse ver
CHRISTIANA SCIAUDONE BUENOS AIRES (AP) — Julia Cohen Ribeiro se enteró de que era de raza negra cuando se mudó a Argentina. Tenía cabello enrulado, pero su piel era clara. Nacida en Brasil, siempre se identificó como brasileña, sin pensar en la raza. Pero a los 11 años se sorprendió cuando su familia se trasladó a Buenos Aires y la gente en la calle y en su escuela insistía en que era de raza negra. “Nunca me dijeron que era negra de niña”, dijo Ribeiro, quien hoy tiene 25 años y estudia cine en la Universidad de Buenos Aires. Hija de madre blanca y padre negro, asumió su identidad como morena y se unió al creciente movimiento afroargentino que lucha contra el mito de que no hay negros en el país y contra la discriminación racial. El censo del 2010 registró unos 150,000 habitantes de ascendencia africana en Argentina, una nación de 45 millones de personas. Pero activistas aseguran que habría cerca de 2 millones tras una ola inmigratoria y porque muchos argentinos se han olvidado o directamente ignoran a sus ancestros africanos. “Es una cifra muy discutida”, dice Nicolás Fernández Bravo, profesor de antropología de la Universidad de Buenos Aires que es parte de un grupo de estudios afrolatinoamericanos GEALA y asesor del gobierno. “El estado no tiene la menor idea de la cifra porque medir la población por la raza es difícil y es algo que el estado no se toma en serio”. El presidente Alberto Fernández tuvo muchos problemas en junio, cuando, hablando con el presidente del gobierno español, usó una vieja frase que ofendió a muchos: “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos. Eran barcos que venían de Europa”. Las críticas no se hicieron esperar y Fernández ofreció una disculpa en Twitter. “A nadie quise ofender. De todas formas, quien se haya sentido ofendido o invisibilizado, desde ya mis disculpas”. La diversidad de Argentina fue obvia en alguna época. A principios del 1800, cuando se abolía el tráfico de esclavos, aunque no necesariamente la esclavitud, una tercera parte de la población eran esclavos africanos o sus descendientes, ya libres. El mismo tango, la música nacional, tiene fuertes influencias africanas. Pero los gobernantes lanzaron una prolongada campaña para europeizar el país, abriéndoles las puertas a millones de inmigrantes blancos y dando la espalda a la herencia indígena y africana. Algunos dicen que muchos afroargentinos fallecieron en las guerras de mediados del siglo 19, en las que constituían la avanzada y eran siempre los primeros que caían, aunque hay historiadores que niegan que esa fuese la principal razón que incidió en la composición racial de la población argentina. Ribeiro está terminando un documental sobre María Remedios del Valle, una mujer de raza negra que peleó contra los invasores británicos y luego a favor de la independencia a comienzos del 1800. Después quedó en la indigencia, hasta que sus compañeros de armas salieron en su defensa, describiéndola como la “Madre de Argentina”. “Ojalá esto haga cambiar de parecer a los argentinos, impulse la diversidad, los haga más ricos en el plano cultural y ayude a combatir el racismo”, expresó Ribeiro, quien además ofrece un paseo guiado sobre la historia afroargentina. La celebración de este año de la cultura africana en Argentina, a lo largo de no viembre, está dedicada a la memoria de María Magdalena Lamadrid, “La Pocha”, una activista afroargentina que falleció en septiembre. En el 2002, a esta afroargentina de quinta generación un agente de inmigración le impidió salir del país porque decía que no había negros en Argentina y que su pasaporte era falso. La composición del país ha cambiado nuevamente en tiempos recientes, con la llegada de personas de África y otros países. Ángeles Martinelli, una argentina blanca, se casó con un inmigrante senegalés y pronto tropezó con actitudes racistas. Recuerda que la gente le preguntaba: “¿Qué hace una mujer bonita como vos con este mono?”. Martinelli, quien trabaja como empleada doméstica, se divorció posteriormente de su marido, quien regresó a Senegal, pero le quedó una hija, Ammi. La gente la tocaba porque hay una leyenda de que los niños de piel morena traen suerte. Ammi lloraba cuando la tocaban. Ammi tiene hoy 12 años y es muy tímida, algo que su madre atribuye en parte a las burlas de sus compañeros de la escuela, que le dicen “no queremos jugar con vos porque sos negra”. En la provincia norteña de Santiago del Estero, Emanuel Ntaka, hijo de madre argentina y padre sudafricano, escuchó historias de racismo y violencia en la tierra de su padre. Hoy Ntaka es músico y director de programas socioculturales del ministerio de cultura. “Yo creo que ahí empieza a nacer en mí, quizás sin saberlo, esta necesidad de uno de plantarse ante las injusticias que hay en Sudáfrica”, declaró Ntaka. Agregó que su resistencia se hizo más fuerte cuando unos racistas le dieron una paliza. No fueron los golpes lo que más lo afectaron, sino la advertencia que le hicieron: “Vuélvete a tu país”. No podía sacarse esa amenaza de la cabeza. “Soy argentino. Soy de acá”, afirmó. Ntaka ayudó a organizar las celebraciones de este mes de la cultura afro y se siente optimista respecto al futuro. Pero al mismo tiempo es realista. Dice que su hija de 10 años también ha sido blanco de burlas de tono racista en la escuela. Fernández Bravo dijo que muchos argentinos de clase alta ignoran el problema de la raza. “Las cosas están cambiando”, expresó, “pero no hace mucho la gente decía ‘no somos racistas porque no hay negros’. Pues, ¿qué diferencia hay entre el Ku Klux Klan y usted?”. Elesha Mavrommatis, consultora de comunicaciones y desarrollo de raza negra, de Decatur, estado norteamericano de Georgia, vive en Buenos Aires desde hace seis años. Dice que no percibe el mismo nivel de discriminación que otras mujeres de raza negra, en buena medida porque, más que afrodescendiente, la ven como una estadounidense. “Está bien que Argentina y los argentinos analicen su historia y vean toda su diversidad”, declaró Mavrommatis. Fernández Bravo, quien ayudó a crear el grupo de estudios afrolatinoamericanos en el 2010, dijo que nota progresos. “Pasamos de cero a uno en la última década. Es mejor que nada. ¿Cuál es el objetivo? No sé, tal vez llegar a 1,000”, expresó. “La particularidad de Argentina es que ignoramos nuestra forma de ser racistas”. Ribeiro espera estrenar su documental de María Remedios del Valle en diciembre. El gobierno auspicia su trabajo como parte de una “reparación histórica” hacia la comunidad negra. “La cinta saca a la luz la vida de una mujer negra y de todas las mujeres negras, y les rinde un homenaje”, manifestó Ribeiro. “Hacer este documental es creer que una mujer negra puede ser presidenta de Argentina algún día, porque tenemos, y siempre hemos tenido, esta capacidad, y esta historia es un testimonio”. aranza |
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