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Puerto Rico ante un preocupante aumento de casos de COVID-19


2022-01-04

Por Frances Robles | The New York Times

Armada con su pasaporte de vacunación y con unas ganas vertiginosas de celebrar las fiestas, Laura Delgado —y otras 60,000 personas en Puerto Rico— asistió a un concierto de Bad Bunny a principios de diciembre.

Tres días después, se enfermó de COVID-19, una de las 2000 personas que se contagiaron como consecuencia del evento de dos días.

“Lo hicimos muy bien; seguimos las reglas”, dijo Delgado, diseñadora de interiores de 53 años. “Seguimos la orden de usar cubrebocas. Nuestra tasa de vacunación era tan alta que bajamos la guardia. Cuando llegó la Navidad, dijimos: ‘¡Nos vamos de fiesta!’”.

El concierto superpropagador contribuyó a que se produjera una explosión de casos de COVID-19 en Puerto Rico, que hasta entonces había estado llevando a cabo una de las campañas de vacunación más exitosas de Estados Unidos. El concierto formó parte de una serie de eventos de negocios, fiestas empresariales y reuniones familiares que impulsaron un aumento del 4600 por ciento de los casos en la isla, una oleada que los funcionarios de salud pública temían que se prolongase hasta entrado el nuevo año; la temporada de vacaciones puertorriqueña se prolonga hasta el Día de Reyes, el jueves.

Aunque la variante ómicron ha asediado a todo el país, es especialmente preocupante en Puerto Rico, un territorio estadounidense ya abrumado por la bancarrota del gobierno, el éxodo de profesionales de la salud y un frágil sistema sanitario. Las autoridades impusieron una nueva oleada de restricciones estrictas a viajeros y comensales con la esperanza de frenar la nueva oleada de casos.

Rafael Irizarry, un estadístico de la Universidad de Harvard que mantiene un monitoreo de datos de la COVID-19 en Puerto Rico, publicó en Twitter cifras desalentadoras: un tercio de todos los casos de coronavirus que la isla ha registrado desde el inicio de la pandemia se produjeron en el último mes. El número de casos por cada 100,000 residentes saltó de 3 a 225 en tres semanas.

En diciembre, el número de hospitalizaciones se duplicó, dos veces.

Sin la polarización política que ha plagado el debate sobre las vacunas en otras partes del país, casi el 85 por ciento de los habitantes de Puerto Rico han recibido al menos una dosis de la vacuna, y cerca del 75 por ciento se han puesto las dos vacunas.

Sin embargo, ante una nueva variante altamente contagiosa, una tasa alta de vacunación ya no es tan significativa, explicó Irizarry. La mayoría de los puertorriqueños han superado el límite de seis meses a partir del cual la eficacia de la vacuna comienza a disminuir, pero al menos el 40 por ciento aún no ha recibido sus dosis de refuerzo, según las autoridades sanitarias.

En un momento dado, la semana pasada, el recuento de casos diarios había superado los 11,000, una cifra muy alta para una isla con solo 3,2 millones de habitantes. El aumento exponencial ha empezado a disminuir, pero el número de casos sigue creciendo, afirmó Irizarry.

“La primera vez que noté que pasaba algo fue el 13 de diciembre y alerté al Departamento de Salud”, dijo. “Para el 14 y el 15, era obvio. Llamé al responsable de la base de datos y le dije: ‘¿Hay algún tipo de fallo en la base de datos?’”.

El domingo había 317 personas hospitalizadas con COVID-19, de las cuales más de una cuarta parte son niños, según el Departamento de Salud de la isla. Es aproximadamente la mitad del número de personas que fueron hospitalizadas con la enfermedad en estas fechas el año pasado, antes de que tanta gente se vacunara. Pero sigue siendo un desafío para los hospitales.

“El problema es que supongamos que la variante ómicron es la mitad de mala”, dijo Irizarry. “Si tienes ocho veces más casos, las matemáticas no te favorecen”.

El gobernador Pedro R. Pierluisi ha ordenado reducir los aforos en los restaurantes. Para asistir a grandes eventos públicos, la gente ahora tiene que estar vacunada y presentar una prueba de COVID-19 negativa. Los pasajeros que lleguen en vuelos nacionales deben mostrar una prueba negativa realizada en las 48 horas anteriores a su llegada, sin importar su estado de vacunación. Ya existían normas similares para los vuelos internacionales.

Se han cancelado eventos públicos masivos, incluida una importante celebración para conmemorar el aniversario 500 de la capital de la isla, San Juan. El programa “Dick Clark’s New Year’s Rockin’ Eve”, que la cadena ABC tenía previsto retransmitir en directo desde Puerto Rico ante multitudes grandes, se convirtió en un evento virtual.

Después de que varias decenas de concursantes de Miss Mundo se enfermaron, la final del concurso en Puerto Rico se canceló.

El jueves, la Coalición Científica, un grupo de científicos y profesionales de la salud que ha estado asesorando al gobernador, recomendó medidas aún más estrictas, como la limitación de la venta de alcohol y la reducción del horario de los bares y otros establecimientos. El viernes de la semana pasada, el gobernador siguió la recomendación y ordenó el cierre de los negocios entre la medianoche y las 5 de la mañana desde el martes 4 de enero hasta el 18 de enero. También ordenó que los empleados de los restaurantes y los trabajadores de seguridad pública recibieran vacunas de refuerzo.

“Es un mensaje difícil de digerir cuando hace dos semanas las cifras de casos aquí eran de las más bajas del mundo”, dijo Daniel Colón-Ramos, profesor de la Universidad de Yale y presidente de la coalición.

Las medidas resultan particularmente difíciles en Puerto Rico, dijo, donde no es despreciable la importancia de una temporada de fiestas que inicia en noviembre con el Día de Acción de Gracias y dura hasta el 6 de enero. Describió la época decembrina como “el 4 de julio más el Super Bowl”.

“La Navidad es una semana en la que los puertorriqueños celebran su identidad”,dijo. “Celebran su familia. Celebran su fe. Celebran su herencia”.

La edad promedio de las personas que se infectan en la isla es de 33 años, según las autoridades sanitarias. Sin embargo, a los expertos les preocupa que si los jóvenes que se infectan mientras asisten a fiestas y otros eventos visitan a los mayores para el Año Nuevo y el Día de Reyes, el número de personas mayores enfermas seguramente aumentará. Con tantos de sus jóvenes profesionales que se han mudado en los últimos años a Florida, Texas y otros estados, Puerto Rico tiene un porcentaje desproporcionadamente alto de adultos mayores, muchos de los cuales sufren de diabetes, obesidad y otros padecimientos que los ponen en mayor riesgo de complicaciones por el coronavirus.

“Tenemos un sistema de salud que todos conocemos, y no es un secreto, es un sistema de salud que es frágil”, dijo Carlos R. Mellado López, secretario de Salud de la isla. Instó a la gente a la prudencia y a no saturar innecesariamente los centros de pruebas e insistió en que Puerto Rico tiene las herramientas necesarias, como los tratamientos con anticuerpos monoclonales, para combatir la crisis.

No obstante, los expertos también advierten que miles de profesionales de la medicina han abandonado Puerto Rico en los últimos años en busca de mejores salarios, lo que podría complicar la capacidad de la isla para atender a un gran número de personas enfermas. La cantidad de médicos en la isla se ha reducido en 5000 desde 2006, y se prevé otro éxodo de médicos de atención primaria porque fueron excluidos de los recientes incentivos fiscales diseñados para evitar que los especialistas se fueran, señaló Víctor M. Ramos Otero, presidente del colegio de médicos de Puerto Rico.

“El tema que tenemos no son las camas”, dijo Ramos. “El tema principal es el personal”.

José R. López de Victoria, un epidemiólogo que participó en el diseño de las protecciones covid para los equipos de baloncesto de Puerto Rico, dijo que aún había una crisis en el panorama.

“Por lo que estamos viendo en los centros de pruebas, esto no ha terminado”, dijo. “Van a ser dos semanas más. La expectativa es que la tasa de casos va a aumentar”.



Jamileth


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