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Entérate de cómo obtienen algunos trabajadores todas las pruebas de COVID-19 que necesitan


2022-01-13

Emma Goldberg, Lauren Hirsch and David McCabe | The New York Times

La oleada más reciente de COVID-19 ha dejado a millones de estadounidenses desesperados por pruebas: deben soportar el frío, formados en largas líneas en centros provisionales, o hacer búsquedas frenéticas en línea para conseguir pruebas de aplicación casera. Sin embargo, para un grupo selecto de empleados de algunas de las empresas más grandes del país, las pruebas son gratuitas y en general están a su disposición cuando las necesiten.

A falta de un sistema federal adecuado para desarrollar y distribuir pruebas rápidas, las empresas han establecido sus propios servicios de prueba.

Google les envía a los empleados de tiempo completo en Estados Unidos pruebas caseras gratuitas que les dan resultados en unos minutos y cuyo precio es de más de 70 dólares por unidad. BlackRock, la firma de inversiones que administra activos con un valor aproximado de 10 billones de dólares, ofrece servicios de telesalud para que alguien supervise a los empleados cuando se hacen las pruebas rápidas para realizar viajes internacionales. En JPMorgan Chase, los banqueros, incluso los de los establecimientos minoristas, pueden ordenar pruebas rápidas caseras desde un sitio interno de la empresa.

Algunas compañías utilizan las pruebas para pedirles a los empleados que regresen a la oficina. Para otras, las pruebas caseras de COVID-19 se han convertido en la prestación más reciente con la que ofrecen bienestar, un beneficio adicional para garantizar que los empleados sigan saludables y trabajando, hasta desde sus sillones, con paz mental.

La disponibilidad de pruebas para un pequeño número de profesionistas del área administrativa contrasta su experiencia de la pandemia con la de otros estadounidenses, y los pone en ventaja con respecto a ellos, por ejemplo, trabajadores de empresas pequeñas sin los medios necesarios para adquirir kits de prueba para su personal. Al igual que el equipo personal de protección y las vacunas, las pruebas se han convertido en el ejemplo más actual de una herramienta creada para combatir la pandemia que termina por exacerbar divisiones sociales y económicas.

“Somos el epicentro del epicentro y no puedo conseguir kits de prueba en ninguna parte”, se lamentó Thomas Grech, presidente de la Cámara de Comercio de Queens, que tiene alrededor de 1400 miembros, los cuales emplean a unos 150,000 trabajadores en el distrito.

Algunas empresas suscribieron en los meses iniciales de la pandemia contratos con empresas proveedoras o administradoras de pruebas, antes de que la variante ómicron elevara inesperadamente la demanda. Según las recomendaciones de expertos, algunas han incorporado la realización de pruebas dentro de su protocolo de regreso a la oficina.

Belle Haven Investments, una gestora de activos del condado de Westchester en Nueva York que solo tiene 40 empleados, ha tenido guardadas pruebas en un cubículo de suministros.

“Intentamos almacenarlas”, explicó Laura Chapman, directora de Operaciones de la empresa, que no les ha ordenado a sus empleados regresar a la oficina, aunque muchos han regresado voluntariamente. Añadió que la empresa solo ordenaba las pruebas que pedían los empleados, y que ahora sufren escasez: “Ay, esas pruebas, esas pruebas caseras son muy difíciles de conseguir”.

En Estados Unidos, el gobierno federal no ha reaccionado con la misma agilidad que otros países para autorizar pruebas rápidas de antígeno de uso diario. El Reino Unido, por ejemplo, autorizó más pronto las pruebas rápidas como herramienta de salud pública, lo que propició su producción más acelerada. Además, a diferencia del enfoque adoptado por Washington con respecto a las vacunas, hasta hace poco el desarrollo de pruebas rápidas estaba financiado casi por completo por empresas privadas como Abbott Laboratories. El resultado es una escasez nacional de pruebas.

Los estadounidenses que no pueden conseguir pruebas por lo regular deben esperar en filas de hasta tres horas. O pueden intentar comprar pruebas caseras en línea o en las tiendas. El mes pasado, Walgreens y CVS anunciaron que se fijarán límites a la cantidad de kits de pruebas rápidas para aplicar en casa que sea posible comprar.

Por desgracia, dada la escasez de kits de pruebas y cuánto los necesitan quienes no pueden trabajar a distancia, algunos expertos en salud pública cuestionan la distribución actual de recursos.

“Hay algunos objetivos mejores que los trabajadores del área administrativa que trabajan desde casa”, opinó Benjamin Mazer, patólogo de Connecticut que se especializa en medicina de laboratorio.

BlackRock, que tiene más de 7600 empleados en Estados Unidos y ha extendido la flexibilidad para trabajar desde casa hasta el 28 de enero, les ofrece a sus empleados hasta un kit de prueba PCR para aplicar en casa cada semana, hasta seis kits de pruebas caseras de antígeno al mes para los empleados o los miembros de su familia expuestos a COVID-19, y servicios de telesalud para supervisar la aplicación de pruebas rápidas necesarias para viajes internacionales, una opción que comenzó a ofrecer en la temporada decembrina.

En Morgan Stanley, los banqueros pueden recibir hasta cuatro pruebas BinaxNOW gratis, cada una con un costo aproximado de 40 dólares en las tiendas, cada dos semanas a través de un tercero, aunque la escasez de pruebas ha retrasado la entrega de su embarque. En JPMorgan, donde los empleados corporativos indicaron que el mes pasado se les dijo que temporalmente podían trabajar desde casa debido a la rápida propagación de la variante ómicron, los banqueros pueden ordenar pruebas rápidas.

TIAA, una empresa de inversiones con 12,000 trabajadores en Estados Unidos, comenzó a ofrecer pruebas caseras gratuitas a sus empleados en diciembre de 2020. La mayoría de sus empleados han trabajado desde casa desde que comenzó la pandemia, aunque alrededor del cinco por ciento fue a la oficina el año pasado. No hay límite para el número de pruebas que los empleados pueden ordenar, tanto para ellos como para su familia, según una vocera, Jessica Scott.

Los empleados de tiempo completo de Google en Estados Unidos tienen acceso a varios tipos de pruebas de detección del coronavirus que pueden hacer en casa, señaló la empresa. Desde el año pasado, los empleados han podido solicitar pruebas PCR que les provee una compañía llamada BioIQ. Los empleados toman la muestra nasal con el hisopo en casa, y esta se procesa en el laboratorio de la compañía.

Google también les distribuye a los empleados que así lo desean un pequeño dispositivo de prueba que produce resultados en minutos.

Para realizar la prueba rápida molecular, los empleados insertan un cartucho en el lector, toman la muestra de su nariz con un hisopo y lo colocan en el cartucho; los resultados se envían por teléfono. Se encarga de la prueba Cue Health, empresa que hizo las pruebas de la burbuja de la NBA.

Google utiliza muchos empleados temporales, proveedores y contratistas que no tienen acceso a las pruebas de Cue Health, según documentos revisados por The New York Times. Una portavoz de Google explicó que los empleados temporales y proveedores pueden utilizar las pruebas caseras PCR procesadas por BioIQ si van a ir a las oficinas de Google en Estados Unidos.

Otras empresas tecnológicas han adoptado enfoques más limitados con respecto a las pruebas. Microsoft les ofrece sin costo alguno a los empleados en su campus pruebas caseras rápidas de antígeno, comentó un vocero, Frank Shaw. Meta, la controladora de Facebook, hace pruebas en unas 10 de sus oficinas para los empleados que regresan a trabajar en persona, afirmó Tracy Clayton, agente de prensa de la empresa.

Por desgracia, para muchas empresas y sus trabajadores, conseguir pruebas es mucho más difícil.

Jesus Caicedo-Diaz, propietario de Skal, un restaurante ubicado en Brooklyn, dijo que sus empleados batallaron para recibir los resultados de sus pruebas de COVID-19 antes de que el negocio comenzara a operar a las 10 de la mañana, y las filas para hacerse la prueba por lo general duran horas en la mañana.

Encontrar pruebas caseras es todavía más difícil. “No hay en ninguna parte. Se agotaron. Si acaso encuentras una, quieren vendértela a 30 dólares”, se quejó Caicedo-Diaz. “Si vas a un centro de pruebas, te dicen que tu resultado no va a llegar a tiempo. No sé qué hacer al respecto. Me está volviendo loco”.



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