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La Comisión Europea prepara un plan de inversiones para producir el 20% de los microchips de todo el mundo
Guillermo Abril, El País En medio de la tormenta en las cadenas de suministro, que ha dejado varias industrias sedientas de microchips, la Comisión Europea quiere asegurarse de que podrá intervenir el mercado para garantizar el aprovisionamiento de ese diminuto e imprescindible objeto de deseo tecnológico. Bruselas está preparando mecanismos para poder responder a la escasez en este sector con herramientas similares a las que ya aprobó hace un año para controlar las exportaciones de vacunas contra la covid, cuando la estrategia de inmunización aún estaba en fase embrionaria y arreciaban las críticas frente a la fuga de pinchazos. “Queremos tener las herramientas adecuadas en nuestras manos para mantener el equilibrio de poder”, aseguró el comisario europeo de Industria y Mercado Interior, Thierry Breton, en un encuentro celebrado el pasado viernes con varios medios europeos, entre ellos EL PAÍS. Estos mecanismos se activarían una vez identificadas las condiciones de la situación crítica “para garantizar la seguridad de la demanda en Europa”, añade el francés. Las medidas, inspiradas en la Ley de Producción de Defensa estadounidense (DPA por sus siglas en inglés), lanzadas por Washington en los primeros compases de la pandemia global para asegurar el abastecimiento de recursos críticos, forma parte de un ambicioso paquete previsto para mediados de febrero con el que Bruselas pretende convertir la UE en uno de los actores clave de la producción de microchips en el mundo a lo largo de la próxima década. El objetivo es lograr que el bloque comunitario, que ha ido perdiendo capacidad de fabricación en el siglo XXI, recupere parte del esplendor perdido y pase de manufacturar el actual 10% de semiconductores del mundo al 20% en 2030; el incremento en realidad implica cuadruplicar la potencia de producción de los Veintisiete, ya que el mercado mundial de microchips tiene previsto duplicarse en los próximos diez años, pasando de 500,000 millones al billón de euros, según cifras que maneja él Ejecutivo de la UE. Bruselas considera que la UE se encuentra bien posicionada en algunos de los eslabones de la cadena de producción mundial, como en investigación, pero no tanto en otros como diseño y embalaje, ni tiene capacidad de manufacturar tecnología punta. Pero pretende revertir esto y llegar a fabricar chips de última generación “por debajo de los cinco nanómetros”, según Breton. Desplome de la producción de automóviles En estos momentos Taiwán, Corea del Sur, Japón y China concentran la mayor parte de la producción del mundo, algo que preocupa a la UE por la potencial volatilidad geopolítica de la región asiática, especialmente por la tensión entre Pekín y Taipéi. Las arritmias de la distribución de estos últimos meses han dado ya pistas de lo que podría llegar en caso de crisis más severas: solo en el sector del automóvil se han dejado de producir 11 millones de coches en 2021 por la carestía de chips, y en algunos Estados miembro la caída en la producción ha alcanzado el 34% comparado con 2019, retrocediendo la capacidad de la industria a los años setenta. Bruselas pretende además inyectar una potente cantidad de euros, para dinamizar el sector. Aunque el presupuesto se sigue negociando de forma intensa en el Ejecutivo comunitario, el comisario europeo Thierry Breton asegura que las cifras de inversión serán “conmensurables” a los 52,000 millones de dólares de financiación (unos 46,500 millones de euros) con los que Estados Unidos prevé impulsar también la industria nacional de semiconductores. En su reciente discurso en el Foro Económico de Davos, la presidenta del Ejecutivo Comunitario, Ursula von der Leyen, avanzó algunos detalles de la nueva legislación y aseguró que Bruselas “reforzará su capacidad de investigación e innovación” y se centrará en “garantizar el liderazgo europeo en diseño y fabricación”. La Comisión Europea pretende establecer un nuevo programa comunitario para apoyar ese liderazgo tecnológico, que sería cofinanciado por la UE y los Estados miembros. Las inversiones irían destinadas, entre otras cosas, a líneas piloto de producción, que son grandes infraestructuras, de coste elevado, pero claves en la producción de “tecnología punta” para pasar de la investigación en el laboratorio a la industrialización en la fábrica, en palabras de Breton. La idea, enfatiza el comisario de Industria, es atraer hacia territorio UE la producción de semiconductores de vanguardia “que no tenemos en Europa”. Frente a las voces críticas contra una relocalización que necesitaría elevadas inversiones y tendría resultados inciertos, el comisario europeo Breton considera que hay hueco de sobra en una sector clave para las transiciones verde y digital emprendidas por la UE, bien regadas con los multimillonarios fondos de rescate europeos. Breton también quiere alejar la idea de que la UE se repliega y se vuelve proteccionista, siguiendo una tendencia que parece seducir en todo el mundo. En su opinión, Bruselas persigue “una nueva geopolítica de la cadena de suministro”, que siga siendo global, pero a la vez asegure que llegan a la UE aquello que esta necesita en caso de pandemias, desastres naturales o tensiones geopolíticas. “Lo importante es poder ejercer el equilibrio de poder adecuado”, asegura, y tener capacidad productiva para “no depender al 100% de partes específicas que podrían ponerte en riesgo”. Jamileth |
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