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Líder del EI se hizo estallar durante redada de Estados Unidos: Biden
Por GHAITH ALSAYED, LOLITA C. BALDOR, BASSEM MROUE y ZEKE MILLER ATMEH, Siria (AP) — El líder del grupo Estado Islámico se hizo estallar el jueves junto con miembros de su familia durante una incursión de las fuerzas especiales de Estados Unidos en su escondite en Siria, según informó Estados Unidos. Se trata de la segunda vez en tres años que Estados Unidos abate a un líder de la agrupación, la cual ha pasado apuros para resurgir realizando ataques letales en la región. El presidente estadounidense Joe Biden anunció el operativo nocturno de las fuerzas de operaciones especiales, el cual, según Estados Unidos, asestó un “golpe significativo” a la organización extremista. En su apogeo, el grupo Estado Islámico controló más de 103,000 kilómetros cuadrados (40,000 millas cuadradas) de territorio entre Siria e Irak y gobernó a más de 8 millones de personas. Sus ataques en la región incluyeron un ataque el mes pasado para tomar una prisión en el noreste de Siria en la que estaban detenidos al menos 3,000 miembros de la organización. El objetivo del operativo estadounidense era Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi, quien asumió la conducción de la milicia el 31 de octubre de 2019, días después de que el dirigente Abu Bakr al-Baghdadi muriera durante otro operativo de Estados Unidos en la misma zona. A diferencia de su predecesor, Al-Qurayshi no era tan conocido y más bien era una persona discreta que no aparecía en público y asumió el control de una organización mermada. Biden dijo que Al-Qurayshi murió de la misma manera que Al-Baghdadi, al detonar él mismo una bomba que además mató a miembros de su familia, entre ellos mujeres y niños, a medida que se aproximaban las fuerzas de Estados Unidos. “Gracias al valor de nuestras tropas, este terrible dirigente terrorista ha dejado de existir”, afirmó Biden. Añadió que Al-Qurayshi era el responsable del ataque a la prisión, así como del genocidio del pueblo yazidi en Irak en 2014. Alrededor de 50 elementos de las fuerzas especiales aterrizaron en helicópteros y atacaron una vivienda en un rincón de Siria controlado por los rebeldes, donde se enfrentaron durante dos horas con hombres armados, dijeron testigos. Según sus relatos, hubo continuos disparos y explosiones que despertaron a la tranquila localidad de Atmeh, cerca de la frontera turca, una zona salpicada de campos para desplazados por la guerra civil siria. Biden dijo que ordenó a sus tropas “tomar todas las precauciones disponibles para minimizar el número de víctimas civiles”, que fue el motivo por el que no lanzaron un ataque aéreo contra la residencia. Según las cuadrillas de emergencia, murieron 13 personas, incluyendo seis niños y cuatro mujeres. El secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, dijo que las fuerzas estadounidenses pudieron evacuar a 10 personas del lugar: un hombre, una mujer y cuatro niños del primer piso y cuatro niños del segundo piso. Aseguró que cuando Al-Qurayshi detonó la bomba, también mató a su esposa y a dos niños. Kirby aseguró que las autoridades estadounidenses ya trabajan para determinar si la acción de las fuerzas especiales resultó en la muerte de algún civil. Entre las tropas estadounidenses no se reportaron víctimas, indicó Kirby. Elementos de las fuerzas especiales tomaron huellas dactilares y ADN, que confirmaron el deceso de Al-Qurayshi, afirmó. Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, junto con miembros del equipo de seguridad nacional, monitorearon un video en vivo de la operación desde la Sala de Crisis de la Casa Blanca, según un funcionario. En diciembre pasado se llevó a la sala un modelo a escala de la residencia de tres pisos. La operación fue un éxito militar para Estados Unidos en un momento importante luego de que reveses en otras partes —como la caótica salida de Afganistán— habían llevado a aliados y adversarios a la conclusión de que el poder global del país se estaba debilitando. La casa, rodeada de olivos en los campos ubicados a las afueras de Atmeh, quedó con el último piso destrozado y salpicaduras de sangre en su interior. Un reportero de The Associated Press y varios residentes contaron que vieron partes de cadáveres esparcidas cerca del lugar. La mayoría de los habitantes habló bajo condición de anonimato por temor a represalias. La mayor parte de Idlib se encuentra bajo el control de combatientes respaldados por Turquía, pero también es un bastión de Al Qaeda y hogar de muchos de sus altos mandos. Otros insurgentes, incluyendo miembros del grupo Estado Islámico, también se han refugiado en la región. Jamileth |
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