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Sonora es una zona de guerra y las autoridades no están actuando
Ricardo Raphael | The Washington Post El 15 de febrero, 19 camionetas tripuladas por sujetos armados vestidos con uniforme táctico irrumpieron a las 11:00 pm en la colonia Lázaro Cárdenas de la población de Caborca, en el estado de Sonora, al noroeste de México. El ruido de la metralla aterrorizó a los habitantes de este municipio durante un par de horas. Mientras tanto, la Guardia Nacional, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Policía estatal hicieron oídos sordos ante el llamado de auxilio de la población. Estos hechos dejaron un saldo de dos personas asesinadas y al menos cinco desaparecidas. El alcalde de Caborca, Abraham Mier, aseguró más tarde que la autoridad desconocía la identidad del comando. Sin embargo, al día siguiente los medios informaron que se había tratado de una incursión del Cártel de Sinaloa. Una vez que ese comando regresó por donde vino, las autoridades de Sonora desplegaron un contingente de 200 agentes. Más tarde, el municipio decretó un toque de queda de 10:00 pm a 4:00 am y también propuso que las escuelas no abrieran sus puertas el jueves 17 y el viernes 18. Este episodio no es un hecho aislado. Desde noviembre de 2019 Sonora vive una crisis grave de seguridad. Caborca y Cajeme están entre los municipios más peligrosos del país y la lista de actos violentos es grande. En noviembre de 2019, en el municipio de Bavispe, Sonora, fueron masacrados seis menores y tres mujeres pertenecientes a la familia LeBarón. Adrián LeBarón, padre y abuelo de las víctimas, aseguró que detrás de esta tragedia estaba el líder del Cártel de Caborca, Rafael Caro Quintero. La guerra por Sonora comenzó en 2018 cuando ese viejo líder del crimen organizado —quien fue excarcelado en 2013 y es de los más buscados por la DEA— declaró la guerra contra Ismael el “Mayo” Zambada y los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, del Cártel de Sinaloa. Desde entonces, el Cártel de Caborca se ha convertido en una amenaza seria para la paz y, por increíble que parezca, a sus 69 años Caro Quintero resucitó como actor clave en el concierto de las empresas criminales que operan en el país. Las alianzas que ha venido tejiendo con las organizaciones criminales La Línea y el Cártel Jalisco Nueva Generación explicarían buena parte de su poder actual. También de la violencia que ha vivido la zona en estos años. El 18 de mayo de 2020 aparecieron en Caborca dos cuerpos descuartizados y un mensaje que puso en claro las cosas: “A la gente de la costa se le informa que somos gente de Caro Quintero, esta plaza nos pertenecía y ahora todos aquellos productores, comerciantes y mineros de la región tendrán que pagar plaza…”. Un mes después, el 19 de junio, se registró un enfrentamiento en las costas de Caborca y fueron víctimas de secuestro y agresiones vecinos de la población. Fue señalado como presunto responsable Jesús Darío Murrieta Navarro, alias “Cara de Cochi”, operador destacado de Caro Quintero. Un segundo enfrentamiento a tiros en la carretera Caborca-Sonoyta ocurrió un día después y aparecieron 12 cuerpos masacrados. La misma semana fue abandonado en Caborca un tráiler refrigerado en cuyo interior se encontraban otros 16 cadáveres. Lo mismo volvió a suceder el 26 de junio con otro tráiler, donde había cuatro cuerpos más. En 2021 Sonora no vio disminuir la violencia. En febrero fue baleada la casa de José Bibiano Cabrera Cabrera, alias el “Durango”, cabeza de plaza de los hijos del “Chapo” Guzmán en Sonora. Nuevamente, fue señalado como autor material Murrieta Navarro. El 13 de mayo fue asesinado Abel Murrieta Gutiérrez, candidato a presidente municipal de Cajeme por el partido Movimiento Ciudadano. Coincidentemente este abogado era consejero de la familia LeBarón en su denuncia contra Caro Quintero. No hay duda de que, después de 28 años en prisión, el narcotraficante está de regreso a la escena principal del crimen organizado mexicano. Hace 36 años, Caro Quintero ordenó secuestrar y ejecutar a Enrique Camarena Salazar, un agente de la DEA radicado en México. Entonces, la presión ejercida desde Estados Unidos obligó a que el gobierno mexicano desmantelara la organización a la que pertenecía y que fuera detenido. Cuando los tribunales mexicanos ordenaron su liberación, en vez de retirarse refundó el Cártel de Caborca y retomó parte de los territorios que había abandonado. La disputa por Sonora que hoy sostiene incluye como propósito controlar varios de los negocios más lucrativos de la región: el tráfico de personas indocumentadas hacia Estados Unidos y el trasiego de droga, particularmente fentanilo. También la extorsión a los productores agropecuarios de la región, así como el control del agua y, recientemente, la explotación de litio. Lo ocurrido la semana pasada en Caborca no es sino el aviso de lo que está por suceder. Algo tiene de sorprendente que tanto Caro Quintero como el “Mayo” Zambada lleven más 40 años protagonizando actos de violencia que han dejado heridas profundas en la población. Cabe siempre preguntarse si tal cosa habría sido posible sin el apoyo de las autoridades en turno.
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