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Ante la invasión de Rusia a Ucrania, China se enfrenta a un nuevo e incómodo acto de equilibrio
Keith B. Richburg, The Washington Post Podría haber parecido una buena idea que el 4 de febrero, justo antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, el presidente chino, Xi Jinping, firmara un nuevo acuerdo de amistad “sin límites” con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Después de todo, los dos países comparten un enemigo que perciben como común: Estados Unidos. También comparten el temor a una amenaza similar: por parte de Putin, el “cerco” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y, por parte de Xi, los intentos de “contención” de China por parte de la alianza Estados Unidos-Reino Unido-Australia, conocida como AUKUS. Xi y Putin son líderes autoritarios que ven a Estados Unidos como una potencia en declive y al sistema democrático occidental como un fracaso. Además, ambos evitan los conceptos occidentales sobre los derechos humanos. Para Xi hubo un beneficio adicional en la declaración conjunta. Le permitió enviarle una señal a Taiwán de que, en caso de que China decidiera tomar la isla por la fuerza, Pekín podría contar con un poderoso aliado en Moscú. A cambio, China respaldó de manera tácita la opinión de Putin de que Rusia tenía preocupaciones de seguridad en Ucrania, la cual Putin considera una provincia separatista. Pero la invasión de Ucrania por parte de Putin ha generado imágenes de áreas civiles siendo bombardeadas, así como una enorme cantidad de apoyo mundial a las y los valientes ucranianos que contraatacan. El líder ruso está siendo vilipendiado de forma rotunda. Eso ha dejado a China luchando torpemente para adaptarse. Las autoridades chinas han oscilado entre declaraciones que respaldan el principio de “integridad territorial” y el derecho de Rusia a proteger sus “legítimas preocupaciones de seguridad”. Han insistido que Estados Unidos es el verdadero culpable del conflicto. Los portavoces del ministerio de Relaciones Exteriores y los medios estatales rigurosamente controlados se niegan a utilizar la palabra “invasión”, y prefieren denominar a las cerca de 200,000 tropas rusas que ingresan a Ucrania como “una operación militar especial”. El 25 de febrero, un día después de que las primeras tropas rusas cruzaran la frontera apoyadas por un bombardeo de misiles, las distorsiones de la realidad generadas por China fueron más evidentes que nunca. China Daily, el periódico en inglés del Partido Comunista, publicó como titular de primera plana: “Putin busca desmilitarizar a Ucrania”. Desde entonces, la manera en que los medios chinos describen los eventos que se desarrollan en Ucrania se leen como si fueran de un universo alternativo. En un editorial del 3 de marzo, China Daily dijo: “La razón por la que Estados Unidos está tan interesado en denominar la acción de Rusia como una ‘invasión’ es que eso alimenta los temores históricos de los países europeos”. El editorial dijo que “ambos lados” del conflicto tienen preocupaciones que abordar. The Global Times, otro tabloide ferozmente nacionalista del Partido Comunista, publicó un artículo de opinión sin firma en el que afirmó que los medios occidentales “exageran desesperadamente la situación de la guerra y se esfuerzan demasiado en pintar una escena en la que las tropas rusas están ‘invadiendo’ de forma intensa”. Al firmar su pacto de amistad “sin límites” con Rusia, China ahora se enfrenta al aislamiento en el escenario global. Desde entonces, Pekín ha tratado de alejarse poco a poco de su posición pro Rusa hacia una postura más neutral. Por ejemplo, se ha abstenido en la votación para condenar la invasión en el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Pero la neutralidad parece cada vez más insostenible, y los funcionarios estadounidenses advierten que China podría recibir contramedidas si el país intenta ayudar a Rusia a evadir las sanciones. Xi podría tenerle algo de envidia a la India y a su primer ministro, Narendra Modi, quien también ha mantenido una postura neutral sobre la invasión en Ucrania; Rusia es el principal proveedor de armas de la India, y la India tiene sus propias disputas fronterizas con China. Sin embargo, hasta ahora ha logrado evitar en gran parte las reacciones negativas. Incluso el mensaje que China quiere enviarle a Taiwán parece chocar con la realidad. The Global Times intentó subrayar el mensaje original en un artículo de opinión del 1 de marzo, en el que argumentó que la renuencia de Estados Unidos de involucrarse militarmente en Ucrania había socavado las garantías estadounidenses de ayudar en la defensa de Taiwán. “La isla de Taiwán tiembla tras presenciar lo que sucede en Ucrania”, decía el artículo, el cual agregaba que “el sol se está ocultando en Estados Unidos”. Sin embargo, Taiwán podría estar teniendo exactamente la reacción opuesta. Occidente se unió en una notable muestra de unidad para oponerse a la invasión de Ucrania. Los funcionarios en China “estudiarán la respuesta de la comunidad internacional y observarán la cohesión de las alianzas de Estados Unidos, el enorme cambio en la política de Alemania y la voluntad de muchos países de imponer sanciones”, dijo Bonnie Glaser, experta en China del German Marshall Fund. “Esto debería lograr que China se detenga a reflexionar un poco”. Otra lección para Taiwán podría ser que el hecho de que un bando tenga una enorme ventaja militar convencional no siempre se traduce en una victoria militar rápida contra una población dispuesta a luchar. La resistencia ucraniana y la solidaridad occidental han fortalecido la creencia de que la autodefensa “es clave para atraer el apoyo internacional”, me dijo un amigo taiwanés en un mensaje desde Taipéi. China enfrenta ahora un nuevo acto de equilibrio. Se siente obligada a ayudar a Rusia a sobrevivir económicamente a las sanciones, pero no demasiado, pues quiere evitar daños colaterales en su propia economía y sistema bancario. El acuerdo de amistad chino-ruso podría haber sonado prometedor para Pekín en el momento en que se firmó. Pero Xi podría darse cuenta de que con amigos como Putin, China podría terminar creando muchos más adversarios. Jamileth |
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