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Precios marcan inicio de ramadán en parte de Medio Oriente


2022-04-04

Por SAMY MAGDY

EL CAIRO (AP) — El mes sagrado del ramadán, en que los fieles musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el anochecer, comenzó el sábado en gran parte de Medio Oriente, donde la invasión rusa a Ucrania ha disparado los precios de la energía y los alimentos.

El conflicto ensombreció una festividad en que son tradicionales las grandes reuniones en torno a la mesa y las celebraciones familiares. En Indonesia, en el sudeste asiático, muchos planeaban iniciar el ramadán el domingo, mientras que algunos chiíes en Líbano, Irán e Irak lo harán un día después.

Los musulmanes siguen un calendario lunar y el método de observación de la Luna puede hacer que los países declaren su inicio con uno o dos días de diferencia.

Países de mayoría musulmana como Arabia Saudí, Egipto, Siria y Emiratos Árabes Unidos determinaron que comenzará el sábado por la mañana.

El viernes se emitió una declaración de Arabia Saudí en la televisión estatal del reino en que el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan, príncipe heredero de Abu Dabi y líder de facto de los Emiratos Árabes Unidos, felicitó a los musulmanes por la llegada del ramadán.

Jordania, de mayoría suní, indicó también que el primer día del ramadán será el domingo, rompiendo con la tradición de seguir a Arabia Saudí, y señaló que la autoridad religiosa islámica no pudo avistar la luna creciente que indica el inicio del mes.

La Sociedad Muhammadiyah, la segunda organización no gubernamental islámica más importante de Indonesia y la cual cuenta con más de 60 millones de integrantes, indicó que con base en sus cálculos astronómicos, el ramadán inicia el sábado. Pero el ministro de Asuntos Religiosos del país había anunciado el viernes que el ramadán daría inicio el domingo luego que astrónomos islámicos en el país no pudieron ver la Luna Nueva

No fue la primera vez que la Muhammadiyah plantea una opinión diferente respecto al asunto, pero se espera que la mayoría de los indonesios —los musulmanes representan casi el 90% de los 270 millones de habitantes del país— celebren la fecha oficial del gobierno.

Muchos esperaban una festividad más alegre luego de que la pandemia del coronavirus impidiese a los 2,000 millones de musulmanes del mundo cumplir con los rituales del ramadán en los dos últimos años.

Pero la invasión rusa a Ucrania ha hecho que millones de personas en Medio Oriente se pregunten ahora de dónde sacarán su próxima comida. El incremento vertiginoso de los precios afecta a quienes de antemano sufrían las consecuencias de los conflictos, los desplazamientos y la pobreza desde Líbano, Irak o Siria a Sudán y Yemen.

Ucrania y Rusia efectúan un tercio de las exportaciones mundiales de trigo y cebada, de las que las naciones de Medio Oriente dependen para alimentar a millones de personas que sobreviven con pan subvencionado y fideos en oferta. Además, son grandes exportadores de otros cereales y del aceite de girasol que se usa para cocinar.

En los últimos años, Egipto, el mayor importador de trigo del mundo, había recibido la mayor parte de su suministro de Rusia y Ucrania. La moneda local se ha desplomado en los últimos días, lo que contribuye, junto con otros aspectos, al alza de los precios.

A principios de esta semana, los compradores de la capital, El Cairo, salieron a abastecerse de víveres y adornos festivos, pero muchos tuvieron que hacer menos compras que el año pasado debido al incremento de los precios.

La tradición del ramadán consiste en colgar farolillos y luces de colores en las estrechas callejuelas de El Cairo y alrededor de las mezquitas. Algunas personas con recursos instalan mesas en las calles para servir comidas gratuitas para los pobres después del ayuno. La práctica se conoce en el mundo islámico como “mesas de la compasión”.

“Esto podría ayudar en estas circunstancias”, dijo Rabei Hassan, el almuédano de una mezquita en Guiza, que compraba verduras y otros alimentos en un mercado cercano. “La gente está harta de los precios”.

Los fieles asistieron a la mezquita durante horas de las oraciones vespertinas, o “tarawih”. El viernes por la noche, miles de personas abarrotaron la mezquita de Al Azhar después que se prohibiera la asistencia durante los dos últimos años para contener la pandemia.

“Fueron (tiempos) difíciles... El ramadán sin el tarawih en la mezquita no es ramadán”, dijo Saeed Abdel-Rahman, un profesor jubilado de 64 años, al entrar a Al Azhar para rezar.

Las alzas han agravado los problemas de los libaneses, que ya enfrentan una grave crisis económica. En los dos últimos años, su moneda se hundió y la clase media quedó sumida en la pobreza. El colapso ha causado también escasez de electricidad, combustible y medicinas.

En los mercados de la Franja de Gaza, que solían estar abarrotados en esta época del año, había pocos compradores el viernes. Según los comerciantes, la guerra en Ucrania ha disparado los precios y esto, junto a los problemas habituales, ha empañado el ambiente festivo que suele acompañar al ramadán.

Las condiciones de vida de los 2,3 millones de palestinos del empobrecido territorio costero son duras, empeoradas por un paralizante bloqueo egipcio-israelí que comenzó en 2007.

Hacia el final del ramadán del año pasado, una letal guerra de 11 días entre el grupo insurgente gobernante, Hamas, e Israel, ensombreció las celebraciones, incluyendo la fiesta del Eid al-Fitr que sigue al mes sagrado. Fue la cuarta guerra con Israel en poco más de una década.

En Irak, el inicio del ramadán evidenció la frustración generalizada por una subida vertiginosa de los precios de los alimentos, agravada en el último mes por la guerra de Ucrania.



Jamileth


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