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Cómo Zelenski moviliza el lenguaje para ganar la guerra
Luis Antonio Espino | The Washington Post Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, ha sido reconocido como un comunicador con gran efectividad en el transcurso de la invasión de Rusia a su país. Esa destreza tiene mucho que ver con su experiencia como actor, pero también ha demostrado pericia en el uso de recursos retóricos que potencian sus discursos. Hay cinco que son especialmente relevantes. Tiene una narrativa clara. En sus discursos, Zelenski crea un relato bien definido, en el que se enfrentan dos naciones con personalidades antagónicas: Ucrania, libre, democrática y pacífica, enfrenta la agresión injustificada de Rusia, un vecino poderoso, autoritario y violento. Tal como lo dijo ante el Congreso de Estados Unidos: “Rusia no solo ha atacado nuestra tierra y nuestras ciudades; Rusia ha atacado brutalmente los valores humanos más básicos. Lanzó sus tanques y aviones contra nuestra libertad, nuestro derecho a vivir libremente en nuestro propio país y a elegir nuestro propio futuro; atacó nuestro deseo de buscar la felicidad, nuestros sueños como nación”. Escucharlo nos hace evocar la historia del pequeño pero valiente David que enfrenta al gigante abusivo Goliat. Sabe usar el poder de la emoción. El presidente ucraniano se muestra humilde y agradecido con la ayuda que ha recibido de las naciones a las que se dirige. Por ejemplo, al parlamento canadiense le expresó: “Canadá ha sido firme en su apoyo. Ustedes han sido un aliado confiable de Ucrania y los ucranianos. Han ofrecido ayuda pronta cuando la pedimos. Nos dieron asistencia militar y humanitaria, e impusieron serias sanciones a Rusia”. Pero también sabe cuándo apelar a la culpa y la vergüenza, como cuando reprochó al Bundestag alemán por la manga ancha que ese país le dio a Moscú con tal de asegurarse el abasto de gas y petróleo rusos: “Estamos tras un nuevo muro. No es el muro de Berlín, sino un muro entre la libertad y la esclavitud. Ese muro sigue reforzándose con cada bomba que cae sobre Ucrania (…) Cuando les dijimos que los oleoductos Nord Stream eran armas que se preparaban para una gran guerra, ustedes respondieron: esto se trata de economía, economía, economía. Ese fue el cemento para el nuevo muro”. Hace los mensajes a la medida de cada audiencia. Zelenski utiliza metáforas e historias que le resultan familiares a cada país al que le habla. Por ejemplo, ante el Congreso de Estados Unidos hizo un paralelismo entre el ataque de Rusia a Ucrania y el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941. También mencionó los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Ante el parlamento canadiense hizo lo mismo con preguntas retóricas: “¿Pueden imaginar que la famosa Torre CN de Toronto fuera alcanzada por bombas rusas? ¿Pueden imaginarse a Vancouver sitiada como han sitiado nuestras ciudades?”. Y ante el parlamento español, evocó los brutales bombardeos fascistas a Gernika: “Estamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937, cuando el mundo se enteró del ataque a su ciudad”. Al hacer referencia a lugares y eventos históricos de cada país, Zelenski logra que sus audiencias se identifiquen más con la situación que vive Ucrania. Refuerza el discurso con imágenes. En varias intervenciones ha proyectado videos que muestran descarnadamente las consecuencias de la guerra sobre el pueblo ucraniano. Ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), usó ese recurso para transmitir el horror de las atrocidades contra la población civil, que han sido calificadas por el presidente estadounidense, Joe Biden, como “crímenes de guerra”. Con esas imágenes devastadoras multiplicó el efecto de la dura arenga que lanzó a los integrantes del máximo organismo de seguridad internacional: “El artículo primero de la Carta de la ONU dice que su propósito es mantener la paz. Si se viola a diario ese primer artículo, ¿qué caso tienen todos los demás? (…) ¿Están listos para cerrar la ONU? ¿Creen que se acabó la era del derecho internacional? Si su respuesta es no, entonces deben actuar de inmediato”. Siempre tiene un llamado a la acción claro. El propósito de todo discurso es persuadir: hacer que quien lo escucha se sienta movido a actuar, a tomar una decisión. Por eso, un buen discurso es el que usa todos los argumentos —racionales y emocionales— para conducir a la audiencia a un llamado a la acción claro y concreto. En los primeros discursos de Zelenski, este fue pedir a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que estableciera una zona de exclusión aérea en Ucrania, solicitud que fue rechazada. En los mensajes más recientes, ha pedido más apoyo militar, así como sanciones más duras contra Rusia. La heroica resistencia de su pueblo, y la efectividad retórica de Zelenski, han logrado que en países como Alemania exista una fuerte presión política y social sobre el gobierno para dotar de más ayuda a Ucrania. Finalmente, hay paralelismos deliberados entre la retórica de Zelenski y la del exprimer ministro del Reino Unido Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial. Los legendarios discursos de Churchill fortalecieron la moral británica para resistir a la maquina de guerra de la Alemania nazi. En uno de sus mensajes más célebres, dijo: “No vamos a languidecer ni a fallar. Llegaremos hasta el final. Lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos. Lucharemos con creciente confianza y fuerza en el aire. Defenderemos nuestra isla a cualquier costo. Lucharemos en las playas, lucharemos en los lugares de desembarco. Lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas. ¡Jamás nos rendiremos!”. Cuando habló ante el parlamento británico, Zelenski retomó ese discurso y, usando también la anáfora (repetir al inicio de cada frase las mismas palabras), afirmó: “Lucharemos hasta el final, en el aire y en el mar. Lucharemos por nuestra tierra, sin importar el costo. Lucharemos en los bosques, en los campos, en las playas y en las calles”. El expresidente estadounidense John F. Kennedy dijo con razón que Churchill “movilizó el idioma inglés y lo mandó al combate”. Hoy, Volodímir Zelenski hace lo mismo: moviliza el lenguaje para ganar la guerra. aranza |
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