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Migrantes en la frontera: incertidumbre jurídica sobre asilo


2022-05-20

Por ELLIOT SPAGAT

EAGLE PASS, Texas, EU (AP) — Mientras las autoridades estadounidenses esperan con nerviosismo, muchos de los migrantes que cruzaban el viernes la frontera hacia suelo norteamericano desde México desconocían el trascendental fallo judicial pendiente sobre una disposición legal de emergencia que les niega la posibilidad de solicitar asilo en Estados Unidos, al mantener los poderes relacionados con la pandemia, con el argumento de evitar la propagación del COVID-19.

El Departamento de Justicia, que espera evitar problemas de última hora durante el fin de semana, le pidió al juez federal de distrito Robert Summerhays que se pronuncie el viernes sobre si mantendrá en vigor el llamado Título 42 mientras continúa el litigio.

El juez de Lafayette, Luisiana, ha dicho que decidirá el lunes, cuando expiran los poderes extraordinarios por asunto de salud pública.

Los migrantes que cruzaban hacia Eagle Pass, Texas, sabían poco o nada sobre la norma bajo la cual los migrantes han sido expulsados más de 1,9 millones de veces desde marzo de 2020. Proceden en su mayoría de Cuba, Colombia, Nicaragua y Venezuela. En su mayoría se han salvado de la prohibición de asilo porque debido a sus nacionalidades, los altos costos, las relaciones diplomáticas tensas u otras consideraciones dificultan que Estados Unidos los devuelva a sus países.

La dominicana Ana Pinales —quien llegó a Eagle Pass después de tres años de vivir ilegalmente en Chile, donde no pudo encontrar un trabajo estable— vadeó el río antes del amanecer y caminó por un camino de tierra junto a unos 35 nicaragüenses y 25 cubanos, buscando a los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos para solicitar asilo.

Pinales caminó más tiempo que el resto y se encontró con otros 15 migrantes que esperaban debajo de uno de los dos puentes internacionales que conectan Eagle Pass con la ciudad fronteriza mexicana de Piedras Negras. Después de varias horas, un agente llegó por ellos, relevando a miembros armados de la Guardia Nacional de Texas que estuvieron vigilando al grupo. Varios golfistas jugaban en un campo contiguo a la orilla del río.

“Todo el mundo sabe de esta ruta”, afirmó sonriendo Pinales, de 28 años, aliviada de que estaba casi al final de un viaje de dos meses que la llevó a través de la Región del Darién, en Panamá, y México, donde le robaron 3,000 dólares mientras esperaba en un parque en la ciudad sureña de Tapachula. Dijo que también pagó sobornos con frecuencia para poder pasar los controles militares mexicanos.

El Título 42 ha afectado en gran medida a personas de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, muchas de las cuales han estado esperando en las ciudades fronterizas mexicanas después de que el gobierno de Estados Unidos les negara el derecho a solicitar asilo. México acordó aceptar inmigrantes de los tres países centroamericanos devueltos por Estados Unidos y el mes pasado también comenzó a recibir a un número limitado de cubanos y nicaragüenses que han sido rechazados por las autoridades estadounidenses.

Nolberto Ávila, un pequeño cafetalero que huyó de las amenazas de violencia en Colombia y dejó a su madre y un hermano allí para que se hicieran cargo de las cosechas, nunca había oído hablar del Título 42 en los canales de redes sociales que los migrantes consultan para determinar en quién pueden confiar y a quién y qué evitar. Las conversaciones en línea lo dirigieron a Eagle Pass después de volar a Cancún y tomar autobuses hasta la frontera con Estados Unidos.

“Que sabroso estar aquí”, afirmó Ávila, de 30 años, quien gastó 3,000 dólares en pasajes aéreos y otros gastos de viaje, como sobornos a soldados mexicanos. Su último destino es Los Ángeles.

Un grupo de unos 150 inmigrantes, en su mayoría cubanos, se reunió el viernes a poca distancia al sur del puente, después de haber nadado y caminado a través del río en grupos más pequeños durante varias horas desde antes del amanecer. Los agentes de la Patrulla Fronteriza los formaron en fila india y los dirigieron a camionetas para llevarlos a una zona de procesamiento. Alrededor de dos tercios eran hombres, casi todos los demás eran mujeres y algunos eran niños pequeños.



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