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La marea verde de América Latina muestra el camino a Estados Unidos


2022-05-26

Mariela Belski | The Washington Post

En los últimos 25 años, más de 50 países han modificado sus leyes relativas al acceso al aborto, reconociendo el papel fundamental que desempeña el acceso a la interrupción voluntaria y legal del embarazo para la protección de la vida y la salud de las mujeres.

En la segunda mitad del siglo XX el norte global estuvo a la vanguardia en la reforma de la legislación sobre el aborto, encontrando entre sus grandes exponentes a Estados Unidos, con el histórico precedente de “Roe contra Wade”. Sin embargo, hoy las avanzadas de los sectores conservadores en ese país intentan poner restricciones en el acceso al aborto legal.

Por eso, en la actualidad, son los movimientos trasnacionales de América Latina quienes están avanzando en las discusiones que ponen en el centro de la escena a la autonomía reproductiva y la justicia social y de género.

La histórica conquista del aborto legal en Argentina en 2020, fue sucedida por la decisión de la Suprema Corte de México que declaró inconstitucional penalizar el aborto en 2021. Además, la Corte Constitucional de Colombia despenalizó la interrupción del embarazo durante las primeras 24 semanas de gestación, lo cual lo coloca entre los países de América Latina con derechos sexuales y reproductivos más amplios.

A contramano de lo que sucede en el sur global, en septiembre de 2021 el estado de Texas sancionó una norma que restringe el acceso al aborto a partir de la semana seis de embarazo, plazo en el cual la mayoría de las personas desconocen que cursan un embarazo. Pese a la gravedad de este retroceso, la Corte Suprema estadounidense habilitó que la norma siga en vigor hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo. Será en estas semanas que el tribunal se pronuncie sobre este caso y también la prohibición del estado de Mississippi.

Esto sucede en un escenario con una nueva conformación de la Corte, luego de que la muerte de Ruth Bader Ginsburg —reconocida por su compromiso por la defensa de los derechos de las mujeres— diera lugar al ingreso de magistrados de sectores conservadores.

Si el precedente de “Roe contra Wade” fuera anulado, en 26 estados se prohibiría o restringiría severamente el derecho al aborto, lo que sería un gran retroceso para un país que supo estar a la vanguardia y ser un faro mundial en materia de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

A ello se suma que recientemente el Senado estadounidense perdió la oportunidad histórica de codificar el derecho al aborto en la ley federal. En este contexto, creo que es clave compartir la experiencia de Argentina, que demuestra que el camino hacia la consagración del derecho al aborto no es lineal y suele haber retrocesos en su recorrido.

La “marea verde”, como se conoce al movimiento de mujeres de Argentina —color distintivo que fue adoptado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y que se pudo ver en los pañuelos verdes que recorrieron el mundo— también enfrentó muchos obstáculos. Un claro ejemplo fue el 2018, cuando luego de un extenso y robusto debate en el Congreso y de movilizaciones multitudinarias, el Senado rechazó con un estrecho margen el proyecto que proponía la legalización del aborto en Argentina.

Aquel revés fue un golpe duro. Pero no nos desalentó, sino que por el contrario consolidó una marea verde imparable que redobló sus esfuerzos y estrategias. Esa marea, en diciembre de 2020, en un escenario muy adverso y en plena pandemia, consagró el derecho al aborto en ley, reconociendo que se trataba de un imperativo en materia de derechos humanos y salud pública.

Argentina y el sur global traccionan hoy la discusión mundial por los derechos sexuales y reproductivos, marcando la agenda hacia donde buscan encaminarse muchos de los movimientos transfeministas del mundo.

En agosto de 2018 Amnistía Internacional publicó una contratapa en The New York Times, en donde con la imagen de una percha se le pedía al Senado que dijera “adiós” al aborto en condiciones de clandestinidad. Aquella contratapa finalizaba con la frase “The world is watching” (El mundo está observando). Esa misma contratapa podría reeditarse hoy con la situación de los Estados Unidos. El mundo y los movimientos de mujeres estamos mirando qué sucede en ese país. La ola verde llegó para quedarse y las intenciones de imponer retrocesos no podrán calmar su oleaje.
 



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