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¿Qué tan seguro es regresar al gimnasio? Un nuevo estudio ofrece respuestas


2022-06-06

Por Gretchen Reynolds | The New York Times

Parece que muchos gimnasios y clubes de salud se están llenando otra vez con gente ansiosa por volver a sus viejas rutinas y comunidades o por ponerse en forma para el verano. Al mismo tiempo las subvariantes nuevas de ómicron están haciendo que aumenten las infecciones por covid. Entonces, ¿qué tan seguro es regresar al gimnasio?

En otras palabras, ¿cuántas partículas microscópicas de aerosoles están expirando al ambiente los otros ciclistas en tu clase de spinning? ¿Y cuántas escupe el corredor en la caminadora de al lado? Un estudio pequeño sobre respiración y ejercicio que se publicó a finales de mayo en Proceedings of the National Academy of Sciences proporciona algunas respuestas que podrían ser un tanto sorprendentes.

El estudio se centró en el número de partículas de aerosoles que 16 personas exhalaron en reposo y durante las rutinas. Esos pedacitos de materia aerotransportada —las cuales miden apenas unos cientos de micrómetros de diámetro, o la anchura de un cabello, y que están suspendidas como neblina procedentes de nuestros pulmones— pueden transmitir el coronavirus si alguien está infectado, llevando el virus por el aire de un par de pulmones a otro.

El estudio encontró que, en reposo, los hombres y mujeres expiraban unas 500 partículas por minuto. Pero cuando se ejercitaban, el total aumentaba 132 veces, llegando a más de 76,000 partículas por minuto, en promedio, durante los ejercicios más vigorosos.

Estos hallazgos ayudan a explicar por qué diversos eventos desde 2020 que se consideran como superpropagadores se dieron en clases de algún gimnasio en interiores. También podrían renovar las preocupaciones de algunas personas sobre los programas en gimnasios cerrados conforme los casos de COVID-19 van aumentando otra vez en muchas partes de Estados Unidos, además de suscitar preguntas sobre cómo reducir el riesgo a la exposición mientras nos ejercitamos.

En términos generales, llenar lugares cerrados con cuerpos que respiran con ahínco es una mala manera de evitar la transmisión de COVID-19 o cualquier otra enfermedad respiratoria. En 2020, 54 surcoreanos dieron positivo a covid tras acudir a clases de zumba con instructores infectados y luego, transmitieron el virus a familiares y conocidos. Más adelante, ese mismo año, los 10 miembros de una clase de spinning en Hawái donde el instructor estaba infectado también se contagiaron, así como otras 11 personas que estuvieron en contacto cercano con uno de los asistentes a la clase, un entrenador personal y un instructor de kick box.

Los científicos que investigan brotes como este especularon que una ventilación inadecuada y un ritmo de respiración acelerada entre las personas que se ejercitan contribuyeron a la propagación de la covid en dichos gimnasios, casi como un incendio que se propaga en el bosque. Pero los científicos no podían más que adivinar sobre cuánto el ejercicio había aumentado los niveles de partículas de aerosol en las áreas en cuestión. No es una tarea fácil medir cuánto aumentan las partículas flotantes durante el ejercicio.

Así que, para el estudio nuevo, un grupo de científicos del ejercicio e investigadores de dinámica de fluidos en Alemania desarrolló un método innovador para medir la emisión de aerosoles: una sola bicicleta estacionaria y un ciclista dentro de una tienda de campaña cerrada. Los ciclistas usaron cubrebocas de silicón que atrapaban su aliento expirado y, por medio de tubos, mandaba el aire a una máquina que contaba cada partícula que iba llegando.

Los investigadores primero midieron la producción de partículas de los individuos mientras estos estaban sentados sin moverse y luego, mientras pedaleaban a un ritmo cada vez más exigente hasta que finalmente estaban demasiado exhaustos para continuar. Las partículas se estaban contando todo el tiempo.

Los científicos esperaban que la producción de aerosoles de los deportistas aumentara a medida que la intensidad fuera mayor. Todos respiramos más profundo y rápido cuando intensificamos el ejercicio. Pero la proporción del aumento “nos sorprendió”, dijo Henning Wackerhage, profesor de biología del ejercicio en la Universidad Técnica de Múnich y autor principal del nuevo estudio.

El aumento de las emisiones de aerosoles comenzó siendo moderado según los ciclistas entraban en calor y empezaban a pedalear más fuerte. Pero cuando alcanzaron un umbral en el que el ejercicio se volvió notablemente más extenuante —más o menos cuando un trote se convierte en una carrera o una clase de spinning cambia a intervalos— el aumento de las emisiones fue exponencial. Los ciclistas empezaron a expulsar unas 10 veces más aire por minuto que en reposo, mientras que el número de partículas por minuto se multiplicó por más de 100 a medida que los ciclistas se acercaban al agotamiento (lo que variaba considerablemente de una persona a otra).

En una sala llena de ciclistas de spinning, corredores en caminadoras o practicantes de deportes de resistencia, “la concentración de partículas de aerosol aumentará mucho”, afirma Benedikt Mutsch, estudiante de posgrado del Instituto de Mecánica de Fluidos y Aerodinámica de la Universidad de las Fuerzas Armadas Alemanas de Múnich y coautor del estudio. A mayor número de partículas, mayor posibilidad de contagio de COVID-19 si alguno de los ejercitantes está infectado.

“El estudio aporta datos mecánicos que respaldan la hipótesis de que hacer ejercicio en interiores es una actividad de mayor riesgo en lo que respecta a la transmisión de la COVID-19” que hacer ejercicio en el exterior, declaró Linsey Marr, profesora de ingeniería civil y medioambiental en Virginia Tech y experta en la transmisión aérea de virus.

Pero estos riesgos pueden mitigarse. “Una buena ventilación y el recambio de aire son una excelente manera de reducir el riesgo de transmisión”, dijo Chris Cappa, profesor de ingeniería civil y medioambiental de la Universidad de California, Davis, y experto en dinámica del flujo de aire.

“Las ventanas abiertas, en especial con abanicos, a menudo pueden ser tan efectivas como los sistemas de ventilación activos”, dijo. Si las ventanas de tu gimnasio están cerradas, pide al administrador que las abra bien y que encienda los ventiladores a toda máquina. Si el clima es agobiante y se requiere aire acondicionado, asegúrate que los equipos succionan aire del exterior de modo que una nueva provisión reemplace el aire lleno de emisiones en aerosol que tú y tus compañeros exhalan.

También podrías sugerir que el gimnasio instale filtros de aire en cada zona de entrenamiento, dijo Cappa. “Estos pueden ser realmente efectivos en reducir el riesgo de transmisión al retirar los virus del aire”. Se pueden comprar o incluso fabricar en casa, dijo.

También, mantente bien alejado de otros deportistas. “La distancia social de dos metros o más siempre es importante”, afirmó Mutsch. Pero tal vez no sea suficiente durante las clases de ejercicio extenuante en interiores. El nuevo estudio no rastreó hacia dónde fluyen las partículas de aerosol de los ciclistas, pero es probable que fluyan mucho más allá de los dos metros, dijo. Así que hay que mantener una distancia de al menos 2,5 metros durante los entrenamientos extenuantes, lo que requiere salas grandes y clases pequeñas.

Las clases en sí deben estar igualmente bien espaciadas. “Si hay clases de ejercicios seguidas, parte del aire de la primera clase se trasladará a la segunda” señaló Cappa. Asegúrate de que hay descansos de al menos 15 y preferiblemente 30 minutos entre las sesiones para permitir que el aire se descongestione.

También hay que ponerse un cubrebocas. “Los cubrebocas reducen las emisiones de aerosoles”, dijo Wackerhage.

Si te incomoda la mascarilla N95 cuando haces ejercicio intenso, “sugeriría usar una buena mascarilla quirúrgica”, dijo Cappa, este tipo de cubrebocas puede sentirse ligeramente menos apretada y húmeda.

Finalmente, revisa la incidencia de COVID-19 en tu zona. “Entre más altas las tasas locales”, dijo Cappa, “es más probable que una persona contagiosa esté en tu clase”. Si los casos van en aumento, tal vez sea buena idea andar en bicicleta —o trotar o caminar o pasear— afuera hasta que bajen los casos.

Pero sigue moviéndote. Este estudio “es más un incentivo para alentar mayor ventilación” y distanciamiento en los gimnasios, dijo Marr. Pero no es motivo para dejar de ejercitarse. “El ejercicio tiene tantos beneficios”, dijo, “que seguiré haciéndolo en mi gimnasio bien ventilado y sin amontonamiento”.



Jamileth


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