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Tomar decisiones es fundamental en la vida
Por | Mónica Muñoz Pedir la luz de Dios para que nuestras decisiones sean las mejores. Me acabo de levantar, el día comienza y sé que tengo por delante muchas horas de trabajo. Después de un breve descanso durante el fin de semana, vuelvo a la rutina: tomar un baño, preparar lo que me llevaré para desayunar, ir al trabajo, realizar compras, hacer encargos, comer, hacer pendientes e irme a dormir a altas horas de la noche… en fin, que, mientras Dios lo quiera, algo así es mi día a día. Creo que todos pasamos por el proceso de armarnos una rutina, cuando, por la gracia de Dios, tenemos trabajo, y es normal, porque somos seres que necesitamos estabilidad, orden y control, pero también requerimos tiempo para relajarnos, convivir con la familia y amigos, para descansar y realizar actividades que nos permitan crecer y alimentar nuestro espíritu, en fin, que sea cual sea nuestro modo de vida, en todo momento tenemos que tomar más de una decisión. Y para eso, es muy importante entender que las decisiones no pueden aplazarse eternamente, por ejemplo, si en el trabajo nos piden un proyecto tedioso, tarde o temprano tendremos que darle salida, por eso, lo ideal será sentarnos un rato diariamente hasta tenerlo completo. Y para hacer este ejercicio, primero tuve que tomar la decisión de sacudirme la flojera mental y esbozar un plan para llevar a cabo el encargo. Si en la familia deseamos realizar algún viaje, es necesario decidir a dónde iremos, cuánto dinero se va a necesitar, cuanto tiempo nos llevará ahorrarlo, y después, en dónde nos vamos a hospedar, cuántos días estaremos fuera, que hay que llevar, qué hay que hacer para dejar la casa en orden, en fin, hay una serie de pasos a dar que se vuelven decisiones importantes, ya que de ellas dependen el éxito de nuestras empresas. Por eso, dejo algunos consejos que pueden resultar útiles a la hora de decidir: 1. Si estás enojado, no te precipites. Es muy común querer terminar pronto con algo cuando nuestro estado de ánimo está exaltado, pero lo más seguro es que nos arrepintamos después de lo dicho o lo hecho, como terminar una relación, exigir explicaciones, discutir con un ser querido, concluir un negocio, y más situaciones que con la cabeza fría habríamos tratado de otro modo. 2. La alegría puede nublar la razón. De la misma manera que el enojo, sentirse muy contento puede provocar que la persona crea que las cosas siempre serán de la misma manera, por eso, el exceso de optimismo podría conducirle a errar una decisión, como a aquellas personas que en un impulso deciden casarse sin antes planear su futuro o conocer bien a su cónyuge, lo cual pude aplicarse también a los amigos, socios, compras, etc. 3. Si tienes hambre, no estás en condiciones de decidir. Me viene a la cabeza el ejemplo bíblico de Esaú y Jacob. Los hermanos eran hijos de Isaac. Cuenta la historia que Isaac, estando muy enfermo y sintiendo que se acercaba la hora de su muerte, había quedado ciego y quería dar a su hijo Esaú la bendición reservada al primogénito, la cual le conferiría poder y autoridad ante sus descendientes. Esaú regresaba del campo hambriento y supo que su padre quería verlo. Jacob había guisado unas deliciosas lentejas, y, aprovechando las circunstancias, cambió a su hermano la primogenitura por un plato del guiso. Esaú accedió gustoso, y mientras ingería el alimento, Jacob recibió la bendición de su padre. Por eso, se dice que no hay que venderse por un plato de lentejas, es decir, la necesidad del momento no debe obligarnos a decidir, mejor pensemos qué otras opciones hay para elegir la más adecuada. 4. La soledad a veces es mala consejera. Estar solo puede ayudar a la persona a reflexionar, a interiorizar y entender qué va a pasar consigo o simplemente le ayudará a darse un momento para pacificar sus emociones. Pero cuando alguien se encuentra solo porque no tiene familia cerca o está pasando por un periodo de depresión, entonces podría resultarle dañino tomar decisiones, tal es el caso de los niños o jóvenes que se sienten abandonados de sus padres o de sus amigos, convirtiéndose en presas fáciles de personas que desean abusar de ellos de muchas maneras, como invitarles sustancias peligrosas o inducirlos a cometer un delito. Lo mismo ocurrirá con un adulto que, estando solo y en situación vulnerable, terminará siendo víctima de alguien que le prometa ayuda a cambio de un alto precio, como su dignidad o su libertad. 5. El cansancio puede llevarte a la desgracia. Por dramático que parezca, una persona cansada no debe tomar decisiones, baste recordar los miles de accidentes automovilísticos que se hubieran evitado si las personas no hubieran decidido manejar cansadas. Y si se trata de una decisión familiar, es mejor estar despiertos, descansados y de buen humor para que todos los acuerdos beneficien a cada integrante de la familia. Por eso, lo ideal es pedir la luz de Dios para que nuestras decisiones sean las mejores, recordemos que cada una de ellas tendrá consecuencias, así es que, seamos prudentes y pidamos la sabiduría necesaria para elegir lo que nos haga verdaderamente felices. aranza |
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