Formato de impresión


Los ucranianos hablan de una sombría resistencia en la muerte y en el combate


2022-06-12

Carlotta Gall, The New York Times

DNIÉPER, Ucrania — Marcadas por filas de banderas ucranianas, con sus franjas amarilla y azul, que ondean al viento, cerca de 600 tumbas se extienden hasta los bordes del cementerio militar en las afueras de la ciudad de Dniéper.

Las tumbas representan solo un pequeño porcentaje de los miles de militares ucranianos que han muerto en ocho años de guerra desde que Rusia comenzó a anexar partes de su país en 2014, pero la rápida expansión de este cementerio en el este de Ucrania es reveladora.

Casi la mitad de las tumbas son nuevas. Envueltas en coronas de flores artificiales o marcadas con una cruz de madera clavada en el barro, las sepulturas pertenecen a militares asesinados en los últimos tres meses, desde que Rusia inició su invasión a gran escala de Ucrania.

El número de bajas ucranianas sigue siendo un secreto muy bien guardado. El gobierno mediático del presidente Volodímir Zelenski ha controlado con sumo cuidado el flujo de información en un aparente intento por mantener alta la moral pública. Los hospitales y los funcionarios militares tienen prohibido declarar respecto al número de víctimas. Por lo general, a los reporteros no se les permite visitar el frente de batalla en Ucrania y las fotografías y videos que muestran a militares heridos y muertos no son habituales.

Sin embargo, mientras la artillería rusa golpea a sus fuerzas en el este, en Ucrania el número de los heridos aumenta con tal velocidad que la semana pasada Zelenski dijo que el Ejército estaba perdiendo entre 60 y 100 militares por día y, por primera vez, el presidente visitó a las tropas en el frente.

En los hombres en el frente la presión es evidente: se nota en los ojos de un jefe de policía muerto de cansancio después de otro día de dirigir a sus hombres en una ciudad bombardeada; en la mirada en blanco de un comandante que acababa de perder a uno de sus mejores militares, y en la mirada tensa de un grupo de militares que se dirigen por primera vez a la zona cero, que es como estos llaman a las trincheras de primera línea.

Esos militares se enfrentan quizás a las semanas y meses más agotadores de la guerra mientras intentan detener, y sobrevivir, el ataque ruso.

Un militar ucraniano de la 95.a Brigada de Asalto Aéreo usa lentes de visión térmica mientras está de guardia en un sistema de trincheras a lo largo de la línea del frente en la región de Donetsk cerca de Izium, Ucrania, el 26 de mayo de 2022. (Finbarr O'Reilly/The New York Times)

La naturaleza de la lucha ha cambiado para los ucranianos, de enfrentamientos urbanos cuerpo a cuerpo y ataques relámpago contra columnas blindadas rusas alrededor de Kiev, en los que se destacaron; a batallas de artillería de larga distancia y ataques aéreos en el frente oriental, donde Rusia tiene la ventaja gracias a una potencia de fuego superior.

Los militares que estuvieron en las trincheras la semana pasada cerca de la aldea de Dovhenke, a poca distancia de la disputada región de Donetsk, describieron cómo caminaron hacia posiciones y se atrincheraron mientras proyectiles de tanques, morteros y bombas de racimo caían a su alrededor.

“Estábamos cavando de rodillas y en el barro porque estaba lloviendo”, dijo Samara, de 48 años, líder adjunto de una unidad que ha completado cinco rondas en el frente de batalla. Como la mayoría de los militares, pidió ser identificado por su nombre en clave por razones de seguridad.

“No tuvimos un momento de silencio en las últimas 48 horas”, dijo.

Un tanque atacó sus posiciones durante cinco horas, luego la infantería rusa comenzó un asalto a pie, dijo. Los francotiradores ucranianos detuvieron el avance de la infantería y los militares lograron colocar una mina en el trayecto del tanque, pero aguantar fue lo único que los hombres en las trincheras pudieron hacer, dijo.

“Cuando un tanque está disparando, tienes que esconderte”, dijo. “Es una situación difícil”. Su taza de hojalata fue perforada con varios agujeros de metralla. “La dejé fuera de la trinchera”, dijo riendo. “No levanté la cabeza para ver cómo había sucedido”.

Nadie duerme durante el periodo de 72 horas que pasas en “la zona cero”, dijo. El Ejército había probado rotaciones con diferentes tiempos de duración y determinó que tres días era el límite que los hombres tendrían que permanecer en una rotación antes de cambiarse, dijo.

Un militar, Vadym Melnyk, de 40 años, que tiene un doctorado en Economía y enseña en la Universidad de Kiev, dijo que estaba decepcionado de no ver ninguna evidencia de armas suministradas por Occidente durante su primera rotación en el frente la semana pasada.

“Desafortunadamente no vi ningún arma”, dijo después de regresar. “Y ese lugar ahora es uno de los más difíciles en el frente”.

La unidad, que solo contaba con rifles de asalto y armas antitanque de fabricación soviética, tenía la tarea de mantener la posición contra un ataque ruso. Ni siquiera tenían misiles Javelin de fabricación estadounidense, que han sido enviados en grandes cantidades a Ucrania, dijo.

Los rusos, dijo, tenían una potencia de fuego mucho mayor, con múltiples sistemas de lanzamiento de cohetes, tanques y armas de gran calibre. “Usaron todo lo que tenían”, dijo. “Nos estaban disparando sin ningún problema”.

En las últimas semanas, los combates en Dovhenke, que se encuentra al sur de la ciudad de Izium, han sido particularmente intensos luego que las fuerzas rusas se abrieron paso hacia el sur, una medida para apoderarse de la última parte de la región de Lugansk. Las fuerzas rusas capturaron el pueblo a fines de mayo y continúan avanzando hacia la ciudad de Sloviansk.

Los ataques aéreos siguen siendo persistentemente devastadores y Ucrania parece tener poca defensa contra ellos, dijeron comandantes y militares. Un militar dijo que la semana pasada su regimiento perdió a 28 hombres en una noche de bombardeo de aviones rusos.

Sin embargo, aquellos que sobrevivieron a los bombardeos dijeron que esto inspiró una mayor determinación. Nadie iba a renunciar en nuestra unidad, dijo Melnyk.

“Nos quedamos todos hasta el final de la rotación”, dijo. El grupo incluía jóvenes de 19 y 20 años y hombres de 50 años, incluido un exconvicto y hombres con doctorados. “Es una mezcla tan loca, pero todos sienten lo mismo: debemos estar allí, debemos luchar y debemos ganar”.



JMRS


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com