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Ser puntual se pone de moda


2022-06-13

Katherine Rosman | The New York Times

Dos años de trabajo a distancia debido a la pandemia acabaron con aquello de llegar “un poco tarde”.

La hora de inicio del festejo para celebrar el nuevo libro de Tina Brown, The Palace Papers, era 6:30 p. m. y fue justo en el momento en que los integrantes de los medios comenzaron a llegar a Michael’s, un bistró en el centro de Manhattan conocido por sus almuerzos de negocios. Para las 6:35 p. m., el lugar estaba lleno.

Yo estaba parada del otro lado de la calle 55 Oeste y veía cómo se desarrollaba el momento sin poder creerlo. Varios años de asistir a este tipo de actos, fuera como reportera o invitada, me habían enseñado a llegar al menos 15 minutos después de la hora a la que nos citaban. Ingresé a las 6:40.

Brown también notó el arribo temprano. La escritora me comentó: “Todos anhelamos tener compañía estos días. En la actualidad, queremos llegar a la fiesta tan pronto como sea posible, antes de que otro brote de covid la cancele”.

En el centro de la ciudad de Nueva York, en el ayuntamiento, ha habido un nuevo énfasis en la puntualidad desde que el alcalde Eric Adams asumió el cargo en enero.

Frank Carone, el jefe de personal del alcalde, señaló: “El alcalde Adams es muy puntual. Si llegas cinco minutos antes, eres puntual. Si llegas a la hora, llegas tarde”.

Carone continuó: “Estamos en Hora Lombardi”, en referencia al sistema de puntualidad del famoso entrenador de los Empacadores de Green Bay en la década de 1960.

Katie Honan, una reportera de The City, un medio informativo sin fines de lucro que cubre Nueva York, indicó que le agradaba el cambio desde la partida del alcalde anterior, el a menudo impuntual Bill de Blasio. Ya que ella misma se describe como una “persona puntual de manera compulsiva”, Honan señaló que ha notado (y agradece) el compromiso de Adams para estar a tiempo.

Agregó: “Hay una diferencia muy notoria entre los alcaldes Adams y Bill de Blasio”.

En 2022, ya no está “un poco” de moda llegar “un poco” tarde, un cambio que parece haber surgido a raíz de la pandemia que ahora está en su tercer año.

Durante la primera fase, cuando las videoconferencias se volvieron la norma para muchos oficinistas en todo Estados Unidos, las personas que antes tenían dificultad para estar a tiempo descubrieron que ya no se retrasaban debido al traslado al lugar de trabajo o las sesiones de chismes de oficina. La colaboración entre quienes estaban en diferentes zonas horarias se ha vuelto casi perfecta y las personas pueden integrar el recoger a los niños del colegio y otros deberes relacionados con el cuidado infantil en sus jornadas laborales.

“La puntualidad es lo más importante a medida que atravesamos una reevaluación de nuestra relación con el tiempo”, opinó Linda Ong, directora ejecutiva de Cultique, una firma consultora en Los Ángeles que asesora a compañías sobre las normas culturales cambiantes. “Ha habido menos tolerancia a los retrasos porque existe la expectativa de que tienes más control sobre tu tiempo y de que deberías ser puntual”.

Conforme más y más empleados de oficinas regresan al sitio de trabajo, la capacidad de administrar su propio tiempo no es algo a lo que quieran renunciar, manifestó Sophie C. Avila Leroy, una profesora de Administración en la Universidad de Washington Bothell.

Leroy precisó: “La pandemia le permitió a la gente funcionar durante un largo periodo en su propio horario. Conforme regresas a la oficina, tienes que negociar todas estas cosas: traslados al trabajo, interactuar con personas y no poder atender tu vida personal y familiar de las maneras en que podías cuando trabajabas desde casa”.

La académica agregó que la renuencia de algunos para regresar a la oficina requerirá que los gerentes conviertan a la eficiencia en una prioridad.

“Las personas cuestionan de manera implícita: ‘¿Para qué me quieren de regreso en el lugar de trabajo? Más les vale que haya una razón para gastar todo este dinero en gasolina o trenes para trasladarme; más les vale que valga la pena arriesgarse a contraer covid cuando he demostrado que puedo trabajar con eficiencia desde la casa’”, indicó. Leroy también comentó que esto se podría traducir en una cultura de: “Estoy aquí para hacer cosas, no para tener conversaciones sin importancia”.

Marcia Villavicencio, una integrante de la Marina de Estados Unidos destacada en San Diego que también administra una empresa de acondicionamiento físico y asesoría de estilo vida, secunda la idea de que el trabajo remoto ha hecho que los empleados se sientan menos dispuestos a soportar las distracciones y las ineficacias de la vida de oficina. Villavicencio dijo: “La gente quiere terminar con mayor rapidez las cosas que tiene que hacer, para poder hacer lo que quiere hacer”.

En los últimos años, el cómico Mike Birbiglia se ha convertido en una especie de portavoz de las virtudes de la puntualidad. En un especial de Netflix, Thank God for Jokes, pide a los miembros del público que aplaudan si “eres de los que llegan tarde”. En medio de los aplausos, dice: “Lo que la gente impuntual no entiende de nosotros, los puntuales, es que los odiamos”. La frase la pronuncia mientras los que llegan tarde encuentran sus asientos. “Bienvenidos al espectáculo”, bromea.

Esta era una rutina que hacía antes de la pandemia. Ahora, dijo en una entrevista, cumplir con el horario se ha vuelto aún más importante. Al igual que muchos otros cómicos que se dedicaron a hacer pódcast y a otros trabajos paralelos cuando los espectáculos en directo desaparecieron de sus agendas, él se encuentra más ocupado que nunca.

“Estoy tratando de meter dos años de trabajo que no podía hacer con todo el trabajo que tengo ahora”, dijo Birbiglia, que ha producido 73 episodios de Working It Out, un pódcast en el que él y sus invitados, como Judd Apatow, Sarah Silverman y Bowen Yang, hablan de comedia y a veces prueban nuevo material.

El cambio en la relación de la gente con el reloj también ha afectado al negocio de los restaurantes. “Desde la pandemia, vemos un verdadero aumento de las reservas por internet”, afirma Debby Soo, directora general de OpenTable, la empresa de reservaciones digitales. “Mientras que antes había más reservas sin cita previa, ahora la gente planifica con antelación y programa el horario de sus comidas”.

Los comensales también reservan antes, según Patti Röckenwagner, propietaria de Dear John’s, un asador de Los Ángeles que fue propiedad de Frank Sinatra. “La gente que solía comer a las 19:30 u 20:00 horas ahora come a las 18:00 o 18:30, porque no se desplaza”, dijo. “No están corriendo a casa después del trabajo para cambiarse de ropa y, de hecho, están realmente listos para salir de sus casas a las 5:30”.

Una hora pico más temprana y la constante popularidad de comer al aire libre en medio de las continuas oleadas de coronavirus han complicado el funcionamiento de un restaurante, añadió Röckenwagner.

“Al condensarse el horario”, dijo, “hay que estar más atenta a la gestión de las reservas a tiempo, para intentar conseguir ese segundo turno antes de que haga demasiado frío para comer al aire libre, incluso con las lámparas de calor de Los Ángeles”.

Este verano, Röckenwagner y sus socios abrirán un nuevo restaurante, Dear Jane’s, en Marina del Rey, con un primer turno a las 4:30 p.m. “Hora del rosé”, dijo.

El nuevo énfasis en la puntualidad en la vida cotidiana llega cuando los científicos están trabajando en obtener un recuento más preciso del propio tiempo. Como The New York Times reportó este año, físicos y metrólogos en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas han estado redefiniendo la medida de la unidad de tiempo conocida como segundo.

Chad Orzel, un profesor adjunto de Física y Astronomía en Union College y autor de un libro publicado recientemente, A Brief History of Timekeeping, comentó que apegarse a la puntualidad ha sido un reto difícil de cumplir desde hace milenios.

Orzel contó que las personas que intentaron medir el tiempo en el antiguo Egipto transformaron contenedores de agua en relojes y las nociones modernas de puntualidad se desarrollaron miles de años después, en la era industrial.

Orzel también aseguró: “Con el auge de las ciudades, la gente comienza a tener relojes públicos que muestran la hora y las personas se vuelven más y más estrictas sobre el tiempo. Para finales siglo XIX, los relojes de bolsillo eran tan suficientemente buenos y baratos, alrededor de un dólar por un reloj bastante decente, que la mayoría de las personas tenían uno y podían simplemente ir a la estación de tren una vez a la semana para poner sus relojes a la hora”.

En un nivel más práctico, lejos de las fronteras de la ciencia, Orzel dijo que es alguien que ha tenido la costumbre de llegar temprano, habiendo sido condicionado por un entrenador de baloncesto de la escuela secundaria para hacerlo. “Todavía me pasa de vez en cuando que me hallo sentado en el estacionamiento jugando a Pokémon por teléfono con mis hijos para no llegar vergonzosamente temprano a donde vamos”, dijo Orzel, quien usa un viejo Seiko.

Orzel entiende por qué la puntualidad está cobrando popularidad. Afirmó: “Pienso que es algo relacionado con el aspecto de que ahora hay menos pérdida de tiempo en las oficinas. Las personas parecen decir: ‘No me gusta usar cubrebocas, así que iré a la oficina, haré mi trabajo y saldré de ahí tan pronto como sea posible’”.



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