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En reuniones del G7 y la OTAN, lo que faltó por concretarse: el fin a la guerra y bajar el precio de la gasolina


2022-07-01

The New York Times

El presidente estadounidense, Joe Biden, pronunció una sombría advertencia a los estadounidenses tras la invasión de las tropas rusas a Ucrania en febrero: retar al presidente ruso, Vladimir Putin, podría dañar la economía estadounidense. “No voy a fingir que esto no va a ser doloroso”, mencionó Biden en declaraciones hechas en la Sala Este de la Casa Blanca.

No obstante, pocas personas en el gobierno de Biden imaginaron cuántas aflicciones habría para la política y la economía estadounidenses a raíz de la cruenta y prolongada guerra en el este de Ucrania: la creciente molestia por el precio de la gasolina a 1,32 dólares por litro, una frustración cada vez más profunda por el alza en el costo de los alimentos y las rentas, así como una oposición en aumento al gasto de miles de millones de dólares en un conflicto en el extranjero al que no se le ve final.

En reuniones del Grupo de los Siete y la OTAN esta semana en Europa, Biden y sus aliados enfatizaron en repetidas ocasiones la idea de que deben estar unidos contra Rusia mientras crean nuevas y más firmes medidas contra las que consideran prácticas económicas depredadoras de parte de China.

No obstante, las reuniones también destacaron las tensiones profundas de la guerra en los líderes y consumidores de Occidente debido a los costos energéticos que se han disparado como resultado de las sanciones estrictas impuestas a Rusia y que podrían elevarse aún más.

A pesar de todos los pasos que Biden y sus aliados dieron para contrarrestar la agresión rusa (incluyendo una vía rápida para el ingreso a la OTAN de Finlandia y Suecia y un plan para limitar el precio de las exportaciones petroleras rusas), los líderes fracasaron en describir cuál sería la jugada final en la larga guerra de desgaste.

Biden ya siente la presión política de su rápida respuesta a la invasión de Ucrania. Su decisión de prohibir las importaciones de petróleo ruso poco después de la invasión tuvo como efecto el alza de los precios globales, lo cual ha debilitado la confianza de los consumidores y puesto en riesgo el control de los demócratas del Congreso en las próximas elecciones intermedias. Los republicanos han intentado culpar a las políticas energéticas y climáticas del presidente, pero la invasión y la respuesta de Occidente a esta son las razones del incremento.

Si la guerra se prolonga y Biden fracasa en su plan de mantener el flujo de petróleo ruso con un gran descuento, algunos analistas afirman que los precios del petróleo podrían irse por las nubes a cerca de 200 dólares el barril, lo que podría significar un litro de gasolina a 1,85 dólares o más (precios que, si se mantienen, dañarían de manera grave las esperanzas de reelección de Biden).

Si el conflicto se extiende también se requeriría que Estados Unidos y sus aliados destinaran dinero adicional para el Ejército y otra ayuda para Ucrania, además de los 40,000 millones de dólares que el Congreso ya aprobó este año. Por ahora, es solo un pequeño grupo de opositores que cuestionan el gasto, pero ese descontento se podría diseminar, lo que brindaría una línea de ataque para el expresidente Donald Trump, quien da señales de un plan para volver a contender contra Biden en 2024.

Esas corrientes hacen que los próximos meses sean cruciales para Biden y su coalición internacional envalentonada (un hecho que los funcionarios del gobierno han comenzado a reconocer). El asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan, les comentó a los reporteros que cubrieron las reuniones del Grupo de los Siete en los Alpes alemanes que los aliados intentarían ayudar a las fuerzas ucranianas, superadas en armamento, a ganar tantos puntos de apoyo en la guerra como fuera posible antes del invierno, porque “un conflicto que se complica no está en el interés del pueblo ucraniano, por obvias razones”.

Sullivan y la secretaria del Tesoro Janet Yellen señalaron esta semana que los funcionarios actuarían con rapidez para negociar e implementar los miles de detalles sin resolver del límite propuesto al precio de las exportaciones de petróleo ruso y prometieron que habría alivio para los automovilistas en la gasolinera si este entraba en vigor. Sin embargo, diversos economistas y expertos energéticos dudan de que un límite, que nunca ha sido intentado a escala global como esta, podría ponerse en marcha de forma efectiva en cualquier fecha próxima. En privado, algunos funcionarios del gobierno aceptan que podría tardar hasta finales del otoño o más tiempo.

Los datos que el Departamento de Comercio dio a conocer el jueves muestran que los precios afectados por la guerra, como los de los alimentos y la energía, continuaron en aumento en mayo, mientras que la tasa de crecimiento de otros precios se niveló. Biden culpó a Putin.

“La razón por la que los precios de la gasolina han subido es por culpa de Rusia”, aseguró en una conferencia de prensa.

Al menos algo de alivio temporal podría estar en camino para los automovilistas estadounidenses. El precio promedio en el país se ha reducido un poco en las últimas semanas y los contratos futuros para comprar gasolina han bajado mucho más de manera significativa, lo que indica que las gasolineras podrían reducir los precios en julio. Sin embargo, muchos analistas expresan que, en su opinión, los precios podrían elevarse de nuevo más adelante este año a medida que la prohibición europea a las importaciones de petróleo ruso toma efecto, a menos que el plan del límite de precio de Biden tenga éxito.

Para que el presidente se concentrara esta semana en la guerra, la inflación de los precios energéticos y las amenazas en ciernes de China, tuvo que desatender muchos de los temas que dominaron la campaña presidencial de 2020 (y las controversias actuales en su partido).

Biden y los otros líderes en pocas ocasiones mencionaron la pandemia de COVID-19. Los planes en crecimiento (y empantanados) de Biden para nuevos programas sociales quedaron al margen. Incluso el cambio climático quedó relegado en gran parte a nobles promesas en foros públicos en lugar de compromisos concretos de emprender acciones.

Proponer un límite de precio es solo el ejemplo más reciente de cómo Biden intenta hallar soluciones al dolor de los consumidores causado por la guerra.

Altos funcionarios se han puesto en contacto con Venezuela (un aliado de Rusia que ha enfrentado sanciones de Estados Unidos durante años) en relación con la crisis de suministro de petróleo. El gobierno también ha buscado la ayuda del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para sacar granos de Ucrania con el objetivo de aminorar la escasez de alimentos.

Además, Biden visitará Arabia Saudita este mes y tendrá un encuentro con el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, tras exhortar en repetidas ocasiones a los sauditas y a otros grandes productores de petróleo a incrementar la producción. A Biden se le cuestionó el jueves si él mismo presionaría al gobernante de facto saudita para lograr dicho incremento, a pesar de que una vez declaró que el príncipe era un “paria” debido al brutal asesinato de Jamal Khashoggi, un periodista disidente saudita, en 2018. Biden respondió que no lo haría.

No obstante, la urgencia de responder a los efectos causados por la guerra ha llevado a Biden a al menos considerar lo que otrora hubiera sido impensable. Eso subraya la realidad para el presidente y sus aliados: hay pocas soluciones a la situación actual que no tengan desventajas.



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