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Especulación financiera


2022-07-08

Por: Marlene Yanez Bittner | Fuente: Catholic.net

Hoy, que tanto las Economías de países subdesarrollos como la de grandes potencias se han visto fuertemente afectadas principalmente por la crisis sanitaria y luego por la guerra en Ucrania, las personas comienzan a diversificar sus inversiones y poner en la mira otras alternativas no sólo para resguardar su dinero, sino también, para obtener beneficios económicos.

Los mercados financieros entendidos como espacios, físicos o virtuales, a través del cual se intercambian “activos” financieros entre los agentes económicos, estableciendo condiciones y preferencias, se presentan como una opción de inversión.

“La experiencia histórica enseña que en ausencia de sistemas financieros adecuados no habría sido posible el crecimiento económico” (DSI 368)

Y aquí podría surgir la interrogante: ¿Podría la especulación financiera llevar al pecado?

Los mercados financieros y los bancos proporcionan un servicio importante cuando se rigen por el bien común, pues ponen a disposición de las empresas y de la economía el capital financiero necesario. El deudor debe pagar los intereses como precio por la liquidez concedida.

También es deber del mismo mercado financiero cuidarse de sobrevalorar su gestión a modo de no distorsionar el valor real del dinero. La sobre especulación atenta contra el precio justo del dinero y de los servicios prestados por la administración del mismo.

El menoscabo agresivo de la economía de las personas y de sus familias, o del trabajo, no contribuye al bien común, que se reitera: es la finalidad de toda actividad económica y financiera.

Regirse por los criterios éticos y mantener la máxima transparencia en sus transacciones son factores indispensables para que el mercado financiero sea una vía que aporte al bienestar de la población en su conjunto. Por ello la importancia de contar con un marco normativo regulatorio capaz de llevar a cabo este objetivo.

“Cuanto mayores niveles de complejidad organizativa y funcional alcanza el sistema económico-financiero mundial, tanto más prioritaria se presenta la tarea de regular dichos procesos, orientándolos a la consecución del bien común de la familia humana”. (DSI 371)
 



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