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Las olas de calor globales son una advertencia para el futuro


2022-07-22

Editorial | The Washington Post

En el famoso bosque Mariposa Grove del Parque Nacional de Yosemite, en Estados Unidos, las secuoyas gigantes han crecido durante milenios. Al ser uno de los seres vivos más grandes y antiguos del mundo, su preservación —la cual recibió protección legal por primera vez durante la presidencia de Abraham Lincoln— precede al Servicio de Parques Nacionales. Este mes, su existencia fue amenazada por un incendio forestal cercano, que se agravó por las condiciones secas y calurosas.

Este es apenas uno de los múltiples eventos meteorológicos dramáticos que están ocurriendo en todo el país y el mundo. En Texas, los récords de temperaturas altas obligaron a la operadora de la red eléctrica del estado a advertirle a los residentes que redujeran el uso de energía para prevenir el riesgo de apagones. Alrededor de 35 millones de estadounidenses han recibido advertencias por las altas temperaturas o alertas por calor excesivo.

Europa occidental también está experimentando olas de calor extremo: España está sufriendo la segunda en menos de un mes, mientras que el Reino Unido emitió hace días la primera advertencia de “calor extremo” de su historia. Italia ha enfrentado prolongados períodos de calor y sequía, y el colapso de un glaciar que las autoridades le atribuyeron al cambio climático provocó la muerte de 11 personas a principios de este mes. En China, al menos 86 ciudades emitieron alertas de calor; en la ciudad de Nankín, las autoridades abrieron refugios antiaéreos para que los ciudadanos escaparan de las temperaturas altas.

Estos casos no deben verse de forma aislada. Si bien no se pueden determinar de inmediato los vínculos entre los eventos climáticos individuales y el calentamiento global, diversos estudios han revelado que las olas de calor simultáneas que afectan partes de América del Norte, Europa y Asia se han vuelto más intensas y frecuentes en las últimas décadas. Un análisis de World Weather Attribution, un grupo de científicos que analiza si los eventos extremos están relacionados con el cambio climático, descubrió que la devastadora ola de calor del año pasado en el noroeste del Pacífico habría sido “prácticamente imposible sin el cambio climático causado por los humanos”.

Estos patrones tienen efectos desastrosos y de largo alcance. Las olas de calor representan una amenaza en particular para el suministro mundial de alimentos, que ya está enfrentando dificultades por la invasión rusa a Ucrania. Están relacionados con una variedad de problemas de salud y se correlacionan con tasas más altas de delincuencia, ansiedad y depresión. Un análisis de 2021 del Atlantic Council estimó que la caída en la productividad de los trabajadores debido al calor extremo le cuesta a la economía estadounidense 100,000 millones de dólares anuales, una cifra que podría duplicarse para 2030.

Mientras el presidente Joe Biden y los demócratas del Congreso luchan por encontrar suficiente apoyo para su agenda climática, las persistentes olas de calor ofrecen un pequeño vistazo a cómo podría lucir el futuro si el calentamiento global continúa ininterrumpidamente. Incluso si lográramos mantener el incremento de la temperatura global por debajo de 1.5 grados Celsius —el umbral que los científicos creen que no debe superarse—, la cantidad de eventos meteorológicos extremos que experimentará una persona casi se cuadriplicaría, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas. Un mayor aumento de la temperatura sería aún más catastrófico, y generaría consecuencias impensables para el hambre, las enfermedades, la migración, la productividad y los estándares de vida a nivel mundial.

Reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y hacer la transición a una economía más ecológica a la escala y al ritmo necesarios requerirá de creatividad, innovación y valentía política.
 



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