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Cuando la cuenta para la jubilación de las mujeres se convierte en el fondo de emergencia de la familia
Tammy La Gorce | The New York Times Vickie Elisa ya estaba tratando de poner al día su fondo de jubilación cuando retiró 17,000 dólares para reparar un daño en la plomería de su casa en el área de Atlanta. La sangría a esa cuenta individual de jubilación, llamada Roth IRA, había comenzado cuatro años antes, cuando Elisa, quien ahora tiene 64 años, la utilizó para ayudarle a un familiar a pagar algunos gastos judiciales. Para fines de 2018, después de haber pagado multas por retiros anticipados, el saldo de su cuenta había disminuido a 2500 dólares. Reponerla ha sido un camino cuesta arriba. “Me propuse que cuando hubiera acumulado una buena cantidad de dinero, empezaría a restablecerla”, comentó Elisa, quien ese año se jubiló como directora de mercadotecnia y desarrollo empresarial de la Junta de Salud y Bienestar del Condado de DeKalb. No obstante, una enfermedad la incapacitó en 2019 y después pasó lo mismo con un episodio de COVID-19 el año pasado que terminó en problemas persistentes de salud. Ahora, la inflación está reduciendo sus esperanzas de ver que su cuenta Roth recupere su nivel más alto de 25,000 dólares mientras trabaja medio tiempo. “Ni siquiera puedo llenar el tanque de gasolina”, comentó. Elisa podría haberse negado a ayudar a su familiar, ya que tiene que mantener a su hija de 22 años. Pero, al igual que a veces ocurre con muchas mujeres, sentía que tenía que prestar ayuda. Teresa Ghilarducci, directora del Centro Schwartz de Política Económica de la Nueva Escuela de Investigación Social, mencionó que había visto que esto mismo sucedía en muchísimas ocasiones: Las mujeres —incluso las que no están casadas o que no tienen ningún otro fondo de jubilación— no dudan en utilizar sus propios ahorros. Es común que, mientras están trabajando, las mujeres también asuman la carga de brindar sustento y cuidados al hogar. Y puede ser que también lo hagan cuando se jubilan. “El problema de que el dinero de la jubilación se convierta en una caja chica para la vida de las mujeres no es culpa de su cerebro ni de sus hormonas”, comentó Ghilarducci. Una parte de la culpa la tienen las funciones sociales tan arraigadas que promueven que las mujeres se definan como proveedoras, explicó. El aspecto práctico puede ser un culpable. También la contabilidad mental dentro de las familias podría llevar a meterse con las cuentas para la jubilación IRA y 401(k), señaló Mariel Beasley, una directora del Common Cents Lab, un laboratorio de investigación sobre el comportamiento financiero perteneciente a la Universidad Duke. “Tengo la sensación de que el dinero de las mujeres se trata como una caja chica porque se le ha dado esa característica”, explicó. Por ejemplo, tal vez una pareja decida de manera conjunta usar la cuenta de la esposa para saldar las deudas de los gastos médicos. Cuando una pareja retira de la cuenta del varón, quizás se deba a que sus ingresos son menores. Pero “hay muchas pruebas de que las carteras de las mujeres tienden a ser más pequeñas que las de los hombres”, mencionó Beasley, por cosas como la brecha de salario persistente entre ambos géneros y la probabilidad de que las mujeres entren y salgan de la fuerza de trabajo en repetidas ocasiones por cuidar a la familia. Si el término “caja chica” implica dinero para emergencias, los investigadores saben que las mujeres que retiran de sus cuentas IRA o 401(k) casi nunca van a usar el dinero para algo de poca importancia. Elisa, por ejemplo, es divorciada y madre de una hija adulta cuya colegiatura ayuda a pagar. La cuenta Roth a la que recurrió para pagar los gastos judiciales de un ser querido era un dinero del que sabía que no podía darse el lujo de prescindir, pese a que aún tenía 55,000 dólares en la cuenta 401(k) de su empleo en el gobierno. En ese momento, “estaba ahogada en deudas”, comentó. Beasley señaló que no estaba segura de que un hombre habría hecho lo mismo. “Las normas sociales tienen muchísimo peso cuando nos dicen lo que debemos hacer y lo que no en determinada situación”, explicó. Lo que recomiendan los expertos Ghilarducci tiene algunos consejos para las mujeres que están en el dilema de querer conservar el dinero de su jubilación y echar una mano cuando surgen necesidades familiares. En primer lugar, “respira hondo”, recomendó. Luego, “reconoce que las emociones relacionadas con los vínculos familiares surgirán más rápido que las decisiones deliberadas” con respecto al futuro financiero. Si no es posible tener una cita con un administrador de 401(k) o un asesor financiero, “habla con muchas personas. Eso ayuda a adquirir perspectiva”, afirmó. Una solución diferente requiere cambios estructurales, muchos de ellos culturales, pero algunos jurídicos. Tanto Ghilarducci como Marcia Mantell, una asesora en temas de jubilación de Plymouth, Massachusetts, comentaron que se tenían que endurecer las reglas que protegen de retiros las cuentas para la jubilación. Antes de cierta edad, “No creo que por ninguna razón alguien deba tener acceso a su cuenta 401(k)”, señaló Mantell. Comentó que una de sus familiares retiró de una cuenta para el enganche de una casa, pese a que ella le recomendó que no lo hiciera. “Detesto las concesiones de préstamos”, comentó. “No me gusta que haya acceso especial por desastres naturales. Sé que en ocasiones son los únicos ahorros que tiene la gente, pero la jubilación es demasiado importante como para ponerla en riesgo”. Ghilarducci se ha pronunciado ante el Congreso en contra de las concesiones de préstamos de la cuenta 401(k). Permite que los ahorradores retiren dinero, pero deben acordar pagarlo en la fecha prevista. No todos los planes 401(k) tienen concesiones de préstamos, pero, según Mantell, los que sí las tienen, exigen que los prestatarios paguen los préstamos con intereses. Elisa, quien ahora tiene un empleo de medio tiempo como asesora de mercadotecnia en el Instituto de la Mujer para una Jubilación Segura, una organización sin fines de lucro, desea que el dinero que logró ahorrar pudiera garantizarle una jubilación segura. Pero sabe que ella no tiene toda la culpa de que no sea así. A pesar de que cuenta con el dinero de su 401(k) y recibe una pensión, sigue teniendo que trabajar para que le alcance el dinero. “Me he dado cuenta de que, debido a la manera en que está diseñado nuestro sistema, es como tratar de atravesar por el lodo”, comentó. “El recorrido es difícil sobre todo para las mujeres y las mujeres de color”. Jocelyn Frye, presidenta de la Asociación Nacional para Mujeres y Familias y exdirectora de políticas de la Casa Blanca en la época de Obama, recomienda intentar un nuevo método: el cabildeo. “Cuando los legisladores vienen a decir ‘Esto es lo que estoy haciendo’”, explicó Frye, las mujeres deben desviar la conversación hacia los temas que las entorpece, como los empleos que no les ofrecen cuentas para la jubilación que se puedan transferir con facilidad o permisos con goce de sueldo para cuidar a su familia. “Tienen que decir: ‘Esto es lo que me está ocurriendo. ¿Qué van a hacer para abordar este problema?’”. señaló. “Lo que sé es que cuando la gente dice esas cosas, los legisladores locales prestan atención”. Las frases trilladas no corrigen un sistema que promueve que las mujeres se desfalquen a sí mismas, señaló Frye. “El día de las madres decimos cosas lindas y afirmamos que las mujeres negras son las que salvarán el mundo. Claro, hay que reconocer todas las cosas increíbles que hacen las mujeres, pero también tenemos que tratarlas mejor”. Jamileth |
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