Audacia de la razón y obediencia de la fe
Con falsa modestia, se conforman con verdades parciales y provisionales, sin intentar hacer preguntas radicales sobre el sentido y el fundamento último de la vida humana, personal y social.
Con falsa modestia, se conforman con verdades parciales y provisionales, sin intentar hacer preguntas radicales sobre el sentido y el fundamento último de la vida humana, personal y social.
Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo.
Es también lo que se llama “el fin del mundo” o el “Juicio Final”, que lejos de ser catastrófico, será un día de dicha sin fin, en que los muertos resucitarán incorruptibles, los vivos serán transformados siendo transfigurados e inmortalizados en sus propios cuerpos y el universo será transformado.
A primera vista, tal vez pueda parecer teológicamente heterodoxo poner a las personas y la naturaleza física en el mismo plano. Quizás también, algunos podrían encontrar ofensivo hablar de Dios como “cargado eróticamente”. Por tanto, permitidme dar razón de estas cuestiones.
Uno de los elementos fundamentales del hecho religioso es la creencia en la pervivencia del ser humano después de la muerte. La forma de entender la inmortalidad difiere en las distintas religiones. Creer en la otra vida, resulta hoy complicado para mucha gente, incluidos algunos cristianos.
No hay que olvidar señores, que todo es una cuestión de fe, de creencias. Lo que nos diferencia simplemente es en aquello en lo que creemos. Incluso los ateos "creen que no hay Dios".
«Enamorado» verdaderamente de la Palabra de Dios, se preguntaba: «¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?». La Biblia, instrumento «con el que cada día Dios habla a los fieles»
Los cristianos sabemos que la señal que nos identifica es la Santa Cruz. Lo aprendimos en el catecismo y el Evangelio nos enseña que cualquiera que se disponga a seguir a Cristo tiene en ella su única brújula, la que va a guiarle por el camino que lleva a la unión con la Santísima Trinidad.
El Plan de Dios, para rescatar a la humanidad, procede de Su Corazón Amorosísimo, que le hace querer acercar Su Ternura y Su Fidelidad a su pueblo, a toda la humanidad, perdida en tantos conflictos, agravados por la falta de Fe en Su Promesa, en Su Fidelidad.
Comencemos por decir hoy que hay muertes preciosas. Es una muerte maravillosa la de quien puede decir en ese momento: “He cumplido mi misión”. Una muerte así es el comienzo de la vida verdadera.
Está surgiendo ya la medicina positiva: ésta consiste en mejorar la especie humana hasta el punto de que cada uno pueda elegir el tipo de ser humano que desea: en lo físico, lo psíquico, lo intelectual, lo espiritual. Algunos hasta se atreven a hablar de inmortalidad…
Dice San León que: “El fin principal de la transfiguración era desterrar del alma de los discípulos el escándalo de la cruz”.Por eso los llevó a un monte alto, para ilustrarlos acerca de su pasión, para hacerles ver que era necesario que el Cristo padeciese antes de entrar en su gloria.
¿Es el hombre un mero accidente biológico?, ¿Es el género humano una simple etapa en un proceso evolutivo, ciego y sin sentido?, ¿Es esta vida humana nada más que un destello entre la larga oscuridad que precede a la concepción y la oscuridad eterna que seguirá a la tumba?.
Transgredir las leyes físicas –como, por ejemplo, al pretender caminar sobre las aguas– acarrea unas consecuencias fácilmente comprobables. Pero el hecho de que sean más fácilmente comprobables no implica que por eso sean más ciertas: simplemente, son más fáciles de entender.
Vinimos a la vida física a aprender, a crecer y a evolucionar, para regresar más tarde enriquecidos con la experiencia adquirida. Pero resulta que en el afán de hacer más cómoda y placentera nuestra estadía en la Tierra, nos hemos olvidado de la verdadera finalidad de nuestra presencia aquí.
Por esta razón, se puede pensar en la vida eterna como algo que los cristianos experimentan ahora. Los creyentes no tienen que "esperar" para la vida eterna, porque no es algo que comienza cuando mueren. Más bien, la vida eterna empieza en el momento en que una persona ejercita su fe en Cristo.
En tiempos de coronavirus se puede hablar de todo, pero hay ciertos temas que siguen estando vedados, sobre todo en el mundo católico. El principal de ellos tal vez sea el de los castigos y retribuciones de Dios en la historia. La existencia de dicha censura es un buen motivo para afrontar el tema.
A los cuarenta días después de la Resurrección habiendo instruido a sus Apóstoles sobre la misión de establecer el Reino de Dios en el mundo, Jesús iba a subir al cielo, donde le esperaban las glorias celestiales. Bendijo a su querida Madre, a los Apóstoles y discípulos y se despidió de ellos.
La cruz, con sus dos maderos, nos enseña quiénes somos y cuál es nuestra dignidad: el madero horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. El madero que soportó los brazos abiertos del Señor.
Primero, en su relato de la detención de Jesús en el Huerto de Getsemaní, nos dice que, inmediatamente después de que uno de sus discípulos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja, Jesús tocó la oreja de aquel hombre y lo curó.
La Buena Nueva de que es portador el cristianismo tiene su colofón en el Misterio Pascual, que se nos muestra como razón última de nuestra esperanza, como causa fundamental de nuestra alegría, porque Cristo ha querido hacernos a todos los hombres, partícipes de su triunfo.
Luego de que Jesucristo fuera crucificado, los creyentes esperan su resurrección al tercer día venciendo el pecado y la muerte. De igual manera, en este día se pretende renovar la fe de las personas en Dios que entregó a su hijo unigénito para salvar al mundo del pecado.
La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza. Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del Crucificado.
"Entonces, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista poco de Jerusalem, lo que se permite caminar en sábado, se volvieron a la ciudad. Llegados a casa, subieron a la sala donde se alojaban." (Hechos de los Apóstoles 1:12-13)
Deslumbrada por la realidad histórica de la muerte de Cristo, la primitiva Iglesia advirtió la necesidad de celebrar litúrgicamente este hecho salvífico, por medio de un rito memorial, donde, en obediencia al mandato expreso del Señor, se renovara sacramentalmente su sacrificio.
¿Qué clase de sucesor del Rey David entra en Jerusalén montado en una burra con su cría? La imagen debe haber sido, al menos, llamativa y sorprendente, y quizás para algunos cómica. ¿Dónde está su Corte o su Ejército, los estandartes o los signos de su poder?
Nada se sabía de la Madre de Jesús. Vivía en Nazaret. Oculta a los ojos de los hombres, pero no a los ojos de Dios. Más adelante contará Ella misma los hechos que la llevan a la maternidad, y a descubrir su vocación y su misión en la vida y en los planes de Dios.
Todos tenemos miedo al juicio. Tememos ser vistos con todo lo que hay dentro de nosotros, algo de lo cual no queremos que sea expuesto a la luz. Por otra parte, tememos ser malentendidos, no ser vistos a plena luz, no ser vistos como el que somos.
Alguna vez escuché que existe la misma probabilidad de que haya vida inteligente en el universo que meter cada una de las letras con que fue escrito el Quijote en una licuadora y que salgan en orden, reproduciendo a la perfección la obra de Cervantes.
Algunos piensan que tener una u otra religión es simplemente cuestión de gustos, de sensibilidades, de condicionamientos familiares y culturales. Según estas personas, no tiene gran importancia la pregunta sobre la verdad respecto de cada religión concreta.
El hombre se encuentra durante su vida en un proceso de realización, donde puede triunfar o malograrse, en un proceso que, como toda realidad natural, tiende a la plenitud de su forma, y en este sentido mientras vive, está en tensión, porque estar en tensión es estar tendiendo.
Elección acertada, porque de hecho Ella es "la Virgen madre, Hija de su Hijo, humilde y más sublime que toda criatura, objeto fijado por un eterno designio de amor". Ella tiene el derecho de llamarlo "Hijo", y Él, Dios omnipotente, la llama, con toda verdad, ¡Madre!
Mientras Goethe se moría clamando "luz, más luz", Jesús había afirmado con solemnidad: "Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida".
Radix, es una palabra latina cuya traducción (raíz, origen o inicio) aparece aplicada al Mesías que esperaban los judíos, como para indicar que este «Mesías», esperado por generaciones enteras, tiene una genealogía que lo avala como tal.
Colocada bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Guadalupe, se tiene la impresión de que América Latina está reservada para ser el inmenso territorio donde la gloria del Reino de Ella relucirá con mayor esplendor.