Internacional - Política
Kamala Harris se viste para una nueva era
Por Vanessa Friedman | NYT
LA CANDIDATA A LA PRESIDENCIA DEMÓCRATA ACEPTÓ SU NOMINACIÓN VESTIDA DE AZUL MARINO. SE TRATA DE UNA DECLARACIÓN SIMBÓLICA MÁS IMPORTANTE DE LO QUE PUEDE PARECER A PRIMERA VISTA.
Al final, no se vistió de traje blanco.
Para el discurso más importante y trascendental de su vida, para la aparición principal en cuatro días de gran pompa, Kamala Harris aceptó su nominación como candidata demócrata a la presidencia vestida de azul marino. Se trata de una declaración simbólica más significativa de lo que puede parecer a primera vista.
Muchas mujeres en el United Center de Chicago vestían de blanco. Muchas de las otras oradoras también lo habían llevado. (El grupo de mujeres de la Convención Nacional Demócrata había pedido que se empleara el color). Ashley Biden, para el discurso de presentación de su padre; Stephanie Grisham, por su discurso explicando por qué había abandonado a Donald Trump, su antiguo jefe; Deb Haaland, secretaria de Interior; la gobernadora de Míchigan, Gretchen Whitmer. Pero no Harris.
En su lugar, utilizó las galas del momento para cerrar un capítulo que comenzó con la nominación de la primera mujer demócrata candidata a la presidencia, Hillary Clinton, en 2016, y comenzar uno nuevo.
Eso es lo que ofreció en su discurso —“la oportunidad de trazar un nuevo camino a seguir”— y eso es lo que representaba su traje. En su monocromía, era imposible pasar por alto lo que significaba.
Desde que Clinton subió al escenario en su convención con su Ralph Lauren blanco, asumiendo el manto de todas las mujeres que habían luchado por una voz política, desde las sufragistas hasta Geraldine Ferraro, el traje pantalón blanco se ha convertido en un tropo político muy específico, uno que fue especialmente potente durante el gobierno de Trump.
Durante las elecciones de 2016, fue un atuendo de solidaridad. Fue una declaración silenciosa de protesta por parte de congresistas en el Estado de la Unión en múltiples años; un blindaje usado durante las audiencias del comité del 6 de enero y por numerosas presentadoras de noticias. Se convirtió en una metáfora sartorial por defecto —¡en caso de duda, las mujeres visten de blanco!— que empezó a parecer trillada.
Harris tomó una decisión diferente. Una que no se centraba en su feminidad —o feminismo (eso es un hecho)—, sino en su capacidad para hacer el trabajo. Una elección menos centrada en la naturaleza histórica de su nombramiento, tanto en lo que respecta al género como a la raza, o incluso en enfrentarse a Trump en el campo de batalla de la telerrealidad performativa de la que él disfruta, sino en ocuparse de los asuntos del futuro.
En concreto, eligió un traje pantalón azul marino —el color del comandante en jefe— con hombros afilados y solapas de pico, combinado con una blusa azul marino con lazo. El traje era de Chloé, la marca francesa diseñada por Chemena Kamali, que también confeccionó el traje color canela que tanto alboroto causó cuando Harris lo lució en su aparición sorpresa el primer día de la convención.
De hecho, las dos siluetas eran prácticamente idénticas, y el traje color canela (o caramelo o simplemente marrón, según el subtexto que se quiera interpretar) funcionó como una especie de apertura de telón para el traje azul marino. Juntos, los dos daban a entender que ella ya tenía dominado su uniforme de gobierno. Sobre todo porque ambos eran “a medida”, según Chloé, lo que significa que se hicieron específicamente para Harris, presumiblemente según sus especificaciones.
(Como dijo una vez Barack Obama al escritor Michael Lewis, el presidente tiene que tomar tantas decisiones cada día que poder reducir cualquiera de ellas es una ventaja, así que saber exactamente lo que te vas a poner por la mañana es una estrategia de trabajo).
El traje lucía profesional. Lucía refinado. No era especialmente radical. No era ni de lejos tan vanguardista como el traje azul marino de Monse que Michelle Obama llevó para su discurso del martes. Para cualquiera que se sienta incómodo con la naturaleza pionera de la candidatura de Harris, daba a entender continuidad.
Lo más destacable, aparte de su desviación de la reciente regla del color, fue que procedía de una casa de modas francesa y no estadounidense —aunque dirigida por una mujer en una larga cadena de mujeres— y que las mangas eran un poco largas, por lo que se le amontonaban alrededor de los brazos mientras hablaba. Dada su naturaleza de traje a medida, parece un descuido, pero la candidata ha tenido que averiguar sobre la marcha lo que significa para ella ser presidenta, y probablemente la sastrería estaba muy abajo en la lista.
Aun así, al igual que el discurso en sí, fue adecuado para su propósito, ofreciendo un anticipo de lo que puede venir.
Cuando, al final de la velada, Harris se unió en el escenario a su esposo, el potencial primer caballero, Doug Emhoff, y a su candidato a la vicepresidencia, Tim Walz (los dos hombres con trajes azul marino a juego y corbatas azul claro), y a su esposa, Gwen Walz (también de azul marino, de Carolina Herrera), eran la imagen de un frente unido. No iban a volver atrás. Ni siquiera al traje blanco.
Vanessa Friedman es la directora de moda y crítica jefa de moda del Times desde 2014.
aranza
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