Internacional - Política
¿Dónde está Ivanka?
Jesse McKinley / NYT
Ivanka Trump ha estado surfeando. Ha posado delante de la Torre Eiffel, y asistió a una fiesta de Fórmula 1 en Miami con un vestido rojo. Se dio un chapuzón con sus hijos en un jacuzzi, salió con Kim Kardashian en Malibú y sonrió junto a su marido, Jared Kushner, en la Acrópolis.
Sin embargo, el único lugar donde Trump no ha estado es en la campaña electoral. Y aunque ha sido franca sobre su ausencia, políticamente hablando, sigue siendo algo misteriosa. Durante las dos últimas campañas electorales del expresidente Donald Trump, participó en mítines, anuncios de televisión y escenarios de convenciones nacionales, a menudo con el papel implícito de atraer a las mujeres votantes.
Pero hace casi dos años, cuando su padre iniciaba su tercera campaña hacia la Casa Blanca, Trump anunció que ella y Kushner se apartarían de la política para dar prioridad a sus hijos y a su vida familiar.
“Aunque siempre querré y apoyaré a mi padre, en el futuro lo haré fuera del ámbito político”, dijo.
Así pues, en la campaña más feroz y potencialmente final de su padre, Trump —su hija mayor, una de sus antiguas asesoras principales y quizá su familiar más cercano— se ha convertido en una observadora casi silenciosa, sin intención aparente de impulsar su candidatura de ninguna manera pública.
Esa decisión de separarse de la faceta política de su padre se produce cuando Trump se enfrenta a la perspectiva de cuatro juicios penales distintos, incluido uno en Manhattan, su antiguo hogar —y el de ella—, donde fue declarado culpable de 34 delitos graves a finales de mayo, y otro en Washington, en relación con los disturbios del Capitolio del 6 de enero de 2021. Una de las apariciones más destacadas de Ivanka Trump durante la contienda de 2024 ha sido en el caso de fraude civil contra su padre el pasado otoño, cuando declaró que no estaba “al tanto” de las finanzas de su progenitor.
Trump, de 42 años, se negó a ser entrevistada, pidiendo en su lugar que Kushner hablara en su nombre y en el de su familia. Y cuando se le preguntó por las posibilidades de que se reincorporara a la campaña en la recta final de la carrera, Kushner fue tajante.
“Cero”, dijo.
Kushner, de 43 años, añadió que su esposa “cuando dejó Washington, tomó la decisión de cerrar ese capítulo de su vida. Y ha sido notablemente coherente”.
A continuación, dio a entender que el resultado de la contienda entre Trump y la vicepresidenta Kamala Harris cambiará pocas cosas para su familia.
Aunque Kushner dijo que “obviamente el mundo es diferente para nosotros en los próximos cuatro años si su padre es presidente”, también afirmó que no veía “un cambio importante en cuanto a lo que priorizamos”.
“Lo apoyamos; obviamente, estamos orgullosos de él”, dijo. “Pero, ya sabes, sea como sea, nuestra vida seguirá avanzando”.
Sin embargo, los detractores de la pareja dijeron que, aunque Ivanka Trump permanezca fuera del gobierno, tanto ella como su marido podrían beneficiarse económicamente si su padre es reelegido.
Kushner, quien fue asesor principal en la Casa Blanca de Trump, dirige ahora un fondo de capital privado de 3000 millones de dólares financiado por los gobiernos de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Catar, así como por Terry Gou, el multimillonario taiwanés fundador de Foxconn, el mayor fabricante de productos electrónicos por contrato del mundo. Se trata de un emprendimiento que ya le ha reportado a su empresa al menos 112 millones de dólares en honorarios.
Si Trump regresa a la Casa Blanca, habrá un flujo constante de preguntas sobre si ella y Kushner están recibiendo un trato especial en los nuevos acuerdos que están haciendo, sobre todo cuando las transacciones implican directamente a gobiernos extranjeros, como ocurre en varios proyectos en los que Kushner y Trump ya están trabajando.
“Lo dice de forma un tanto autocomplaciente, pero al fin y al cabo, está ahí sentado dirigiendo el tráfico en todo el mundo”, dijo Vicky Ward, autora de Kushner Inc., sobre los diversos negocios de la pareja, quien sugirió que Kushner podría ejercer influencia entre bastidores como una especie de “secretario de Estado en la sombra” o “Kissinger 2.0”.
“No necesitan entrar en el gobierno”, dijo. “Ya han demostrado, en cierto modo, que el gobierno es un buen negocio para ellos”.
Las otras mujeres por Trump
La escasa o nula presencia de Trump en otros acontecimientos significativos de la vida de su padre también ha sido llamativa: a diferencia de sus hermanos Eric Trump y Donald Trump Jr. no asistió al juicio de su padre en Manhattan, donde fue condenado por 34 delitos graves. Y aunque apareció brevemente en la última noche de la Convención Nacional Republicana de julio, no habló, lo que fue un marcado contraste con las dos convenciones anteriores, en las que presentó a Trump.
Este mes, Trump tampoco estuvo entre el público en un mitin femenino celebrado en Georgia y organizado por Fox News, ni tampoco Melania Trump, la ex primera dama, quien también ha mantenido las distancias, salvo en contadas ocasiones, como en el mitin de su marido en el Madison Square Garden el domingo.
En el pasado, las mujeres de Trump han intentado presentarlo como un defensor de las mujeres y enmarcar su presidencia como una mejora para las trabajadoras, sobre todo en momentos en que los comentarios y el comportamiento de Trump estaban bajo escrutinio.
Susan Del Percio, estratega política republicana, dijo que no estaba claro si —tras varias campañas políticas en las que Trump ha alienado e insultado a las mujeres— su hija o su esposa podrían ser un sustituto eficaz en la contienda. Su ausencia, sin embargo, era reveladora, añadió.
“Los aspectos positivos que podría aportar en la campaña son marginales, pero el hecho de que ella y Melania no estén en la campaña podría ser significativo”, dijo Del Percio, señalando que temas como los derechos reproductivos motivaban a muchos votantes.
Los negocios de Trump —y su carrera política— siempre han dependido de su familia y la han involucrado en gran medida. Y en lugar de Trump y la primera dama, la nuera de Trump, Lara Trump, ha asumido un papel más importante, desde que él presionó para instalarla como copresidenta del Comité Nacional Republicano en marzo.
Lara Trump apareció el jueves en un acto de la “Gira de Mujeres del Equipo Trump”, y tiene programadas más en los últimos días de la contienda. Kimberly Guilfoyle, la prometida de Donald Trump Jr., ha participado en eventos de campaña y actos de recaudación de fondos.
También le han acompañado ocasionalmente partidarias más controvertidas, como Laura Loomer, una teórica de la conspiración que estuvo en el debate de septiembre con Trump, y Kristi Noem, la gobernadora de Dakota del Sur que se jactó de matar a un perro en sus memorias publicadas en abril, y estuvo al lado del expresidente durante un incómodo mitin que se convirtió en una fiesta de baile este mes.
El nombre de Ivanka Trump aparece periódicamente en las apariciones públicas y en los discursos de su padre, a menudo de forma casi melancólica. En agosto, en un acto de Madres por la Libertad, Trump dio a entender que una vez quiso nombrarla embajadora del país ante las Naciones Unidas, pero que ella se había negado.
“Podría haber hecho cualquier cosa”, dijo el expresidente. “Gran estudiante, gran chica hermosa, hermoso todo”. (Cuando se solicitó un comentario, la campaña de Donald Trump remitió la solicitud a Ivanka Trump).
Este mes, Trump también mencionó a su hija en un segmento del evento de Fox News centrado en las mujeres, elogiando su apoyo a una mayor desgravación fiscal por hijos.
“Nunca han oído hablar de Ivanka, ¿verdad?”, dijo Trump provocando risas entre el público. “Mi hija me volvió loco con esto. Pasamos el rato más sencillo y hermoso”.
Abandonar Washington
La retirada de Trump del lado de su padre ha sido discreta. Ella y Kushner se marcharon de Washington DC a la zona de Miami en 2021 con sus tres hijos, un traslado que algunos interpretaron como una especie de exilio forzoso de Nueva York, donde habían perdido el afecto de antiguos amigos y conocidos debido a su trabajo en el gobierno de Trump y tras el 6 de enero.
La familia se mudó a un apartamento ubicado junto al océano en Surfside, al norte de Miami Beach, antes de comprar una mansión en Indian Creek Village, una comunidad isleña cerrada en la bahía de Biscayne conocida a veces como el “búnker de los multimillonarios” de Florida. La zona solo consta de unas pocas decenas de casas, incluidas las que al parecer pertenecen a Tom Brady y Jeff Bezos, y cuenta con su propia fuerza policial privada. Accesible solo por barco o por un solo puente bien vigilado —y con un club de campo en el centro—, la villa es quizá el lugar más exclusivo de Miami.
Según Kushner, la mudanza fue consecuencia del cierre de las escuelas de Nueva York por la covid, y añadió que Miami es “una ciudad en alza” y “es mucho más segura que estar en Nueva York ahora mismo”.Leaving Washington
Los observadores afirman que Trump y Kushner —o “Javanka”, para abreviar— también han prosperado financieramente, liberados de las normas éticas gubernamentales.
“Son mucho más ricos de lo que eran antes de entrar en el gobierno”, dijo Ward. “Y ahora tiene un Rolodex de líderes mundiales que lo llaman por teléfono. Y cuando cuelga el teléfono, puede llamar a su suegro”.
Sin duda, algunos de los negocios de Kushner han suscitado un intenso escrutinio, incluido un aporte de 2000 millones de dólares en su fondo de inversión procedente de un fondo controlado por el gobierno saudita —conocido por su pésimo historial en materia de derechos humanos— poco después de dejar Washington. Los planes para dos urbanizaciones de alto nivel en Albania —una de las cuales Ivanka Trump está ayudando a diseñar— también han suscitado dudas, y la pareja se enfrenta a acusaciones de beneficiarse de un gobierno que busca ganarse el favor del expresidente, y tal vez del futuro mandatario.
Un representante de Kushner rebatió que se aprovechara de su influencia y conexión con Trump para ayudar a sus intereses empresariales, afirmando que estaba “orgulloso de las muchas y magníficas relaciones que ha forjado a lo largo de su vida, tanto en el sector privado como en el público”.
‘Supercontenta con el estilo de vida’
Las raíces neoyorquinas de Trump eran profundas, pues creció en la Torre Trump, asistió a la Chapin School en el Upper East Side y fue bailarina infantil en el Lincoln Center.
Y desde muy joven estuvo vinculada a las empresas de su padre. Trabajó para Trump después de la universidad y a menudo participó como estrella invitada en su programa de telerrealidad El aprendiz, mientras trabajaba en la creación de su propio negocio de venta de ropa y joyas.
Se codeó con personajes como Chelsea Clinton y Rupert Murdoch, asistió más de una vez a la Gala del Met y, en 2009, se casó con Kushner, cuya compra del fallido The New York Observer le había dado acceso a la élite mediática de la ciudad.
Sin embargo, gran parte de esa vida social quedó en suspenso tras la marcha de la pareja a Washington. En 2018, Trump cerró su negocio de moda, tras haber sido descartada por varias tiendas importantes y después de haberse visto obligada a alejarse debido a las normas éticas de Washington, dejando el negocio —que dijo que era rentable— en una situación insostenible.
“En el futuro inmediato, me centraré en el trabajo que hago aquí en Washington”, dijo entonces.
Ahora, Trump trabaja por cuenta propia, pero está invirtiendo en empresas, según amigos y asesores, aunque no ha anunciado cuáles. También trabaja como voluntaria, ayudando recientemente a las víctimas del huracán Helene con CityServe, una organización basada en la fe cristiana.
Su vida diaria parece tan cotidiana como encantadora: cuida de sus tres hijos y de su abuela de 98 años —Marie ZelníÄková, la madre de Ivana Trump—, quien ahora vive con la familia en Indian Creek, junto con dos perros y un hámster llamado Chester. Practica jiujitsu con los hermanos Valente (uno de los cuales, Joaquim, sale con la exesposa de Brady, Gisele Bündchen) y respiración qigong; toca la guitarra, juega al tenis y al golf. También medita.
Y para complicar la idea de que se ha exiliado, Trump también ha reaparecido en cierto modo en la escena social. Fue vista en el cumpleaños de Kardashian el pasado otoño en Beverly Hills, California, en Art Basel en Miami Beach en diciembre, en el 60 cumpleaños de Bezos en Los Ángeles en enero y en la extravagante boda Ambani en India durante el verano. En ocasiones, Trump también ha aparecido en Nueva York, como en una fiesta celebrada en septiembre por la diseñadora Geraldine Guyot-Arnault, esposa de Alexandre Arnault, heredero de la fortuna LVMH.
Otro tema es si volverá a ser aceptada plenamente en los círculos de la moda neoyorquina. Su cuñado, Joshua Kushner, y su esposa, la modelo Karlie Kloss, parecen haber tomado el relevo de Javanka, hasta el punto de comprar su propia publicación en apuros: la revista Life.
Pero Holly Peterson, periodista y escritora que lleva mucho tiempo describiendo las costumbres de los ricos, dijo que, para empezar, el lugar de Trump y Kushner en la alta sociedad neoyorquina era exagerado.
“Sencillamente, nunca formaron parte de la sociedad neoyorquina”, dijo Peterson, y añadió que la pareja carecía del sentido del deber cívico que suele acompañar a las familias prominentes de Nueva York. “Cualquiera te dirá que Ivanka Trump —desde la salida del colegio hasta los desfiles de moda, pasando por las galas, las fiestas de libros o los cócteles en honor de quien lanzaba algo— nunca estaba allí. Nunca la vi en persona”.
Los amigos de Trump replican que últimamente le preocupa menos ser vista y se centra más en la calidad de vida de ella y de sus hijos: Arabella, de 13 años; Joseph, de 11; y Theodore, de 8. Asisten a una escuela privada judía cerca de su casa; la familia va caminando a la sinagoga para los servicios los sábados. (Trump se convirtió al judaísmo antes de que la pareja se casara).
“En Miami se siente como en casa”, dijo Julie Brawn, quien conoce a Trump desde hace dos décadas y vive cerca de la pareja. “Está supercontenta con el estilo de vida”.
Evitar un ‘deporte sangriento’
Aunque Trump ha evitado en gran medida los focos durante los dos últimos años, recientemente hizo una excepción para participar en un pódcast. El presentador era Lex Fridman, un científico del MIT en cuyos segmentos han aparecido recientemente figuras polarizantes y conservadoras como Elon Musk y Vivek Ramaswamy, así como el propio Donald Trump en septiembre.
En una amplia entrevista de tres horas con Fridman en julio, Trump habló de todo, desde arquitectura hasta El aprendiz, con desvíos hacia Michael Jackson y Dolly Parton. (Dijo que Parton le recordaba a su madre, Ivana, y conduce con “mucho amor y positividad”).
También reiteró que su decisión de apartarse de la política fue un cálculo sobre lo que podría significar para sus hijos emocionalmente estar lejos de ellos. “No estoy dispuesta a hacerles soportar ese costo”, dijo.
También, de manera más directa, calificó la política como un “deporte sangriento” y “en el que tampoco se puede incursionar”.
Kushner dijo que él y su esposa seguían manteniendo una estrecha relación con Donald Trump, y que hablaban regularmente por teléfono. Durante los veranos, viven uno al lado del otro en Bedminster, Nueva Jersey. Se ven con menos frecuencia durante los inviernos en el sur de Florida, donde viven a unos 95 kilómetros de distancia.
“Si él la llama para pedirle consejo o ayuda sobre algo, siempre estamos ahí”, dijo Kushner.
Dependiendo del resultado de las elecciones del mes que viene, esa línea con Trump pronto podría llegar directamente a la Casa Blanca, y el alejamiento de la pareja de Washington podría evaporarse rápidamente una vez más. Sin embargo, cuando se preguntó si la pareja volvería a entrar en la esfera política en un segundo gobierno de Trump, los representantes de ambos señalaron los comentarios de Kushner y su entrevista con Fridman.
“Creo que hay que estar adentro”, dijo Ivanka Trump en esa entrevista. “O completamente afuera”.
Eric Lipton colaboró con la reportería. Kitty Bennett y Sheelagh McNeill colaboraron con la investigación.
aranza
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