Policrato Philodemos

Abuso mercadotécnico y el desamparo del cliente

2007-11-25

Los valores y la ética de Mercurio se aceptan como rectoras de toda clase de actividades,...


Al afán de lucro y la manipulación
psicológica le han puesto un nombre
elegante: mercadotecnia; para
esconder la naturaleza de su engaño.

Hace más de 2,500 años los clásicos griegos crearon, sabiamente, un panteón de dioses para representar las debilidades y pasiones humanas, que además de tener un uso práctico para descargar y justificar sus culpas achacándolas al influjo de seres divinos, sirven para entender y describir la  psique cambiante de la naturaleza humana, misma que parece haberse detenido en su evolución hasta la fecha, así fue como, entre otras divinidades inventaron a Hermes (Mercurio para los romanos), como representante del carácter y mañas de los comerciantes y también de los ladrones, con los que comparten escrúpulos y amor por el dinero, dado que este dios fue capaz de robarle los bueyes a Apolo, su tridente a Neptuno, la espada a Marte y el cinturón a Venus, además de timar doblemente al mismo Apolo cambiándole una flauta de carrizo por un cayado de oro.

Lo anterior se cita como antecedente de lo que hoy se ha convertido en el arte de la seducción y el engaño, que utilizan la mayoría de los comerciantes para sacar el mayor provecho de los compradores incautos, aquellos que sucumben a los reclamos de modas inducidas y supuestos atributos de lo que les ofrecen los modernos mercachifles sin escrúpulos, quienes utilizan la mercadotecnia para vender, siempre al mayor precio posible, toda clase de baratijas y abalorios, generalmente innecesarios, a los clientes que logran atrapar con sus engaños.

Actualmente los métodos para inducir compras innecesarias se han sofisticado tanto, que existen escuelas especializadas en lo que de manera pomposa llaman mercadotecnia, donde se estudian métodos basados en la psicología para inducir subliminalmente a la compra de algún producto, sin que el cliente potencial (víctima en este caso), se de cuenta de la manipulación de que está siendo objeto a través de mensajes, virtualmente fugaces, que se envían a través de los medios de publicidad, especialmente como destellos en la televisión, o bien utilizando técnicas agresivas directas que explotan el ego y los complejos ocultos del posible comprador, haciéndole creer que la posesión de tal o cual objeto le otorgará estatus social y prestigio, para lo cual han venido utilizando, desde hace tiempo, los medios masivos de información desde donde han privilegiado el mundo virtual de la apariencia sobre la realidad del individuo, en el que "tener" es más importante que "ser" y "saber".

Cabe señalar que las víctimas de estos modernos seguidores del culto a Mercurio, acaban finalmente llenos de objetos innecesarios, reventados por deudas, vacíos por dentro, defraudados, y siempre vilmente estafados en sus expectativas de ser alguien importante a través de la simulación y el oropel, que les presentaron como la carnada a un pez para que muerda el anzuelo.

Lo más grave del problema es que dentro del sistema neoliberal, que se ha impuesto en la mayoría de los países, los valores y la ética de Mercurio se aceptan como rectoras de toda clase de actividades, habiéndose ya extendido hasta alcanzar el quehacer educativo, los deportes, la política, la impartición de justicia, la burocracia oficial, los servicios municipales, la policía, y hasta el quehacer religioso, que ya se consideran como negocios, de tal manera que hemos acabado de aceptar como normal y cotidiano el que nos engañen con productos que no responden o que carecen de las virtudes, utilidad y/o actuaciones que se le atribuyen en los promocionales publicitarios, que se nos oculte el contenido de substancias tóxicas de los objetos o alimentos que ofrecen en el mercado, que se nos engañe con medicamentos milagrosos, o también que se nos mienta en las promesas de los tiempos de entrega y calidad de los servicios, monopolizados por el estado o por particulares (banca, teléfonos, combustibles, electricidad, agua que dicen potable, etc.), que se nos oculten los precios finales, e inclusive que se nos sorprenda y estafe con claúsulas semiocultas de contratos en que no era posible leer las clausulas, debido a la miniaturización excesiva de sus letras.

Independientemente de la existencia de la Procuraduría del Consumidor, cuyas atribuciones son muy limitadas y la reglamentación es letra muerta debido al exceso de burocracia inepta y al contubernio con los grandes tiburones de los monopolios, el gobierno debiera proteger a los consumidores incluyendo en los programas oficiales del sistema educativo nacional, la enseñanza sobre las modas absurdas y las necesidades superfluas que son inducidas por los comerciantes, para alertar a la población sobre el comportamiento que tendrán ante ellos como consumidores potenciales, así como exhibir la naturaleza de los métodos usados por la mercadotecnia engañosa, y así contrarrestar las técnicas de manipulación de clientes que se enseñan en las escuelas de mercadotecnia, independientemente de que se utilice el tiempo oficial en la radio y televisión para exhibir las falacias evidentes de muchos reclamos comerciales, utilizando los mismos medios y técnicas que los comerciantes abusivos usan para engañar a su clientes potenciales.

El tema y la propuesta anterior tiene como sustento ético, la obligación primaria de todo gobierno, que consiste en proteger a sus ciudadanos de cualquier tipo de abuso, que en este caso consistiría en anular los esfuerzos de la mercadotecnia engañosa, que solo busca depredar a sus clientes a través de la estafa publicitaria, que usualmente los convierte en víctimas de manipulaciones subliminales y engaños evidentes.



JMRS