Punto de Vista

Más allá del TLCAN

2008-02-21

Y por último, no les vaya a aplicar la receta que elaboró el gobierno para el...

Enrique del Val Blanco, El Universal

 

 

El gran problema con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, por sus siglas TLCAN, ha sido que los gobiernos que han participado en él, desde el que lo firmó hasta el actual, no han sabido o querido desarrollar una política de Estado con respecto al campo mexicano y a sus campesinos más necesitados. Es decir, la crisis que hoy se vive va más allá del resultado positivo o negativo, según sea el sector que se tome en cuenta, ya que es una consecuencia del fracaso del Estado mexicano para con sus campesinos.

Uno de los mejores ejemplos de que los diferentes gobiernos no han sabido qué hacer es la decisión del actual, instrumentada a través del "vicepresidente en funciones" que ocupa el cargo de secretario de Gobernación, de designar al secretario de Trabajo y Previsión Social como negociador con las diferentes organizaciones campesinas, dejando como meros adjuntos al secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, y al secretario de Economía. Por cierto, ambos fueron funcionarios importantes en el lamentable régimen de Vicente Fox y, por lo tanto, corresponsables de lo ocurrido durante los pasados seis años.

En cualquier nación que se precie de ser de primer mundo como todos queremos, el mero hecho de que un secretario de despacho, por muy importante que resulte, "designe" a otros similares para funciones ajenas a las que tienen encomendadas provocaría la inmediata renuncia de los involucrados. Pero en este régimen panista, la poca altura de capacidades política y administrativa hacen que sigan en sus puestos, a pesar de la ineficiencia demostrada y validada por el poderoso secretario de Gobernación, que de paso ha puesto en claro quién gobierna en este país.

Pero el problema, más allá del ridículo que están haciendo los secretarios Cárdenas González y Sojo Aldape, se encuentra en la profunda crisis social que se puede generar si no se atienden con premura los reclamos de los campesinos, ante el embate de la liberalización total de importación con cero arancel de muchos productos agropecuarios negociados en el TLCAN después de 14 años de firmado.

Hubo en aquella época muchas voces en contra, porque lo único que se estaba signando era un tratado comercial que no llevaba aparejada ninguna política de Estado para el campo mexicano y otras ramas de la producción, que si en esa época era necesaria por sí misma, más aún ante las enormes disparidades que existían entre el campo mexicano y los sectores agropecuarios canadiense y estadounidense.

Pasaron los años y los diferentes gobiernos se "hacían pato", como se dice coloquialmente, hasta el día de hoy, cuando tenemos de pronto la eliminación total de aranceles y la crisis de miles de campesinos.

Por supuesto, el gobierno y varios de sus panegíricos que escriben en los medios argumentan que es pura "llamarada de petate" y que al final, después de 14 años, el tratado ha sido beneficioso para México, manejando las cifras para acomodarlas al mejor postor.

La realidad nos ha colocado en una posición de país dependiente al tener que obtener los productos básicos del extranjero, principalmente los granos de Estados Unidos y la leche de Nueva Zelanda. Desde que inició el tratado, sólo en el caso del maíz las importaciones han crecido por 15 veces. Y según se informa en los medios de comunicación, en el mes de enero de este año, comparado con enero de 2007, sorprendentemente pasaron de 48 mil a casi 800 mil toneladas de importación, situación que no se explica únicamente por el consumo para la producción de bioetanol, sino por la eliminación de los aranceles.

Un tema que quizás a propósito han solapado las autoridades es el referente a la soberanía alimentaria, que en un mundo como el actual es un arma poderosa de negociación y nuestro país claramente la ha perdido con las graves consecuencias no sólo económicas sino políticas que conlleva tal pérdida.

Claro que muchos defensores del TLCAN argumentan que cero aranceles beneficia a los consumidores, lo cual es parcialmente cierto; pero omiten el hecho de que para los productores del campo, sobre todo para los más pobres, es totalmente perjudicial ya que hay que destinarles mayores subsidios para que puedan subsistir, a pesar de la oposición del sector privado.

Esta es una de las contradicciones fundamentales que los diferentes gobiernos no han comprendido y, al presentar como "buenas cuentas" la obtención de precios más baratos en los productos del campo importados en relación con los producidos en nuestro país, lo único que hacen es que crezca día a día la desigualdad y la pobreza.

El TLCAN se puede renegociar; es más, se puede incumplir, como lo han demostrado las autoridades estadounidenses al impedir el paso de los camiones mexicanos a su territorio. Por eso es necesario que este gobierno entienda que para las organizaciones, más allá del tema concreto del tratado, la cuestión fundamental radica en el futuro del campo mexicano y sus habitantes.

Según estudios realizados en la Facultad de Economía de la UNAM, en el medio rural hay un poco más de 30 millones de personas, de las cuales alrededor de 10 millones no reciben un ingreso, 8 millones perciben un ingreso equivalente a un salario mínimo y otros 8 millones reciben entre uno y dos salarios mínimos. Es decir, de los 30 millones de personas, casi 80% está en condiciones de pobreza. Éste es el verdadero asunto.

Esperemos que el secretario del Trabajo, habilitado en este gobierno para diferentes tareas, al acometer ésta no crea que se trata de una mera revisión de salarios mínimos. Tampoco se le vaya a ocurrir acudir acompañado de la golfista Lorena Ochoa para que les diga lo bien que les va en el campo a los campesinos. Y por último, no les vaya a aplicar la receta que elaboró el gobierno para el presente año en la fijación de los salarios mínimos. Los campesinos son mucho más que un dato estadístico y curioso.


Analista político y economista



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