Turismo

Sólo ruinas y desolación en inundado balneario de la pampa argentina

2011-05-20

La inundación se produjo al ceder el muro que encerraba las aguas donde los turistas tomaban...

 Oscar Laski , AFP

Villa Epecuén. - Cientos de casas en ruinas, árboles secos, calles anegadas y un único habitante marcan la desolación en Villa Epecuén, un antiguo balneario lacustre en la pampa argentina con grados de salinidad sólo superados por el mar Muerto que fue arrasado por una inundación en 1985.

"Mis gatos y mis perros se fueron dos días antes y nunca más los vi. Los animalitos percibían que se venía el agua", cuenta Norma Berg, de 48 años, a la AFP, mientras observa los escombros de la casa donde vivió hasta su juventud en ese pueblo de 40 manzanas que llegó a estar tapado por 10 metros de agua y nunca fue reconstruido.

El fantasmal panorama actual de la desolada villa, que se agiganta por el tono blanquecino que le impregnó el agua salada, conforma un escenario de filmación natural que aprovechan cineastas como el franco-inglés Roland Joffé ("La isla"), quien en 2009 rodó allí "There be dragons", una polémica cinta sobre el fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer.

También el cineasta y político argentino Fernando 'Pino' Solanas filmó en Epecuén escenas de la película "El viaje".

El 10 de noviembre de 1985 el desborde del lago Epecuén (550 km al sur de Buenos Aires) apenas le dio tiempo a Berg y su familia para llevarse lo imprescindible y huir como el resto de los 1,500 habitantes. "Muchos de los residentes nunca más volvieron y otros murieron de angustia por haberlo perdido todo", evoca.

"Hasta cuatro o cinco años después de la inundación, cuando el agua estaba alta, por aquí no aparecía nadie. Estaba totalmente solo todo el día", dice el único habitante de la villa, Pablo Novak, de 81 años, a la AFP. Diariamente, Novak monta su bicicleta para transitar entre las ruinas de alguno de los 185 hoteles, restaurantes y comercios que había en el balneario hasta hace 25 años.

"Aquí la paso bien, estoy solo, mientras leo el diario y recuerdo la época de oro de la villa (en los años 60 y 70)", dice el hombre, cuya pacífica imagen choca con su belicosa actitud -incluidos intercambios de disparos- hacia quienes desean regresar para instalarse en los lindes de la zona anegada.

Unos 20,000 turistas y pacientes visitaban el balneario cada verano para aprovechar las variadas propiedades minerales (ozono, magnesio, azufre) del lecho y el agua del lago, cuyo grado de salinidad sólo es superado por el Mar Muerto en Israel, según expertos.

"El Epecuén contiene 380 gramos de sal por litro de agua, mientras que en el mar la relación es de unos 140 por litro. Aquí la fauna ictícola no sobrevive: uno lanza al agua una mojarrita (pez pequeño) y explota", grafica a la AFP Flavio Pertecarini, director de Turismo de Carhué, ciudad cabecera de la zona.

La inundación se produjo al ceder el muro que encerraba las aguas donde los turistas tomaban baños lúdicos o terapéuticos, luego de construirse canales que unían las lagunas de la zona, llamadas Encandenadas, cuyo último eslabón era el lago Epecuén, un espejo de agua sin desembocadura.

"Los hoteleros presionaron para la construcción de los canales porque la sequía llegaba antes del fin del verano y les achicaba la temporada. Pero en 1985 se registraron intensos períodos de lluvias y el lago no pudo contener ese inmenso volumen de agua", explicó Gastón Partarrieu, director del museo de Carhué, la ciudad cabecera de la región, a la AFP.

Restos de camas del antiguo asilo de ancianos, mesas de noche de hoteles, silla desevencijadas y postes de luz derribados son parte de los vestigios que tras el éxodo masivo se salvaron de la depredación de visitantes y de comerciantes que vendían materiales para construcción extraídos de las casas.



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