Policrato Philodemos

El imperio califica

2006-05-15

"Los EE.UU. no tienen amigos, tienen intereses".

                                 Lealtades y subordinaciones coloniales

 

La dignidad es el pudor de la razón... inseparable de la libertad.

En las relaciones internacionales no existen amistades ni filantropía sino simplemente razones de estado, que dicho en otras palabras significa que se trata de un juego de poder en el que la búsqueda de dominio siempre se subordina a la obtención de las mayores ventajas posibles, otorgando el mínimo de concesiones, así pues en este juego la ética y la moral solo constituyen palabras de adorno para civilizar los discursos, que de otra manera se convertirían en declaraciones cínicas de ambiciosos y rapaces, como la que hizo a mediados del Siglo pasado, al inicio de la paranoia anticomunista, el senador norteamericano John Foster Dulles, cuando declaró, "Los EE.UU. no tienen amigos, tienen intereses".

Tal ha sido la actitud de los norteamericanos hacia nuestro país desde antes de su independencia del imperio británico, solo que ahora en el papel de potencia hegemónica mundial sin contrapeso alguno, ha desbordado todo recato declarativo convirtiendo su lenguaje diplomático en francas amenazas, cuando no en acusaciones falsas de violaciones al derecho internacional, mismas que ellos cometen consuetudinariamente amparados en la impunidad de su poderío económico-militar, pero que ahora acostumbran endilgar a los demás países y gobiernos como argumento para (des)calificarlos primeramente y después bajo este pretexto hacerles la guerra y someterlos, o bien para convertirlos en parias internacionales y hacerlos dóciles a sus dictados.

Siguiendo esta visión cínica y descarnada de la diplomacia que busca imponer su hegemonía, sin importarle las contradicciones y mentiras que exhibe ante las demás naciones, así como el engañar a su propio pueblo, los capos del gobierno norteamericano, sin prueba alguna y buscando controlar el petróleo irakí para las empresas de su propiedad, acusaron al gobierno de esta nación de ser refugio de terroristas, así como de estar fabricando armas de destrucción masiva, que según sus declaraciones "ponían en peligro la seguridad de la región", para enseguida iniciar una invasión armada en dicho país aduciendo que librarían al mundo de esta "amenaza", libertarían al pueblo irakí de la odiosa dictadura en que vivía, y le llevarían la democracia  derrocando a la tiranía de Sadam Hussein" (declaraciones y promesas que nunca han cumplido), a pesar de la oposición del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que estaba consciente de que estas falacias eran pretextos fabricados.

Actualmente la "Nomenclatura" de Washington, actuando bajo esta particular visión de las relaciones internacionales, y fiel a su costumbre de fabricar primero al enemigo externo necesario para inducir una paranoia colectiva entre su ciudadanía (como sucede con el declarado "Eje del mal" que según la visión fundamentalista mesiánica de su presidente, está formado por Irán y Corea del Norte), que les sirve para conseguir la aprobación interna de sus aventuras hegemónicas, la pandilla gobernante norteamericana se autoerige en juez internacional, (des)calificando arrogantemente las supuestas lealtades y subordinaciones de los países del mundo en razón de sus intereses, como si se tratara de un imperio planetario juzgando a sus colonias, con un desprecio absoluto de las soberanías y de las leyes y tratados internacionales que han firmado, pero que solo consideran obligatorias para los demás.

Así es como asistimos al canallesco espectáculo de cómo el jefe de los servicios secretos del gobierno norteamericano, John Dimitri Negroponte, en franca intromisión de los asuntos internos de otros países, declara ante la comisión de inteligencia del senado (Milenio Diario, 3/Feb/2006) acusando al presidente venezolano Hugo Chávez, "de usar los crecientes ingresos de sus ventas de petróleo para embarcarse en una política exterior activista en América Latina", como si se tratara de un crimen de lesa majestad a su hegemonía, y no un acto soberano de política exterior de un país independiente; en esa misma comparecencia John Dimitri Negroponte arrogantemente se atrevió a calificar las conductas y políticas internas de Brasil, Haití, Bolivia, Chile y México como si se tratara de un virrey informando al senado de la metrópoli, del comportamiento de las colonias bajo su mandato.

Habría que agregar que anteriormente y ante la misma comisión, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) hasta hace unos días, Porter Gross, advirtió que las principales amenazas a los EE.UU. provenían de "su patio trasero", refiriéndose despectivamente a los países latinoamericanos (México incluido), confirmando el hecho de que consideran a nuestros países como colonias de su imperio y el poco respeto hacia nuestros pueblos, situación que hemos permitido sumisamente al no reclamar enérgicamente el trato que merece nuestra soberanía y dignidad nacional.

El episodio más reciente de la arrogancia norteamericana hacia la soberanía de México, y el tratarnos como si fuéramos su colonia, acaba de darse con la aplicación en nuestro país de la ley gringa Helms-Burton (que prohibe a empresas norteamericanas dar servicios a personas y entidades cubanas), violatoria de las leyes mexicanas contra la discriminación, episodio que se inicia cuando la gerencia del hotel María Isabel Sheraton de la Ciudad de México, obedeciendo instrucciones del Departamento del Tesoro Norteamericano, expulsó del hotel a 16 ciudadanos cubanos que habían reservado y pagado su alojamiento en dicho lugar (quedándose además la gerencia con el dinero de la reservación), aplicando extraterritorialmente en México una ley extranjera sin validez en territorio mexicano.

Es evidente que nadie del exterior va a reconocernos una dignidad que no sepamos defender y hacer respetar, pues quien agacha la cerviz, sea individuo o pueblo, siempre encontrará a otro que le cuelgue un cencerro para convertirlo en ganado de su propiedad, y menos aún tratándose de la pandilla de fundamentalistas mesiánicos de Washington, quienes actualmente creen haber sido elegidos por Dios (y sus hechos lo confirman) para imponer su hegemonía y gobernar al mundo.

 



JMRS
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