Campirano

Cerdos criollos

2007-01-19

Se puede deducir que los cerdos de América derivan de las múltiples razas existentes...

Los cerdos criollos de América Latina tienen su origen en los cerdos ibéricos traídos por Cristóbal Colón, durante su segundo viaje. Según Pond (1974) los primeros cerdos llegaron a Haití en el año 1493. No cabe duda que otras importaciones se sucedieron en los años siguientes de la conquista española y que luego se repartieron en los extensos territorios que hoy constituyen el continente latinoamericano.

Estos animales, provienen del Sus scrofa mediterraneus que pobló la región mediterránea de Grecia, Portugal, Italia y algunos países del Norte de África como Egipto, se desarrollaron en zonas de terrenos semiáridos próximos a las costas, con altitud hasta 700 metros y con temperaturas entre 10 y 18 °C. De estos cerdos se han derivado una gran variedad de razas célticas e ibéricas desaparecidas con el tiempo o absorbidas mediante cruzamientos. Actualmente, quedan una pocas, entre las que sobresalen las Coloradas, Rubias, Negras y Manchado de Jabugo (Hernández et al., 1997), las cuales en la actualidad conforman los rebaños que se explotan en España.

Se puede deducir que los cerdos de América derivan de las múltiples razas existentes en los siglos XV y XVI. Esto puede explicar la gran variedad de fenotipos existentes en todos los países. La presencia de cerdos criollos, originarios de las razas ibéricas, se extienden desde México hasta el extremo sur de la Argentina, desde el nivel del mar hasta más de 4500 metros de altitud, como en la provincia de Chimborazo en Ecuador y, en algunas regiones de Bolivia y Perú. En éstas, los indígenas llevan sus animales a pastar o para que busquen los residuos de tubérculos como el melloco (Ullucus tuberosus Caldas) y otros cultivos nativos de estas altitudes (Estrella, 1997).

Según Flores y Agraz, citados por Amurrio (1996), en Bolivia, los cerdos introducidos por los españoles, se ubicaron en los bosques y "muchos se volvieron salvajes, esparciéndose por el territorio nacional".

Espinoza (1997), sostiene que los cerdos colombianos descienden de los cerdos ibéricos y que al parecer, fue el departamento de Córdoba el que recibió los primeros cerdos, "procedentes de la raza española conocida como lampiña o pelada".

En el trabajo realizado por Benítez (1995), se sostiene que: "los cerdos de Ecuador, como no podría ser de otra manera, tienen su origen en las razas ibéricas importadas durante el periodo de la conquista. Algunos remanentes de estos ejemplares, se los encuentra en sitios apartados del país, manifestándose con sus capacidades genéticas disminuidasÂ…". La existencia, en América Latina, de otros fenotipos de cerdos, diferentes al lampiño descrito por varios autores, nos hace suponer que también ingresaron a estos territorios, cerdos provenientes del S.s. mediterraneus, del vitoriano, chato murciano y del tipo céltico expresado en las razas gallegas (Buxade Carbo, 1984).

No cabe duda que el cerdo que más a perdurado es el de tipo lampiño, adaptado a territorios que van hasta los 2000 metros de altitud.

Nutrición y Alimentación.

Los cerdos latinoamericanos, explotados en su mayoría de manera tradicional, sufren las consecuencias de los desequilibrios alimentarios, por ello, el crecimiento al igual que su reproducción y productividad son inferiores cuando se los compararon los de las razas mejoradas.

Al igual que otras especies, estos animales requieren dietas equilibradas que les permitan cubrir sus necesidades fisiológicas básicas.

Estas deben ser cubiertas en base a un acuerdo equilibrio energéicoproteico- mineral-vitamínico, que se encuentra en relación con los diferentes estados fisiológicos: gestación, lactación, crecimiento y acabado. Los requerimientos nutricionales se encuentran en los manuales especializados. Sin embargo, las condiciones en que se explotan a los cerdos criollos están muy lejos de estos postulados por lo que se hace necesario recurrir a estrategias en relación con la disponibilidad de alimentos existentes, utilización de subproductos y de residuos, y de esta manera no entrar en competencia con la alimentación humana. La calidad omnívora del cerdo en general, y del criollo en particular, es una de sus ventajas, pues ella posibilita la utilización de variados alimentos.

En las explotaciones latinoamericanas, se observan cerdos vagabundos, recorriendo grandes distancias en procura de alimentos. Su hocico alargado y puntiagudo provisto de un cartílago residente, le permite escarbar la tierra en busca de raíces, insectos y otros ingredientes que posibiliten equilibrar sus necesidades nutricionales. No obstante, se cree que esta práctica debe ser abandonada en procura de evitar los riesgos de parasitismo y las pérdidas ocasionadas por robos y agresiones.

Los cerdos deben ser alimentados en forma controlada y en piaras establecidas en función de las reservas alimenticias disponibles en la unidad de producción. La sedentarización de las piaras de impone, ello permitirá un manejo racional de las exportaciones y el adecuado control de las enfermedades parasitarias como la cisticercosis, susceptible de ser adquirida cuando los animales consumen excrementos de personas que contienen la T. solium.

Capacidad de ingestión.

Los cerdos disponen de un estómago de capacidad mediana que tiene la posibilidad de almacenar hasta 6 kg de alimento, cuando se trata de un animal de 100 kg. Su capacidad de monogástrico no le permite acumular, durante mucho tiempo los alimentos ingeridos ya que la digestión de los mismos se hace de manera rápida. Esto obliga al productor a procurarle una alimentación diaria.

Si bien el cerdo no dispone de un estómago relativamente grande, sus intestinos pueden alcanzar hasta veinte veces el tamaño corporal, lo que le permite una buena adaptación a los variados regímenes alimentarios y la asimilación de alimentos tanto ricos en celulosa, como sucede con cerdos que se alimentan al pastoreo, o ricos en proteínas, como sucede con cerdos alimentados con residuos de carnes. Algunos estudios han permitido valorar la capacidad del cerdo local en el consumo de dietas altas en materiales celulósicos (Codjo, 1994; Zhou et al., 1997).

Preferencias y autorregulación del consumo de nutrientes.

La calidad omnívora de los cerdos facilita el consumo de alimentos pero, no cabe duda que asimilan de mejor manera los alimentos pobres en fibra y de fácil digestibilidad. Sin embargo, productos como la melaza y alimentación líquida deben ser utilizados con precaución a fin de evitar problemas digestivos y riesgos de intoxicación.

Los cerdos latinoamericanos, como los de otras regiones, regulan su consumo alimenticio en función de su hábitat y su estado fisiológico.

Lamentablemente, los sistemas tradicionales en los en los cuales se explota el cerdo criollo, disponen muy excepcionalmente de dietas equilibradas.

Sin embargo, está probado que los cerdos con dietas mejoradas o equilibradas tienen rendimientos productivos interesantes. Espinoza (1997), expresó que los cerdos criollos presentan "bajo consumo de agua, de subproductos, mínima competencia  con cultivos destinados a la alimentación humana, uso de mano de obra familiar campesina, mínimos insumos externos costosos, producción de carne sin residuales de agroquímicos".

Si bien el equilibrio alimenticio  es importante, no se debe olvidar que los cerdos requieren de agua de buena calidad. Ésta va a participar en el metabolismo de los nutrientes que ingresan al organismo y a satisfacer las exigencias propias de estados fisiológicos como la lactación. Una cerda en lactación requiere entre 15 y 25 litros de agua, dependiendo de su peso y del número de lechones a amamantar (Mornd-Ferhr, 1980).

Lamentablemente, en los cerdos exportados de manera tradicional, este elemento no es tomado en consideración y, la mayoría de las veces, deben abrevarse por su cuenta debiendo agua de mala calidad.

Recursos alimentarios alternativos.

Los recursos alimentarios alternativos, utilizados en América Latina, en la alimentación de los cerdos criollos, son muy variados y difieren según la región y país. Una base de datos de piensos se encuentra en la página Web de la Dirección de Producción y Sanidad Animal de la FAO:

http://www.fao.org/WAICENT/FAOINFO/AGRICULT/AGA/AGAP/FRG/FRG1.htm

El caso cubano merece destacarse pues se trata de un ejemplo digno de ser reproducido en países en vías de desarrollo. La estrategia de alimentación porcina, elaborada por el gobierno de ese país se ha convertido en política de esta con resultados ampliamente satisfactorios. La misma, según Pérez Valdivia (Figueroa y Sánchez, 1997), se basa en los siguientes aspectos:

* Disminuir al máximo la competencia de los cerdos con el hombre por los mismos alimentos.

* Transformación de residuales contaminantes del medio en alimentos de alto valor biológico.

* Incorporación al sistema de cultivos de alto rendimiento.

 Cita como recursos no convencionales para esta estrategia a los siguientes:

* Los biodesperdicios del consumo humano procesados industrialmente.

* Los subproductos y residuos agrícolas disponibles.

* Los residuos de la pesca y de los mataderos de animales, así como los animales que mueren en las granjas, procesados en forma de pastas proteicas.

* La caña de azúcar como cultivo perenne de alto rendimiento asociado al sistema de reciclaje.

* Por último y más recientemente, el tratamiento de los residuales de las granjas porcinas para la producción de energía (biogás), fertilizantes para los cultivos asociados (humus) y alimento (peces) lombrices y plantas acuáticas.

Desperdicios de comida.

Se entiende como tales a los residuos de cocina y restaurantes, conocidos en América Latina como lavaza, agua sucia, sancocho, escamocha, principalmente. Su utilización en alimentación animal es una práctica arraigada en los sistemas tradicionales y que tiene su origen en la época de la conquista, cuando los españoles, a falta de dietas equilibradas para sus cerdos, los alimentaban con este recurso. Esta actividad continúa siendo utilizada en la mayoría de los sectores rurales y en general aporta al mantenimiento de pequeños hatos familiares. La estrategia varía cuando se trata de animales de ceba a los que se les administra dietas ricas en carbohidratos: maíz, tubérculos, residuos de arroz y otros.

Cuba cuenta con 36 plantas procesadoras de desperdicios de alimentos distribuidas en todo el país y con una estrategia que permite la adecuada recolección en camiones adaptados para el caso y con capacidad de recoger más de un millón de toneladas anuales. De acuerdo con los cálculos realizados por investigadores de éste país y, asumiendo "cifras conservadoras de 200 g de desperdicios per cápita para la población urbana, esto señala la posibilidad de obtener 28 000 ton de alimentos diarios en América Latina o lo que es equivalente a 14 000 ton de materia seca y 2 200 ton de proteína, lo que permitiría alimentar por esta vía 5,6 millones de cerdos diarios en producción intensiva" según el autor antes citado.

Esta práctica permite el ahorro sustancial de productos destinados a la alimentación humana y reduce la contaminación. Mediante este mecanismo de alimentación porcina, Cuba (L. Domínguez, en Figueroa y Sánchez, 1997), duplicó la producción de cerdo durante los años 80.

Residuos de banano y plátano.

Los países latinoamericanos tropicales son importantes productores de banano (Musa sapientum) y plátano (M. paradisiaca), especialmente Brasil, Ecuador, México, Costa Rica, Colombia y Panamá (FAO, 1996a).

El Ecuador, importante productor de banano, produjo para la exportación en 1997, un total de 5,3 millones de toneladas, quedando como "rechazo", es decir, banano que no se exportó 1,7 millones de toneladas.

Esta cantidad de banano, más la producción por los campesinos, permitiría la alimentación de grandes piaras. Como el contenido de proteína del banano es bajo, se debe complementar con fuentes proteicas, algunas disponibles en la finca. Suárez. Y Soto (1980), proponen el ensilaje del banano y su enriquecimiento el banano ensilado se presenta como una masa pastosa apetitosa, fácilmente consumida por los cerdos.

A la posibilidad de alimentar los animales con la fruta del banano se une la disponibilidad de los pseudos tallos y de las hojas de la planta con importante producción de materia seca y proteína. García et al., (1991, citado por Pérez Valdivia en Figueroa y Sánchez, 1997), proporcionan los siguientes valores de estos subproductos analizados: materia seca 6, 3 y 19, 5 por ciento; proteína bruta 4, 9 y 11, 4 por ciento; fibra cruda 25, 1 y 28,3 por ciento; cenizas 17,7 y 10,9 por ciento, para pseudos tallos y hojas respectivamente.

La producción de plátano fue de 6,5 millones de ton en América Latina y el Caribe (FAO, 1996a). Si bien es menos importante que la de banano, su utilización en la alimentación de los cerdos criollos, ocupa un lugar importante. Bananos y plátanos contienen solamente el 1 por ciento de proteína por lo que, deben ser complementados con suplementos proteicos, vitamínicos y minerales.

Subproductos de molinería.

Los países latinoamericanos y particularmente los de la región andina, dada sus características topográficas, están en condiciones de producir la mayoría de los cereales, entre los cuales los más importantes son maíz, arroz, trigo y cebada. Estos productos que para su comercialización deben ser sometidos a procesos de industrialización, dejan importantes residuos, ricos en calorías y proteínas que son utilizados para la alimentación animal. La producción de cereales en el mundo deja residuos importantes que son utilizados en alimentación de porcinos.

Tubérculos y raíces.

La práctica de alimentar cerdos con tubérculos y raíces es ancestral en América Latina. Los tubérculos de los géneros: Arracacia, Solanum, Pachyrruzus y oxalis se usan en las poblaciones andinas. Es posible que los tubérculos de ciertas variedades de patatas amargas (Solanum curtilobaum) y de zanahoria blanca (Aracacia xanthorrhiza), que crecen hasta 4 450 metros de altitud (Winterhalder y Thomas citados por Knapp, 1988), y el maíz, hayan sido los alimentos que completaron la alimentación a base de residuos domésticos, de los primeros cerdos introducidos.

Las patatas (Solanum), las batatas dulces o camotes (Ipomoea batatas), la mandioca o yuca (Manihot utilissima) y el ñame (Dioscorea sp.) si bien son utilizados en su mayoría para la alimentación humana, buena parte de ellos, frescos o subproductos, se destina para la alimentación de los cerdos.

La yuca, producida en las regiones de clima tropical y subtropical, es un alimento frecuentemente utilizado en las raciones de los cerdos. No obstante, las yucas amargas no tratadas pueden producir  alteraciones en el metabolismo y en la fisiología, como los abortos en cerdas a fin de gestión que se han evidenciado en zonas de la región amazónica.

El ensilado de tubérculos o de hojas de la yuca amarga permite la destrucción de los principios tóxicos y su incorporación en las dietas de los cerdos (Thi Loc et al., 1997).

De las plantas para tubérculos y raíces se utilizan también hojas, tallos y cáscaras en explotaciones tradicionales.

Desechos animales y de la industria pesquera.

Aunque son de mucha importancia por su valor proteico, no son muy utilizados en las explotaciones tradicionales, pero pueden ser una alternativa de bajo costo y fácil disponibilidad.

Los análisis realizados por la NRC, referidos por Pérez Valdivia (FAO, 1997b) muestran contenidos de proteína bruta (N x 6,25) para harina de sangre 68,2 por ciento, harina de carne 50,8 por ciento, harina de carne y hueso 47,9 por ciento y harina de plumas hidrolizadas 66,2 por ciento.

Caña de azúcar.

La caña de azúcar (Saccharum officinarum), es cultivada en tierras de América Latina, ubicadas por debajo de los 2 000 metros de altitud y es utilizada en alimentación de cerdos tanto fresco como en calidad de subproductos industriales. La caña según Dillewinjn (1952, citado por Pérez, 1997) contiene un 11-16 por ciento de fibra, un 12 a 16 por ciento de azúcares solubles, un 2,3 por ciento otros compuestos y un 63 a 73 por ciento de agua.

Desde los años setenta, en diferentes países de América Latina, entre los cuales Brasil, República Dominicana y Cuba, se realizan experimentos con el propósito de utilizar los subproductos de caña en alimentación porcina industrial basada en el empleo del jugo de caña y de mieles ricas e intermedias. La experiencia cubana que se basa en utilización de jugo y mieles ha logrado sustituir a los cereales con un adecuado comportamiento biológico y con rendimientos productivos parecidos a los obtenidos con las dietas a base de balanceados.

Las explotaciones familiares continúan utilizando los subproductos obtenidos de la producción artesanal como la melaza, cachazas (residuos de la ebullición del jugo), bagazo y el jugo de caña procesada en trapiches para la fabricación artesanal de azúcar. Este tipo de alimentación es utilizada como ración de mantenimiento y cuando se trata de cebar a los animales o cuando las hembras están en gestión, se enriquece la ración con otros productos, en procura de un equilibrio proteico. Se debe recordar que las melazas son deficientes en potasio por lo que su efecto laxativo impide que éstas sean utilizadas durante períodos largos por el riesgo de la pérdida de otros minerales como sodio, fósforo y calcio. La mezcla de melaza con otros productos se muestra como un vehículo adecuado para asegurar una buena cantidad de energía a la ración.

Mezclas.

Las mezclas alimenticias son muy frecuentes en la ración de los cerdos explotados de manera tradicional. Se elaboran con los productos y residuos de la finca y son complementadas con subproductos de molinería y sal, se administran cocinadas y como ración única para la pequeña piara. La utilización de residuos de la industria molinera y de tubérculos y banano ha sido evidenciada en la alimentación de los cerdos en las regiones andinas.

Otros subproductos.

Entre los más importantes subproductos sobresalen los de los cítricos como naranja y mandarina, y los de piña. En general son las pulpas restantes de la industrialización las que pueden utilizarse pero, su alto contenido en humedad, sobre el 85 por ciento, hace necesario un secado, con el fin de eliminar el agua residual si se quiere utilizar en lugares alejados.

Los subproductos de café y los de palma de aceite también han sido experimentados en los países en los cuales son cultivados. Del café se ha sugerido utilizar la pulpa y el musílago. La primera es de baja digestibilidad dado su elevado contenido en celulosa mientras que el musílago. La primera es de baja digestibilidad dado su elevado contenido de azúcar entre 45 y 50 por ciento puede resultar más interesante.

Las tortas de oleaginosas entre las que sobresalen las de soja, de algodón y de maní, son de uso común en explotaciones industriales pero de uso reducido en explotaciones familiares. El contenido de gosipol en los granos de algodón y en la torta limita su inclusión en la dieta de los cerdos. La torta de soja, obtenida luego de la extracción del aceite, es cara de difícil obtención para los pequeños productores, aún cuando su capacidad nutritiva es excelente. La presencia de Aspergillus flavus, productor de aflatoxinas, ha sido constatada en tortas mal conservadas por lo que se deben guardar las precauciones del caso a fin de evitar intoxicaciones y muertes cuando se las utiliza de forma incontrolada.

Colaboración de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación.

Estudio FAO producción y sanidad animal 148:
Los cerdos locales en los sistemas tradicionales de producción.

Manuel D. Sánchez, Oficial de producción animal,
Dirección de Producción y Sanidad Animal de la FAO.

Washington Benítez Ortiz, Facultad de Medicina
Veterinaria y Zootecnia, Universidad Central de Ecuador. 
Bibliografia

Fuente:
www.InfoAserca.gob.mx



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