Internacional - Economía

Crece la desconfianza de los inversores en Brasil ante las constantes polémicas de Bolsonaro

2019-03-28

Bolsonaro ha intentado calmar los ánimos este jueves al asegurar que la reforma está...

Por NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR, El País

SãoSão Paulo 28 MAR 2019 - 14:33    CST Las enormes expectativas que acompañaron la sólida victoria electoral de Jair Bolsonaro están menguando rápidamente mientras el presidente de Brasil y sus ministros se embarcan en polémicas diversas tras solo tres meses en el poder. El ultraderechista echa más leña al fuego a cuenta del aniversario de la dictadura, que se cumple este domingo, mientras se enzarza en público con el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, pese a que requiere todo su apoyo para sacar adelante la reforma más urgente de su mandato, la de las pensiones. Los inversores expresaron con claridad este miércoles su creciente preocupación: la Bolsa cayó un 3,6% y el dólar cerró en la cota más alta respecto al real de los últimos seis meses.

Al abrir los mercados este jueves, la divisa brasileña ha seguido cayendo hasta cruzar la barrera de los cuatro reales por dólar horas después de un agrio intercambio anoche entre los presidentes de la Cámara y del Gobierno. Maia disparó primero la artillería verbal: “Hay 12 millones de parados, 15 millones de brasileños bajo el umbral de la pobreza y para el presidente cree que gobernar Brasil es un juego de niños”. El ultraconservador le contestó inmediatamente: “No hay ningún juego por mi parte. Todo lo contrario”.

Cala en los mercados la desconfianza en que Bolsonaro y su ultraliberal equipo económico no consigan los amplios apoyos parlamentarios (tiene 53 escasos en una Cámara de 513) que requiere la reforma de las jubilaciones a la vista de la velocidad a la que está perdiendo un capital político imprescindible para cambiar el insostenible sistema. La propuesta pretende ahorrar 1,1 billones de reales (226,000 millones de euros) en una década.

Bolsonaro ha intentado calmar los ánimos este jueves al asegurar que la reforma está encarrilada y calificar de “chaparrón de verano” el agrio intercambio con el presidente de la Cámara. No obstante, el pesimismo ha llegado incluso al Banco Central de Brasil, que este jueves ha rebajado la previsión de crecimiento del PIB para este año de 2,4% al 2%.

Pese a la tormenta, el militar retirado sacó tiempo para ir el martes por la mañana al cine con su esposa e insiste en la controversia sobre el golpe tras alentar oficialmente a sus antiguos compañeros a celebrar en los cuarteles la quiebra del orden constitucional en 1964. Este miércoles reiteró en una entrevista su discurso de que la dictadura no fue tal y minimizó las graves violaciones de derechos humanos documentadas por la Comisión de la Verdad. “Tenemos que conocer la verdad. No quiero decir que fuera una maravilla, ningún régimen es una maravilla. De vez en cuando tienen problemillas”, afirmó tras asegurar que las Fuerzas Armadas nunca tuvieron “una política represiva de Estado” y recordar, como si fuera un hecho inédito en la historia, que entregaron “el Gobierno a la oposición de forma pacífica”. Algo que se asemeja a lo ocurrido en los últimos años en Myanmar (la antigua Birmania) y ahora en Tailandia.

Pero posiblemente las palabras que más preocupan a los inversores la advertencia pronunciada por el zar económico, Paulo Guedes, en una comisión parlamentaria sobre la reforma de las pensiones que ha diseñado. “Estoy aquí para servirles. Si nadie quiere el servicio, será un placer haberlo intentado”, espetó a los senadores Guedes, que se hizo rico en el sector financiero y carece de experiencia política.

En Jerusalén, oficina comercial
En vísperas de su viaje a Israel, que comienza este sábado, el presidente ha dado señales de que quizá no cumple por ahora su promesa electoral de trasladar la embajada de Brasil de Tel Aviv a Jerusalén, siguiendo los pasos de Estados Unidos. Preguntado por el tema, Bolsonaro ha respondido que quizá abra “una oficina de negocios” en la Ciudad Santa que Israel considera su capital. La industria agrícola está en contra del cambio porque temen que amenace la exportación de carne halal (que sigue los preceptos islámicos) a los países árabes, con los que Brasil comercia muchísimo más que con el Estado judío.



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