Vuelta al Mundo

Carrera terapéutica contra el reloj

2020-04-07

Por primera vez el mundo entero está concentrado en resolver un solo problema: vencer la...

Política Exterior

La pandemia del coronavirus es el primer acontecimiento realmente global de la historia. Las anteriores plagas y guerras mundiales no tuvieron lugar en las actuales condiciones de globalización –física y virtual– en las que además existe un consenso universal sobre el valor intrínseco de la vida humana.

Por primera vez el mundo entero está concentrado en resolver un solo problema: vencer la amenaza existencial para la salud pública y la economía mundiales que supone el Covid-19. Cuando en 1955 se descubrió la vacuna contra la polio, enfermedad que diezmó a generaciones enteras de niños, las sirenas de las fábricas sonaron al unísono y las campanas de las iglesias repicaron mientras la gente se echaba a las calles para abrazarse. Una escena que se repetirá cuando se encuentre el modo de derrotar al coronavirus.

El monumental esfuerzo para controlar la pandemia ya está dando sus frutos. En diciembre, en un tiempo récord, investigadores chinos publicaron online la secuencia genética del nuevo coronavirus a través de la Global Initiative on Sharing All Influenza Data, lo que permitió a la comunidad científica internacional desarrollar test de diagnósticos y explorar opciones terapéuticas. En febrero, en una reunión de la Organización Mundial de la Salud, representantes de instituciones médicas privadas y compañías farmacéuticas acordaron que las primeras pruebas de vacunas y tratamientos antivirales debían empezar incluso antes de probarse en animales, rompiendo con un estricto tabú.

La Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos ha aprobado ya un test portátil de Abbott Laboratories para usos de emergencia que puede dar diagnósticos en unos 15 minutos. Desde el 1 de abril se distribuyen unos 50,000 test diarios a hospitales y centros de salud de ese país. Johnson & Johnson ha anunciado una vacuna que estará disponible en los primeros meses de 2021, un plazo sin precedentes en la industria farmacéutica.

Desarrollar una vacuna contra un virus recién descubierto es siempre una tarea lenta y minuciosa, pero dada la magnitud y gravedad de la crisis, los reguladores están flexibilizando sus requisitos en la medida de lo posible. Sanofi, GSK y Pfizer, entre otras 41 farmacéuticas y centros de investigación, han acelerado sus investigaciones. La británica Wellcome Trust, la Fundación Bill & Melinda Gates y Mastercard Impact Fund han lanzado por su parte el programa Covid-19 Therapeutics Accelerator para financiar startups que desarrollen y transfieran biotecnologías a países en desarrollo.

Los tratamientos antivirales arrojan indicios favorables de unos 70 fármacos contra el Covid-19, entre ellos la hidroxicloroquina, lopinavir y ritonavir, aunque están por evaluar sus efectos secundarios, porque se han registrado casos de sobredosis fatales por el uso de la cloroquina, empleada contra la malaria. AbbVie, fabricante del combinado Kaletra contra el VIH, ha renunciado a su patente para que sea comercializado como genérico.

Otro campo prometedor es el uso del plasma de pacientes ya recuperados con anticuerpos inmunoglobulina M y G, diseñados en laboratorios para reconocer y neutralizar virus específicos, un tratamiento ya aprobado por el Estado de Nueva York. La compañía californiana C3.ai, especializada en inteligencia artificial (IA), va a desarrollar con el asesoramiento del MIT y de las universidades de Chicago y Princeton, entre otras, tratamientos médicos, estrategias sanitarias y métodos predictivos de futuras epidemias usando algoritmos de IA.

Nadie tiene tiempo que perder. En la epidemia del SARS en 2003, el 20% de los infectados fueron trabajadores sanitarios por su alta exposición a concentraciones víricas en hospitales. Si hay una lección en la actual crisis es que la salud es un bien público global sobre la que pende la amenaza del nacionalismo. Quien gane la carrera de la vacuna, que inicial e inevitablemente será escasa, logrará una gran ventaja económica y geopolítica en el escenario poscrisis. La también empresa californiana Vir Biotechnology, por ejemplo, ha triplicado su valor en este año. La competencia ya se ha militarizado.

En China, los mayores esfuerzos los realiza la Academia Militar de Ciencias Médicas. Varios países, entre ellos Reino Unido, han prohibido la exportación de hidroxicloroquina. El FBI investiga 180 casos de espionaje industrial en investigaciones biomédicas.

Aunque los gobiernos han prometido que compartirán los frutos de sus esfuerzos biotecnológicos, no han precisado ni cómo ni cuando lo harán. Tras una reunión en la Casa Blanca con varios expertos mundiales, Donald Trump insinuó la compra por 1,000 millones de dólares de CureVac, empresa alemana que está desarrollando una vacuna basada en los ácidos nucleicos del Covid-19. Si funciona, CureVac podría producir hasta 10 millones de dosis en poco tiempo. Los resultados no se conocerán, sin embargo, hasta dentro de 12-18 meses. CureVac despidió a su CEO, Daniel Menichella, en cuanto supo que había participado en la reunión con Trump en la Casa Blanca. Bruselas ha transferido 83 millones de euros a la firma para asegurarse de que seguirá siendo europea. â-


 



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