Internacional - Política
Irak celebra elecciones anticipadas con pocas esperanzas de cambio
Laure Al Khoury | AFP
Los iraquíes celebran el domingo elecciones parlamentarias convocadas anticipadamente como concesión a las fuertes protestas antigubernamentales de hace dos años, pero de las que no se esperan cambios de magnitud en el país.
El primer ministro Mustafá al Kazimi se juega su futuro político en las urnas, pero pocos expertos se atreven a predecir quién ocupará su lugar tras las oscuras negociaciones que suelen tener lugar tras las elecciones en Irak.
La votación estrenará un nuevo sistema electoral de circunscripciones uninominales para elegir a los 329 diputados que debe favorecer a candidatos independientes en detrimento de los tradicionales bloques políticos basados en afiliaciones religiosas, étnicas o de clanes.
Las elecciones se celebran con un año de anticipación como concesión a las protestas que estallaron en 2019 lideradas por jóvenes enfurecidos por la corrupción, el desempleo o los deficientes servicios públicos.
Cientos murieron durante esas protestas y, en los meses siguientes, decenas fueron asesinados, secuestrados o intimidados en unas acciones que los manifestantes atribuyen a facciones proiraníes.
Muchos activistas han incitado a boicotear las urnas, que pueden registrar una abstención récord entre los 25 millones de votantes.
Los expertos prevén que los principales partidos seguirán aferrados al poder.
"Es difícil que (la votación) sirva de agente de cambio", indica Ramzy Mardini, del Instituto Pearson de la Universidad de Chicago.
"Se supone que las elecciones son una señal de reforma pero, irónicamente, quienes abogan por la forma escogen no participar (...) como protesta ante el statu quo", añade.
- Miedo por la seguridad -
Largamente golpeado por la guerra, Irak está quebrado por la corrupción y la crisis económica, con un tercio de la población en la pobreza a pesar de los abundantes recursos petroleros del país.
El riesgo de violencia crece entre la proliferación de grupos armados y el resurgir yihadista, pese a los esfuerzos por superar dos décadas de conflicto.
Con grupos armados vinculados a los principales bloques políticos, muchos iraquíes temen por la seguridad después de los resultados.
Una docena de gobiernos occidentales, incluido Estados Unidos, pidieron el miércoles a "todas las partes respetar el cumplimiento de la ley y la integridad en el proceso electoral".
La ONU y la Unión Europea desplegaron observadores.
La política iraquí está profundamente polarizada en aspectos como la presencia de tropas estadounidenses o la influencia del vecino Irán.
Pero incluso en un fragmentado parlamento de volátiles alianzas, los bloques deberán salvar sus diferencias para nombrar un primer ministro.
El puesto suele estar reservado a un chiita, que representan un 60% de los 40 millones de habitantes, contra un 32-37% de sunitas.
La designación "dependerá del nivel de representación de los diferentes bloques, particularmente en el bando chiita", indicó el politólogo iraquí Ali al Baidar.
Este experto subraya las ambiciones del movimiento liderado por el populista clérigo chiita Moqtada al Sadr, antiguo líder de la milicia antiestadounidense.
También conocido por su retórica antiiraní, Sadr aparece como favorito y aspira a tener libertad para escoger al primer ministro.
Pero las facciones armadas pro-Irán de Hashd al Shaabi también quieren desempeñar un papel. Rivales chiitas de Sadr, entraron en el parlamento en 2018, un año después de haber ayudado a derrotar al grupo yihadista Estado Islámico.
En el campo sunnita sobresale el joven e influyente jefe del Parlamento, Mohamed al Halbusi, que quiere consolidar su fulgurante ascenso en la política iraquí.
- Los independientes como "accesorio" -
Cualquier candidato deberá contar con la bendición tácita de Teherán y Washington, enemigos declarados y a la vez aliados de Bagdad.
Para Mardini, "el núcleo de la formación del gobierno recaerá en los partidos y líderes políticos establecidos".
"Los independientes serán simplemente un accesorio superficial", opina.
El politólogo iraquí Al Baidar no descarta otro mandato de Kazimi, aunque no sea el preferido de las facciones proiraníes.
"Lo aceptarán si la alternativa es un candidato con una línea más dura hacia Teherán", afirma.
Lejos del regateo político, muchos iraquíes se sienten decepcionados con la clase dominante, a la que culpan de los males del país.
Jawad, un hombre mayor que no quiere dar su apellido, perdió a su hijo hace dos años cuando el gobierno usó la fuerza para aplacar la protesta y todavía espera justicia.
El domingo no votará: "Mi hijo fue asesinado por las mismas milicias que forman el gobierno".
Jamileth
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