Nacional - Seguridad y Justicia
Matan a una madre que buscaba a su hija desaparecida
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Otra madre que buscaba a su hija desaparecida ha perdido la vida en México, en el cuarto asesinato de activistas voluntarios de búsqueda en el país desde el inicio de 2021.
Los activistas dijeron el martes que la víctima era Esmeralda Gallardo, que encabezaba los esfuerzos para encontrar a su hija desaparecida de 22 años.
El grupo Voz de los Desaparecidos en Puebla señaló que Gallardo fue asesinada en la ciudad de Puebla, al este de la Ciudad de México.
La Fiscalía de Puebla confirmó el deceso y se comprometió a resolver el caso “lo antes posible”.
“Déjense de discursos superficiales y garanticen los derechos y seguridad de las víctimas, los derechos y seguridad de las familias de personas desaparecidas”, pidió el grupo a las autoridades en un comunicado.
De acuerdo con la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas en México, Gallardo murió baleada. La institución condenó el asesinato y apuntó en un comunicado que “habría proporcionado en distintas ocasiones información relevante acerca de la desaparición de su hija, la cual no fue retomada efectivamente en la investigación del delito, ni en la búsqueda”.
La hija de Gallardo, Betzabé Alvarado Gallardo, desapareció en el barrio humilde de Villa Frontera en enero de 2021.
En agosto, otra activista de búsqueda, Rosario Rodríguez Barraza, murió en el estado norteño de Sinaloa, donde tiene su base el cártel de la droga del mismo nombre.
En 2021, otra buscadora, Aranza Ramos, apareció muerta un día después de que su grupo encontró una fosa de cadáveres aún humeante en Sonora, también en el norte. A principios de ese año, el voluntario Javier Barajas Piña fue tiroteado en Guanajuato, el estado más violento del país.
El motivo de esos asesinatos sigue sin estar claro. En el pasado, muchos buscadores dijeron públicamente que no buscaban evidencias para condenar a los autores de las muertes.
La mayoría de los equipos de búsqueda voluntarios están formados por las madres de los más de 100,000 desaparecidos en México.
Ante la inacción o la incompetencia de las autoridades, muchas se ven obligadas a realizar sus propias investigaciones o a unirse a equipos de búsqueda que, en base a pistas, recorren barrancos y campos hundiendo barras de hierro en el piso para detectar el olor revelador de los cadáveres en descomposición.
Los buscadores, y los agentes de policía que les acompañan en algunas ocasiones, suelen centrarse en hallar fosas y en identificar los restos. A veces, los grupos reciben pistas anónimas sobre el lugar dónde están enterrados los cuerpos, una información a la que probablemente solo tienen acceso los asesinos o sus cómplices.
Pero las voluntarias cuentan a menudo que reciben amenazas y están vigiladas, probablemente por la misma gente que asesinó a sus hijos, hermanos y maridos.
Jamileth
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