Ecología

Las mafias de taladores ilegales depredan la Selva Maya

2022-10-11

Esta es una contribución de ciudadanas y ciudadanos organizados y es un ejemplo de combate...

Alex Papadovassilakis | The Washington Post

En la Selva Maya, un corredor verde que atraviesa México, Guatemala y Belice, taladores y traficantes de mercancías encontraron alianzas para convertirse en mafias madereras poderosas que llevan maderas preciosas de contrabando hasta China. Los gobiernos no solo no atacan el problema, sino que en algunos casos, como en México, redujeron el presupuesto de los guardabosques, lo cual los deja cada vez más impotentes para desactivar a las estructuras criminales.

Estas mafias complejas extraen y llevan maderas de lujo como el granadillo hasta China y con ellas fabrican acabados para yates, carros lujosos e instrumentos musicales refinados. La tala indiscriminada para fabricar artículos de lujo está comprometiendo la viabilidad del llamado “corredor verde” y con eso, afecta también a toda la biodiversidad de la zona. Ponen en peligro especies como el jaguar, el pecarí de hocico blanco, el tapir, el guacamayo rojo, el águila arpía, el mono aullador, así como reptiles y vegetación endémica que va a ser imposible recuperar.

El corredor de la selva es el segundo más importante de América Latina después de la Amazonia. En los últimos tres años se agravó la situación, de acuerdo con un recorrido que el periodista mexicano Alejandro Melgoza y yo hicimos para InSight Crime por la selva, a lo largo de la frontera entre Guatemala y México, con guardaparques de ambos países.

Seguimos los puntos más álgidos del tráfico de madera detectados por los GPS de los guardabosques en el corredor verde que unifica las reservas de la biósfera de Calakmul y Balamkú, en Campeche, así como en Petén en Guatemala. Lo que encontramos en esos trayectos fueron troncos destrozados, balas, aserrín y restos de campamentos de taladores ilegales.

Durante los patrullajes observamos los restos de árboles como el ciricote, machiche, granadillo, caoba y nava, que tardan entre 10 y 50 años en crecer, despedazados con sierra eléctrica en minutos, y con ello, el hábitat de miles de especies y pulmones verdes que necesitaremos frente a las emisiones de carbono, propias del cambio climático.

Como consecuencia de esta extracción indiscriminada, ahora escasea el granadillo del lado mexicano, por lo que los taladores mexicanos desde 2018 comenzaron a cruzarse al lado guatemalteco. Allí un grupo élite de guardaparques guatemaltecos les ha hecho frente y ha visibilizado la problemática ante el Ministerio Público. Ellos son un ejemplo exitoso e inusual para frenar la devastación y a los taladores.

Los guardaparques se hacen llamar “Génesis”, y son un grupo de veteranos que patrullan la jungla a pesar de los piquetes continuos de insectos, el camino repleto de lodazales profundos y maleza, pero también con árboles imponentes y vegetación por la que ellos luchan a diario.

Este modelo de vigilancia no es totalmente gubernamental, ya que si bien los acompaña un selecto grupo del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) y el Ejército de Guatemala, el modelo de financiamiento, administración de recursos y mecanismos de revisión proviene de organismos internacionales. Actualmente son más de 20 guardaparques que ayudan a que el gobierno golpee el corazón financiero de la organización criminal.

Esta es una contribución de ciudadanas y ciudadanos organizados y es un ejemplo de combate al tráfico ilícito, pero requiere de más apoyo y, sobre todo, que otros gobiernos —como el mexicano— lo repliquen de alguna manera.

Los resultados nos constan porque los acompañamos a patrullar más de 300 kilómetros en cuatrimoto y a pie. Encontramos caminos interminables de madera devorada por la mafia y fuimos testigos de los desafíos que enfrentan: los madereros superan significativamente en número y armamento a los guardabosques, e incluso si “Génesis” detecta un campamento de tráficantes, deben esperar refuerzos del Ejército o la Policía antes de realizar arrestos.

Los guardaparques no se enfrentan a cualquier enemigo. Esta red transporta la madera haciendo uso de papeles falsos que obtienen por la corrupción existente en los gobiernos de México y Guatemala. Una vez extraída la madera, en los aserraderos cercanos a la selva se modifican los troncos para que parezca una especie diferente y se puedan burlar controles aduaneros. Luego, los intermediarios hacen tratos con autoridades locales y con los dueños de terrenos forestales con el fin de conseguir los permisos de exportación de la madera preciosa para trasladarla hasta Asia.

Este esquema sofisticado, con varios eslabones, produce millones de dólares en beneficios. “Génesis” logró documentar, entre 2018 y 2021, la extracción de 200 granadillos, lo que equivale a 1.4 millones de dólares en ganancias.

Combatir a los taladores ilegales y la red que conforman no es sencillo, los vigilantes han recibido amenazas de muerte y han hecho que tres de los guardabosques más experimentados busquen asilo en el extranjero. Quienes aún pueden hacer patrullajes han sistematizado las rutas, entienden el modus operandi e identifican cada vez mejor los momentos para asestar grandes golpes del lado guatemalteco.

Pero la lucha contra los taladores no es igual a lo largo de la selva, en México los guardabosques no han tenido apoyo. Durante el recorrido que hicimos con los guardabosques de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas en Calakmul y Balamkú, notamos el impacto de los cortes presupuestales de 50% en los últimos seis años: el número de personas que pueden acudir a los patrullajes, la falta de equipo como vehículos y gasolina, les han dejado sin recursos reales para supervisar la conservación de más de 700,000 hectáreas.

Las campañas de sensibilización hacia la población y los gobiernos son urgentes para que la ciudadanía sepa quiénes son y qué hacen los guardaparques. Conocerlos y conocer su función debería ayudarles a conseguir el respaldo que merecen por la función vital que realizan.

Además, los gobiernos de Belice, Guatemala y México, en colaboración con la sociedad civil y las organizaciones ambientales internacionales, deben asignar urgentemente más fondos a quienes luchan en primera línea contra los madereros ilegales y otros grupos criminales que arrasan la Selva Maya y sus recursos naturales.

Sin más apoyo, esta será una batalla perdida. Y si ellos pierden, también todas las personas perdemos nuestros pulmones verdes.
 



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