Internacional - Seguridad y Justicia

Inestabilidad en Cisjordania deja nuevos grupos insurgentes

2023-03-03

Con afiliaciones fluidas y que se solapan, estas milicias no tienen una ideología clara y...

Por ISABEL DEBRE

YABA, Cisjordania (AP) — Las ráfagas intermitentes de los M-16 rompieron la tranquilidad en una localidad de Cisjordania rodeada de campos de cebada y olivares. Los jóvenes palestinos de Yaba antes querían dedicarse a la agricultura, según los residentes, pero ahora, cada vez más, quieren luchar.

La semana pasada, docenas de ellos, ataviados con pasamontañas y rifles con las fotos de sus camaradas muertos pegadas en los cargadores, irrumpieron en el patio de una escuela, presentando al nuevo grupo insurgente de Yaba y rindiendo homenaje a su fundador y a otro pistolero, que murieron en una redada del ejército israelí el mes pasado.

“No me gustaría hacer llorar a mis padres”, dijo Yousef Hosni Hammour, de 28 años y amigo íntimo de Ezzeddin Hamamrah, el difunto fundador del grupo. “Pero estoy dispuesto a morir como un mártir”.

Escenas similares se repiten en toda Cisjordania. Desde el campo de refugiados de Yenín, en el norte, hasta la ciudad sureña de Hebrón, pequeños grupos de jóvenes palestinos desilusionados empuñan las armas contra una ocupación israelí indefinida, desafiando a los líderes políticos palestinos, a quienes desprecian por considerarlos colaboradores de Israel.

Con afiliaciones fluidas y que se solapan, estas milicias no tienen una ideología clara y actúan con independencia de las cadenas de mando tradicionales, aunque reciban el apoyo de grupos insurgentes establecidos. Combatientes de Yihad Islámica Palestina y de otros colectivos acudieron a la ceremonia de la semana pasada en Yaba.

Con sus redadas de detención casi diarias, en el último año Israel ha tratado de aplastar a las incipientes milicias, lo que derivó en un aumento de los muertos y los disturbios sin precedentes en casi dos décadas.

Aunque Israel mantiene que esos operativos buscan prevenir futuros ataques, los palestinos sostienen que la intensificación de la violencia ha ayudado a radicalizar a hombres demasiado jóvenes para recordar la brutal represión israelí de la segunda intifada hace dos décadas, que ha sirvió como disuasión para otros de más edad.

Esta nueva generación ha crecido estancada, en un territorio desgarrado por los combates internos y fragmentado por barreras y controles.

Más de 60 palestinos han sido asesinados en Cisjordania y Jerusalén Este en lo que va de año, tras la toma de posesión del gobierno más derechista de la historia de Israel. Casi la mitad eran insurgentes muertos en combates con las fuerzas israelíes, según un conteo de The Associated Press, aunque entre las víctimas hay también personas que arrojaban piedras o transeúntes no ajenos a la violencia.

Al menos 15 israelíes fallecieron en ataques palestinos en este tiempo, incluyendo dos que fueron baleados el domingo en Hawara, justo al sur de Yaba. En respuesta, colonos israelíes prendieron fuego a docenas de edificios en unos incidentes que se cobraron la vida de un palestino.

“Es como si el nuevo gobierno hubiese liberado las manos de los soldados y los colonos y les hubiera dicho que ahora pueden hacer lo que quieran”, afirmó Jamal Khalili, miembro del consejo local de Yaba.

En el reciente funeral, niños con bandas negras de insurgentes en la frente se acercaron a los pistoleros, ansiosos por ver a sus héroes.

“El resultado es el que ve aquí”, agregó Khalili.

La semana pasada, una incursión militar israelí en la ciudad de Nablus provocó un tiroteo con insurgentes palestinos que dejó 10 muertos. El objetivo de la operación era el grupo armado emergente más destacado, la Guarida delLeón.

Según funcionarios de seguridad de Israel, su ejército ha debilitado a la milicia con sede en Nablus en los últimos meses, matando o arrestando a la mayoría de sus miembros clave. Pero reconocieron que sus pistoleros, que deambulan por la Ciudad Vieja y difunden ingeniosos videos en Telegram con un mensaje cuidado de resistencia heroica, inspiran ahora ataques en todo el territorio.

“La Guarida del León está empezando a convertirse en una idea que vemos por todas partes”, indicó un funcionario militar israelí, que habló bajo condición de anonimato para discutir una evaluación de inteligencia. En lugar de arrojar piedras o bombas incendiarias, ahora los insurgentes abren fuego con M-16 que suelen llegar de contrabando desde Jordania o son robados de bases militares israelíes.

Según el funcionario, el ejército vigila al grupo Yaba y a otros en las ciudades de Yenin, Nablus y Tulkarem, pero reconoció que tienen dificultades para recopilar información sobre estos pequeños grupos insurgentes poco organizados.

El gobierno autónomo palestino administra partes de Cisjordania y colabora estrechamente con el ejército israelí contra sus rivales domésticos, especialmente el grupo insurgente Hamas, que gobierna la Franja de Gaza.

Dado que los jóvenes palestinos ven cada vez más a la Autoridad Palestina (AP) como un brazo de las fuerzas de seguridad israelíes en lugar de como la base para un futuro estado, las fuerzas de seguridad palestinas se resisten a intervenir contra las incipientes milicias. Lo más habitual es que las fuerzas palestinas no se aventuren apenas en bastiones insurgentes como la Ciudad Vieja de Nablus y el campo de refugiados de Yenin, según residentes y el ejército.

Los insurgentes de Yaba indicaron que las fuerzas de seguridad palestinas no han tomado medidas firmes contra ellos. De acuerdo con los residentes, el grupo, fundado el pasado septiembre, creció rápidamente hasta tener alrededor de 40 o 50 miembros.

Hammour calificó a los líderes palestinos de corruptos y alejados de la realidad palestina, pero indicó que “nuestros objetivos son mucho mayores que crear problemas a la Autoridad Palestina”.

Ante la caída en picado de la popularidad de la AP, los expertos apuntan que no puede arriesgarse a avivar las tensiones con la detención de combatientes ampliamente admirados.

La Autoridad “está sufriendo una crisis de legitimidad”, dijo Tahani Mustafa, analista palestino de International Crisis Group. “Hay una enorme desconexión entre las élites en la cima y los grupos en la base”.

Las autoridades palestinas reconocen que su control se está desvaneciendo.

“Tememos que cualquiera de nuestras acciones contra (estos grupos) genere una reacción en la calle”, dijo un funcionario de los servicios de inteligencia, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar con reporteros.

Con el ejército israelí intensificando sus redadas, los problemas en la estructura de poder en Cisjordania y el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu aumentando los asentamientos en territorio ocupado, los frustrados palestinos afirman que no persiguen ninguna agenda islamista o política, solo quieren defender sus ciudades y resistir a una ocupación israelí que dura ya 55 años.

Para Mohammed Alawneh, de 28 años y que perdió dos hermanos en confrontaciones con las fuerzas israelíes con dos décadas de diferencia, el grupo Yaba es una “reacción”. Aseguró que apoyaría la paz si significase el final de la ocupación y la formación de un único estado entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Por ahora, indicó, está claro que Israel no quiere la paz.

Hamamrah, el fallecido comandante del grupo Yaba, arrojó piedras a los soldados israelíes cuando era un adolescente y más tarde se unió a una rama armada de Fatah, el partido del presidente palestino, Mahmud Abás, explicó su madre, Lamia. Tras 10 angustiosos meses en un penal israelí, se volvió religioso y reservado. Hablaba de vengarse.

Tras su muerte, Lamia descubrió que había ayudado a formar el grupo y que Yihad Islámica les había proporcionado armas, incluyendo la pistola que Hamamrah disparó contra las tropas israelíes el 14 de enero.

El ejército lo siguió hasta Yaba, donde lo abatió junto a otro pistolero, Amjad Khleleyah. Su auto, aplastado y manchado de sangre, está ahora en el centro de la ciudad como un monumento macabro.

En el funeral, los amigos de Hamamrah le dijeron que se mostrase orgullosa por un hijo que se convirtió en un combatiente e inspiró a todo el pueblo.

Pero Lamia lloraba sin parar. Malak, su hija de 14 años, también quiere morir como una mártir.

“Sólo soy una madre que ha perdido a su hijo”, declaró. “Quiero que todo esto termine”.



Jamileth