Internacional - Seguridad y Justicia

Nueva York, la ciudad de los sueños de Trump, le dará su merecido

2023-04-02

Su nombre ha quedado impreso en los tabloides de esta ciudad, anclado a sus edificios y cimentado a...

Por MATT SEDENSKY

NUEVA YORK (AP) — Su nombre ha quedado impreso en los tabloides de esta ciudad, anclado a sus edificios y cimentado a una clase especial de descarada confianza en Nueva York. Ahora, la ciudad que puso a Donald Trump en el mapa y que él tanto amó, está lista para darle su merecido.

Rechazado por sus votantes, condenado al ostracismo por sus manifestantes y ahora reprendido por sus jurados, el pueblo de Nueva York tiene una cosa más en la que salpicar el nombre de Trump: la Acusación Núm. 71543-23.

“Quería estar en Manhattan. Amaba Manhattan. Tenía una conexión con Manhattan”, dice Barbara Res, vicepresidenta de la Organización Trump. “No sé si lo ha aceptado y no sé si lo cree, pero Nueva York se volvió contra él”.

Ninguno de los romances de Trump ha durado más que el cortejo con Nueva York. Ningún otro lugar podría igualar su mezcla de ostentoso y extravagante. Su amor no correspondido por la ciudad es shakesperiano, pero Trump fue un paso más allá y llegó a la presidencia solo para convertirse en un antihéroe local.

Trump nació y se crio en Queens, hijo de un desarrollador inmobiliario cuyos proyectos se encontraban principalmente en Queens y Brooklyn. Pero el joven Trump ansiaba cruzar el East River y hacerse un nombre en Manhattan. Para la década de 1980, ya era un elemento fijo en Nueva York. Y en una ciudad que se enorgullece de ser el centro del mundo, Trump se vio a sí mismo como rey.

Sin embargo, el sentimiento nunca fue realmente mutuo. Trump dejó un rastro de facturas impagas, trabajadores despedidos y neoyorquinos comunes que lograron ver a través de su desvergonzada autopromoción.

Puede haber sido un personaje singular, pero en una ciudad de 8 millones de historias, la suya era una más.

Es posible que nunca haya sido un neoyorquino común, viajando en el atestado metro en las mañanas o comprando una salchicha caliente a un vendedor ambulante, pero para muchos siguió siendo una presencia benigna, aunque descomunal.

Ahora, cuando regresa al norte, pasa la mayor parte de su tiempo en su club en Bedminster, Nueva Jersey. El hombre que durante mucho tiempo evitó cruzar puentes y túneles nuevamente está separado de Manhattan por un río.



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