Ecología y Contaminación
Los incendios forestales en Canadá causan estragos en la fauna salvaje
Mathiew Leiser y Genevieve Normand | AFP
No hay heces, huellas, nidos ni otros rastros de vida salvaje: los bosques boreales de Canadá han sido devastados este año por incendios sin precedentes.
En las zonas boscosas de la provincia de Quebec, el cazador Paul Wabanonik busca en las tierras ancestrales de su tribu pisadas frescas de alces, que habían sido su sustento y el de su familia.
"Normalmente, veríamos huellas por todas partes", dice el nativo ashinabe. Pero "es como un desierto", añade, mientras guía a los periodistas de la AFP por un sendero.
Los habitantes de su pueblo, a cientos de kilómetros al norte de Montreal, se vieron obligados a huir en junio del avance de los incendios forestales.
Ahora empiezan a despuntar algunos brotes verdes en el bosque, antaño frondoso y actualmente calcinado por las llamas.
De cara al otoño, el follaje suele explotar con brillantes colores rojos, naranjas y amarillos, pero ahora está todo ennegrecido.
Sin la cubierta forestal, no queda nada que cazar para alimentar a Wabanonik y su familia, y hay pocas probabilidades de que la vida salvaje vuelva pronto, se lamenta.
"No tenemos una idea precisa del número de animales que han muerto, pero son cientos de miles", afirma Annie Langlois, bióloga de la Federación Canadiense de Fauna Salvaje.
Castores, coyotes, zorrillos, glotones, zorros, osos... el bosque boreal canadiense alberga 85 especies de mamíferos, 130 de peces y 300 de aves, entre ellas muchas migratorias.
Pero la temporada de incendios forestales de este año ha sido devastadora, con más de 18 millones de hectáreas quemadas, una superficie similar a la de Túnez.
- Partículas de humo -
La bióloga Langlois señala que algunas especies pueden quedar rápidamente atrapadas, porque no tienen la capacidad de volar o correr lo bastante rápido y a grandes distancias ante incendios muy intensos y que avanzan con rapidez.
Las consecuencias son graves también para la fauna acuática. Además de la ceniza que cubre lagos y ríos, la erosión del suelo causada por la pérdida de vegetación altera la calidad del agua.
"Los lagos de agua clara y cristalina del Escudo Canadiense se llenarán de algas que chuparán el oxígeno, por lo que habrá menos para los animales", explicó Langlois, refiriéndose a la gran superficie de roca expuesta.
La composición química de las partículas de humo de los incendios forestales también es diferente de la de otras fuentes de contaminación, como las emisiones de los automóviles o la industrial.
Contiene una mayor proporción de contaminantes a base de carbono en diversas formas químicas que a veces se depositan a cientos de kilómetros de las llamas.
Estos humos tienen efectos agudos o crónicos sobre la salud de la fauna, afirma Matthew Mitchell, de la Universidad de Columbia Británica.
"Los animales jóvenes suelen ser más susceptibles a los efectos del humo, al igual que los humanos", añade, e "incluso animales marinos como ballenas y delfines se ven afectados cuando salen a respirar".
En Canadá, casi 700 especies ya se consideran amenazadas, en gran parte debido a la destrucción de su hábitat por la tala de árboles y otras prácticas.
A largo plazo, los incendios forestales constituyen una amenaza adicional para la fauna salvaje.
Es el caso del caribú. Es poco probable que este emblema canadiense que vive en bosques antiguos, y se alimenta de líquenes, se recupere en varios años de los estragos del fuego.
"Si es probable que al alce le vaya bien, al caribú le irá menos bien, dado que se encuentra en una situación bastante precaria", alerta Gabriel Pigeon, profesor de la Universidad de Quebec en Abitibi-Temiscamingue.
Los incendios también podrían acentuar un fenómeno ya observado por los investigadores y relacionado con el cambio climático y la agitación de los ecosistemas: ciertas especies se han desplazado hacia el norte.
Es el caso de un lince al que Pigeon sigue con un collar de radio. Se ha refugiado a 300 kilómetros de su territorio, mientras que su área de influencia suele ser de 25 kilómetros cuadrados.
El regreso de los animales a las zonas quemadas variará de una especie a otra. Para algunas, podría llevar años.
Jamileth
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