Comodín al Centro
Biden no debe renunciar a la democracia en Venezuela
(Bloomberg) -- El acuerdo firmado el mes pasado entre el hombre fuerte de Venezuela, Nicolás Maduro, y miembros de la oposición generó esperanzas de que el próximo año se celebren elecciones presidenciales abiertamente disputadas. En respuesta, la Administración del presidente Joe Biden suspendió algunas sanciones contra el sector energético de Venezuela y levantó la prohibición de negociar sus bonos soberanos.
A Estados Unidos le interesa una relación menos hostil con Venezuela. Pero cualquier concesión adicional al régimen debería estar condicionada a un compromiso genuino con el cambio democrático. Hasta ahora, las señales son poco alentadoras.
Según el acuerdo, Maduro aceptó no impedir que la oposición celebrara elecciones primarias el 22 de octubre. El Gobierno también se comprometió a simplificar el proceso de registro de votantes, permitir la presencia de observadores electorales y dar a los candidatos de la oposición un mayor acceso a la cobertura de los medios de comunicación estatales. Los mediadores internacionales esperaban que el acuerdo pudiera allanar el camino para las primeras elecciones libres del país desde 2015, cuando las fuerzas anti-Maduro ganaron brevemente una mayoría en el parlamento, solo para que Maduro recuperara el control de todas las ramas del Gobierno a través de una serie de elecciones fraudulentas.
Hay pocas razones para pensar que repentinamente Maduro haya adoptado la democracia. Se ha negado a decir si a María Corina Machado, una exdiputada partidaria del libre mercado y antigua crítica del régimen, se le permitirá presentarse a las elecciones generales del próximo año, a pesar de su abrumadora victoria en las primarias. Machado estaba inhabilitada por el Gobierno para ocupar cargos públicos durante 15 años, por motivos falsos. La semana pasada, el tribunal electoral del país sugirió que podría anular los resultados de las primarias, descalificando a Machado. Si el régimen sigue adelante, es probable que la oposición boicotee las elecciones del próximo año, lo que imposibilitaría que países como EU reconocieran el resultado.
Dada la posibilidad de otra votación fraudulenta, legisladores estadounidenses de ambos partidos han criticado la decisión de Biden de suavizar las sanciones, calificándola de imprudentemente prematura. Hacer negocios con un dictador como Maduro sin duda conlleva riesgos, pero la estrategia estadounidense de aplicar “máxima presión” con la esperanza de derrocar al régimen ha demostrado ser inútil. La prohibición de las importaciones de petróleo venezolano impuesta por el expresidente Donald Trump contribuyó al colapso de la economía y al éxodo de siete millones de personas, incluidas al menos 500,000 que desde entonces han buscado asilo en EU Mientras tanto, Maduro se aferró al poder forjando una alianza con la Rusia de Vladímir Putin y aumentando la represión de sus opositores internos.
Sin embargo, ambas partes tienen incentivos para conversar. Las sanciones por la guerra de Ucrania han puesto en peligro los activos que mantiene Venezuela en bancos rusos. Los conflictos en Medio Oriente han interrumpido el suministro de petróleo y amenazan con empujar la economía mundial a la recesión. La suspensión de las sanciones por parte de Biden podría permitir a Venezuela aumentar su producción de petróleo en un 20% en los próximos seis meses, y gran parte de ese petróleo iría a parar a EU La reanudación del diálogo con Maduro también ha contribuido a los esfuerzos estadounidenses por gestionar la crisis migratoria: Venezuela ha empezado a aceptar inmigrantes deportados de EU por cruzar ilegalmente, la primera vez que lo hace desde el inicio de la pandemia.
Biden debería seguir apostando por la diplomacia, sin abandonar el compromiso de EU con la democracia venezolana, que es fundamental para desalentar la emigración e incentivar a que los venezolanos que se fueron vuelvan al país. Junto con sus socios europeos, EU debería insistir en que el Gobierno venezolano se comprometa a fijar una fecha para las elecciones del próximo año, ratifique la victoria de Machado en las primarias y permita a los opositores al régimen hacer campaña libremente. El alivio adicional de las sanciones contra el Gobierno o los miembros del régimen debe esperar hasta que Maduro se comprometa no solo a celebrar elecciones libres, sino también a acatar los resultados.
El régimen represivo de Maduro ha dejado en ruinas a una nación antaño próspera y ha creado una crisis humanitaria que se ha extendido mucho más allá de las fronteras del país. Sin embargo, la coerción por sí sola no ha resuelto el problema. Una estrategia diplomática que defienda los principios democráticos y, al mismo tiempo, establezca objetivos realistas es la mejor manera de avanzar para Estados Unidos, la región y el pueblo venezolano.
Jamileth
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