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Situación económica de Egipto: desafíos, causas y perspectivas
Por Heba Nassar | Política Exterior
A pesar de sus recursos naturales, su situación geoestratégica y su capital humano, el país se enfrenta a retos económicos que exigen reformas institucionales, políticas y sociales
Egipto tiene por delante lo que podrían parecer objetivos antagónicos. Por un lado, urge restablecer la estabilidad económica, reduciendo el déficit presupuestario, la deuda pública y la inflación, y manteniendo unas reservas de divisas adecuadas. Al mismo tiempo, sigue existiendo la necesidad de mejorar el nivel de vida, con más empleo, menos pobreza y mejores sistemas de sanidad y educación. La economía egipcia se enfrenta a retos nacionales e internacionales que exigen una reestructuración parcial de los antiguos acuerdos del país. Cuando el Covid-19 llegó en 2020, los observadores nacionales y los inversores internacionales temían que sacara a la luz las vulnerabilidades de Egipto. Pero mientras el turismo prácticamente desaparecía en todo el mundo y la actividad empresarial se estancaba, Egipto pudo capear el impacto de la pandemia. Atraídos por los altos rendimientos, los inversores extranjeros acudieron en masa a las letras del Tesoro de Egipto, y las remesas de los egipcios en el extranjero también aumentaron. Estas entradas ayudaron al país a financiar temporalmente sus déficit por cuenta corriente y presupuestario.
En realidad, fue la invasión de Ucrania en 2022 la que precipitó una grave crisis económica e hizo que subieran los precios de las materias primas y también la considerable factura de las importaciones de Egipto, que corresponde principalmente a las compras de combustible y cereales en el extranjero. Las reservas de divisas del país cayeron de 6,8 millones en 2021 hasta llegar para poco más de tres meses de importaciones en julio de 2022.
La evolución de los mercados financieros mundiales, con tipos de interés más altos en los mercados desarrollados, y los recientes conflictos geopolíticos, han desencadenado salidas de activos a gran escala de los mercados emergentes vulnerables. En Egipto, esas salidas rondaron los 20,000 millones de dólares entre enero y septiembre de 2022. Estas crisis económicas han subrayado la necesidad de reformas continuas para abordar retos que vienen de lejos.
En respuesta a estas crisis, Egipto ha emprendido ajustes cambiarios, monetarios y fiscales para compensar las pérdidas de reservas, contener las presiones inflacionistas y proporcionar protección social. El 21 de marzo de 2022, el Banco Central de Egipto (BCE) permitió que el tipo de cambio se depreciara un 16%, seguido de fluctuaciones graduales y subió los tipos de interés para contener las presiones inflacionistas. Por otro lado, las autoridades han anunciado una serie de paquetes de ayudas sociales para aliviar el impacto del alza de precios. Entre ellos cabe citar la rápida ampliación de la cobertura del programa de redes de seguridad social Takaful y Karama, una subida de las pensiones y los salarios del sector público, medidas de desgravación fiscal y más transferencias selectivas de efectivo. Las autoridades egipcias y el Fondo Monetario Internacional (FMI) firmaron en diciembre de 2022 un Servicio Ampliado del Fondo (SAF) de 46 meses para restablecer la estabilidad macroeconómica y apoyar la aplicación de reformas estructurales. Debería proporcionar en total una financiación por valor de 3,000 millones de dólares y reconoce una posible financiación de 1,000 millones de dólares procedente del Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad del FMI. También prevé una financiación adicional de 5,000 millones de dólares a través de un paquete plurianual de apoyo regional e internacional, incluido el del Banco Mundial. Egipto está examinando actualmente el acuerdo de préstamo con el FMI.
Teniendo en cuenta las devaluaciones del tipo de cambio, el aumento de los costes del servicio de la deuda y el déficit estructural por cuenta corriente, las autoridades monetarias tuvieron que dejar el tipo de cambio bajara a 31 libras egipcias por dólar y fuera más alto en el mercado negro, aunque su objetivo es cerrar esa brecha. A su vez, el Banco Central subió los tipos de interés para contener la inflación resultante y limitar las salidas de capital. Pero, a su vez, el aumento de los tipos de interés y la devaluación de la moneda han hecho que la deuda se dispare. El presupuesto de 2023-2024 prevé que los reembolsos absorban el 56% del gasto público total. El repunte de la tasa de inflación urbana, que alcanzó el 38% en diciembre de 2023, y las depreciaciones del tipo de cambio desde marzo de 2022, han provocado un aumento significativo del coste de los insumos nacionales e importados. Las dificultades para obtener divisas, junto con el aumento de los requisitos de importación y algunas prohibiciones de importación, han hecho que al sector privado le resulte difícil obtener las materias primas necesarias para la producción. El sector privado se enfrenta ahora a un mayor coste de financiación debido a la contracción monetaria nacional y mundial.
Con una deuda externa total de 165.360 millones de dólares, el país pretende recaudar 191,000 millones de dólares de ingresos anuales de aquí a 2026. El 31 de julio, el ministro egipcio de Finanzas anunció que se esperaba que el ratio deuda total/PIB alcanzara el 97% durante el verano, lo que supone un enorme aumento del 16,8% desde junio de 2022.
Para entender mejor este incremento de la deuda egipcia, es importante saber que los ingresos públicos en Egipto responden a factores internacionales, mientras que los gastos públicos responden más bien a factores internos como la inflación. Una gran parte del gasto público es obligatoria –sueldos y pensiones para el gran número de empleados del sector público, el pago de la deuda pública– o es socialmente delicada, como las subvenciones a los consumidores. Estas cuestiones han dado lugar a la rigidez de la estructura del gasto público, limitando así el margen de maniobra fiscal.
Es más, desde la revolución de julio de 1952, se espera que el gobierno proporcione una amplia gama de bienes y servicios de consumo fuertemente subvencionados y unos impuestos bajos. Esto ha dado lugar a una situación en la que el gasto público supera continuamente a los ingresos (entre 1965 y 2019 el gasto público real aumentó a un ritmo del 4,4% anual, el doble que el crecimiento de la población), provocando déficit presupuestarios anuales que en ese periodo rondaron una media del 11% del PIB.
Los déficit tuvieron como consecuencia un aumento constante de la deuda pública. Esta no solo era elevada, sino también estructuralmente desfavorable en cuanto a vencimiento, composición monetaria y posible riesgo fiscal. Además, las empresas estatales y las autoridades económicas operan implícitamente bajo una restricción presupuestaria blanda y el gran endeudamiento del gobierno tendía a excluir al sector privado y a restringir su acceso a los recursos financieros.
Por otra parte, existen algunos elementos estructurales importantes en la economía egipcia que limitan la recaudación fiscal. Entre ellos destaca el tamaño del sector informal: el 53% del total de establecimientos en Egipto en 2019 no estaban registrados y, por tanto, no estaban incluidos en el sistema fiscal. Además, el 57% de los trabajadores asalariados mayores de 15 años no tenían un contrato de trabajo, por lo que eran invisibles para el sistema tributario.
Se prevé que el entorno macroeconómico general de Egipto durante los ejercicios 2022/23-24 se verá perjudicado por las perturbaciones mundiales, antes de empezar a mejorar a medio plazo, a medida que el país siga impulsando la estabilización y las reformas estructurales. La creación de un régimen fiscal sigue siendo crucial para que progrese el capital humano y físico de la población egipcia, que supera los 105 millones de personas. La continuación de las reformas (mejorar la política comercial y hacer posible un entorno empresarial más amplio) puede liberar el potencial del sector privado en actividades de mayor valor añadido y orientadas a la exportación, necesarias para la creación de empleo y la mejora del nivel de vida.
Perspectivas
Egipto cuenta con una amplia variedad de recursos naturales, una buena situación geoestratégica y una población muy cohesionada. El país dispone también de una mano de obra numerosa y diversificada, y se beneficia de una buena red de acuerdos comerciales regionales. Las experiencias nacionales muestran que otros países han experimentado retos de transformación política y económica similares o incluso peores, pero con las políticas adecuadas han podido superarlos. En el futuro, la mejora de la resiliencia macroeconómica y el avance de las reformas estructurales para permitir el desarrollo del sector privado serán fundamentales para apuntalar una recuperación sostenida. El replanteamiento del modelo de desarrollo económico podría favorecer un crecimiento más dinámico impulsado por el sector privado. Para poder mejorar el sistema fiscal y la eficiencia de las finanzas públicas es necesario abordar los obstáculos relacionados con la competencia, la escasez de personal cualificado, el entorno empresarial, la gobernanza y la aplicación del Estado de Derecho.
Egipto ha experimentado un incremento significativo de las reservas netas de divisas durante 11 meses consecutivos, alcanzando los 34,800 millones de dólares a finales de junio de 2023. Este crecimiento proporciona al país un amortiguador frente a las crisis externa y aumenta la confianza en su capacidad para hacer frente a las obligaciones de pago exteriores. Además, el Índice de Gestores de Compras (PMI por sus siglas en inglés), indicador clave de la actividad económica de empresas manufactureras, alcanzó en junio de 2023 su nivel más alto en 22 meses. Esta mejora se vio impulsada por el aumento de la producción, lo que indica una posible recuperación de la demanda local y de la actividad económica.
El crecimiento neto de la inversión extranjera directa (IED) aumentó un 52%, alcanzando los 2,400 millones de dólares en el segundo trimestre del ejercicio fiscal 22/23, frente a los 1,600 millones del trimestre correspondiente del año anterior. Este aumento se debe a un incremento del 10% de las entradas totales en Egipto, que alcanzaron los 5,800 millones de dólares en el segundo trimestre del ejercicio fiscal 22/23, frente a los 5,300 millones del mismo trimestre del año anterior. Por otra parte, las salidas totales disminuyeron un 9%, alcanzando los 3,400 millones de dólares, frente a los 3,700 millones del segundo trimestre del ejercicio fiscal 21/22. Los depósitos extranjeros podrían registrar una tendencia al alza después de que el BCE y el Banco Misr emitieran Certificados de Depósito en dólares a tres años con rendimientos anuales del 7% y el 9%. El déficit comercial se contrajo en 10,000 millones de dólares hasta alcanzar los 23,600 millones en marzo/julio del ejercicio 2022/2023. Esto se debió principalmente a la mejora en 12,400 millones de dólares del déficit comercial no relacionado con el petróleo, que registró 25,200 millones de dólares menos que los 37,700 millones del mismo periodo del ejercicio anterior, impulsada por la disminución de las importaciones de mercancías no relacionadas con el petróleo en un 22% (44,500 millones de dólares menos que los 57,100 millones del mismo periodo del ejercicio anterior). La reducción se observó en las importaciones de vehículos de pasajeros, piezas de repuesto y accesorios para automóviles y tractores y teléfonos.
El principal reto sigue siendo cómo aumentar la entrada de divisas fuertes en el país. Actualmente se está negociando la ampliación del plazo de los depósitos estadounidenses de Emiratos y Kuwait en el Banco Central, así como nuevas negociaciones con el FMI. Sin embargo, es preciso fomentar las exportaciones y frenar las importaciones, sobre todo de productos básicos de fabricación nacional. La subida de los precios mundiales del gas natural puede abrir más oportunidades para Egipto, que es un país exportador de gas.
El uso óptimo de los recursos económicos será la única manera de solucionar el déficit de financiación del país a largo plazo. Para ello deberá reconsiderar el papel del gobierno en la economía; dar prioridad al gasto en megaproyectos; fomentar las inversiones del sector privado creando un entorno empresarial propicio; adoptar un planteamiento económico más integrador; y capitalizar el activo más importante de Egipto –su capital humano– mediante la creación de oportunidades de empleo alejadas de los sectores económicos de bajo valor añadido.
Algunas recomendaciones
Algunas recomendaciones para abordar las vertientes institucional, política y social. Desde el punto de vista institucional, un reto clave para el gobierno es crear instituciones transparentes que fomenten la responsabilidad y la buena gobernanza. La equidad en la política económica puede garantizar que los beneficios del crecimiento benefician a todos los sectores sociales. Asegura también la imparcialidad en el acceso a los puestos de trabajo y las oportunidades para las empresas, tanto si las personas están conectadas como si no.
En cuanto a la vertiente política, hay que entender la diferencia entre las soluciones temporales y un conjunto de políticas eficientes y dinámicas a medio y largo plazo. La reforma de los subsidios y la flexibilidad de los tipos de cambio podría ser una solución temporal. Pero a medio y largo plazo es preciso elaborar evaluaciones de políticas dinámicas y eficientes con el fin de alcanzar dos objetivos: la estabilidad y el bienestar. Esto implica examinar sistemáticamente la repercusión de todas las políticas en la inclusión social para identificar los posibles métodos de ajuste a fin de reforzarlas. La inclusión social debe integrarse en el diseño general de la política, en su aplicación y en la toma de decisiones presupuestarias, con un instrumento de control para el establecimiento de prioridades.
En el frente social, la naturaleza multidimensional de la pobreza requiere que todas las políticas pertinentes, es decir, económicas, fiscales, sociales,
de empleo, sanitarias, culturales, educativas, medioambientales y agrícolas contribuyan conjuntamente a crear una mayor inclusión social de los grupos vulnerables. Ciertamente, herramientas como la protección frente a la pobreza y la evaluación del impacto social tienen un papel importante que desempeñar en este ámbito.
Estos esfuerzos también se ven respaldados por reformas destinadas a mejorar la eficacia del gasto público y la recaudación de impuestos para garantizar que los desembolsos en favor de los pobres y las inversiones en sanidad y educación estén bien orientados. Asimismo, se espera que la creación más rápida de oportunidades de empleo en el sector privado y la integración de la mujer en la población activa como parte de la estrategia de crecimiento integrador de las autoridades mejoren constantemente el nivel de vida, incluso para los trabajadores menos cualificados.
Por último, pero no menos importante, actualmente hay en marcha varias iniciativas prometedoras en la economía egipcia. La primera se sitúa en el eje social: la oportunidad de un diálogo democrático que se ha iniciado en Egipto entre diversas partes interesadas ha propiciado que la toma de decisiones se vea ahora como un proceso a largo plazo. También animará a los inversores privados y a la sociedad civil, las instituciones y los sindicatos a asumir su papel en el desarrollo.
La segunda iniciativa se inscribe en el plano económico: Egipto está construyendo una zona económica en el Canal de Suez que contribuirá a la transformación estructural de la economía, su mejora y diversificación. Los países que han conseguido obtener beneficios a largo plazo de sus zonas económicas han establecido las condiciones para un intercambio continuo y la consiguiente transferencia de tecnología dura y blanda entre la economía nacional y los inversores basados en las zonas. Esto incluye la inversión de empresas nacionales e internacionales en las zonas, los vínculos en las dos direcciones, el apoyo a las empresas y la circulación fluida de mano de obra cualificada y empresarios entre las zonas y la economía nacional.
La tercera iniciativa es de carácter estructural. El gobierno egipcio puso en marcha en 2022 un programa nacional de reforma estructural de tres años de duración. Su objetivo es diversificar la producción económica centrándose en tres sectores principales: la industria manufacturera, la agricultura y las tecnologías de información y comunicación, un pilar fundamental.
El programa incluye otro puntal básico relacionado con el aumento de la eficiencia de la flexibilidad del mercado laboral, el desarrollo de la educación técnica en colaboración principalmente con el sector privado y la implantación del sistema de información laboral y de gestión.
Durante la aplicación del Programa Nacional de Reformas Estructurales, también se está llevando a cabo una labor de previsión de las posibles repercusiones de las reformas en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible establecidos, además de una revisión de las medidas políticas y los objetivos cuantitativos especificados, con especial atención a la inclusión y la sostenibilidad.
Por último, aunque podemos mostrarnos optimistas respecto al potencial y las perspectivas de Egipto, es esencial comprender que la recuperación económica requiere capacidad, tiempo, esfuerzo, recursos y políticas transformadoras. Resulta vital abordar esta crisis económica con la convicción de que podría representar una oportunidad para que el país se corrija y allane el camino hacia una economía más sana y próspera.
aranza