Editorial
México vota de nuevo entre balas
Por Gabriel González Zorrilla | DW
Incluso antes de comenzar la última fase de la campaña electoral en México, este 1 de marzo, numerosos políticos locales fueron amenazados o asesinados por el crimen organizado.
¿Lo mismo de siempre?
México celebra el 2 de junio las elecciones más grandes de su historia, pero también podrían convertirse fácilmente en las más sangrientas. El lunes pasado, dos precandidatos a una misma alcaldíafueron asesinados en distintos lugares en el estado de Michoacán. En total, la violencia preelectoral en México deja ya 33 víctimas mortales. Bajo estas circunstancias, parece una locura presentarse a un cargo público.
"Efectivamente, a lo largo de la presente administración ha habido un aumento sustantivo de ese tipo de ataques del crimen organizado contra autoridades e integrantes de partidos", afirma Sandra Ley, Coordinadora del Programa de Seguridad en el centro de investigación México Evalúa. "En junio, prácticamente en todos los municipios habrá elecciones. Aquí es donde el crimen organizado busca incidir", explica Ley. La razón es simple: a nivel local se decide en junio quiénes van a ser las autoridades, particularmente en puestos clave de seguridad y de justicia, y quienes tendrán acceso a los presupuestos municipales.
Günther Maihold, investigador en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín, anticipa más violencia en los próximos meses: "Seguramente veremos una mayor criminalización de la campaña electoral y un aumento de la violencia como instrumento en el debate político. Por un lado, esto tiene que ver con el hecho de que básicamente no hay reacción por parte del presidente y, por otro, con el hecho de que cada vez más actores criminales están ganando influencia política en el ámbito local."
Abrazos, no balazos, y cruzarse de brazos
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sostuvo repetidamente que su estrategia de seguridad es atender las causas y habló de "abrazos, no balazos, pero no cruzarse de brazos". Sin embargo, las grandes expectativas de la población aún no se han cumplido: el número de delitos impunes aumenta, y con él el descontento y la desconfianza en la Justicia y las instituciones del Estado.
El enfoque político detrás del lema "abrazos, no balazos" fue, según el experto alemán, intentar de sacar a la gente de la pobreza para que no recurra a la violencia y el crimen. "Con los amplios programas sociales y pagos directos, López Obrador se aseguró el apoyo político de la gente e intentó crear un incentivo para que no entre en el campo de la criminalidad". Pero esto no resultó. "Las cifras siguen casi igual. Las amenazas y los asesinatos de periodistas no han cambiado".
Maihold sostiene que mientras López Obrador siga contando en sus mañaneras que la situación no es tan grave como la pintan los críticos, se creará también un ambiente en el que los "criminales piensan poder cometer tales actos sin provocar algún tipo de reacción". A su juicio, falta apoyo para las instituciones locales, en las que el crimen organizado gana constantemente más terreno.
En este punto coincide también la experta mexicana: "El número de ataques del crimen organizado contra autoridades y partidos se ha multiplicado por tres en la en la última administración y en gran medida esto se debe a que en ningún momento se elaboró una política para blindar a los municipios. El 80 por ciento de esos ataques son contra autoridades municipales", subraya Sandra Ley.
Poca probabilidad de mejora en el próximo sexenio
Ambos expertos ven pocas perspectivas de mejora de la situación de seguridad con el próximo gobierno. Por un lado, según Maihold, si gana Claudia Sheinbaum -que considera la candidata con más posibilidades- tendría que querer salir de la sombra de López Obrador en primer lugar, lo que actualmente es imposible de predecir. En segundo lugar, López Obrador ya ha puesto límites muy estrechos a quien lo suceda, de los que será muy difícil liberarse. El primer obstáculo, coinciden ambos expertos, es el gran aumento de poder de los militares en ámbitos civiles de la sociedad. El otro obstáculo es la herencia de los programas de reparto social, que fijan unos límites presupuestarios muy ajustados. "Se estima que el 60 por ciento de la población recibe ya prestaciones en metálico del erario público. No se podrá ahorrar nada sin que la gente se eche a la calle", afirma Maihold.
La experta de México Evalúa observa en estas elecciones de nuevo un efecto que a primera vista parece paradójico: "La historia de democratización en México está entrelazada con la violencia criminal. Cada vez que tenemos una alternancia en el poder, vemos aumentos de violencia. Porque cada elección causa un resquebrajamiento de las redes de protección del crimen organizado, a la que éste responde con violencia", sostiene Ley. "Lamentablemente, la historia de democratización en México se centró básicamente en procesos electorales y no fue acompañada de una construcción de un Estado de Derecho".
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