Religión
La Virgen de la Caridad une a todos los cubanos: católicos, santeros, exiliados y repatriados
LUIS ANDRES HENAO y GIOVANNA DELL’ORTO
EL COBRE, Cuba (AP) — Ramón Nieblas fijó sus ojos llenos de lágrimas en la pequeña imagen dorada, un amado icono de la patrona de Cuba. En voz baja, le pidió un milagro a la Virgen de la Caridad del Cobre: que, por favor, salve a su hijo enfermo.
“Vine a pedir por su salud”, dijo Nieblas, un cubano que vive en Brasil y que viajó miles de kilómetros hasta la basílica en el este de Cuba, un sitio de peregrinación a la sombra de la Sierra Maestra.
Sentado durante la misa, abrazaba a su hijo de 26 años Hernando Nieblas, un médico sometido a un tratamiento para la leucemia. Ambos formaban parte de los miles de personas que visitan el lugar, buscando la intercesión de la Virgen María por sus necesidades más desesperadas y para dar gracias por sus bendiciones.
La Virgen de la Caridad ha sido muy importante para el catolicismo en Cuba, que reprimió las prácticas religiosas tras convertirse en un Estado ateo después de la revolución de 1959. Se convirtió en un Estado secular a principios de la década de 1990, y en el último cuarto de siglo, se ha vuelto más tolerante hacia la religión.
Sin embargo, la Virgen, reconocida por el Vaticano y venerada por católicos y seguidores de las tradiciones de la santería afrocubana, es más que un icono religioso. Está en el corazón de la identidad cubana y une a compatriotas de la isla caribeña gobernada por el Partido Comunista con los exiliados o quienes emigraron a Estados Unidos
“La Virgen está muy metida en nuestra historia, en nuestra identidad” afirma el reverendo Rogelio Puerta, párroco de la basílica que también ha oficiado misa en el altar gemelo de Miami. “No se puede hablar de Cuba sin hablar sobre la Virgen de la Caridad”.
Hace seis décadas, un grupo de exiliados llevó de contrabando una réplica de la imagen de la Virgen a Miami, y después construyó el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad, al sur del centro de la ciudad. Sigue siendo un poderoso símbolo de unidad, a pesar de décadas de divisiones políticas entre los cubanos.
“Cachita”, como se le llama cariñosamente, está representada en tatuajes, murales callejeros, caricaturas y otras formas de arte en la isla. Es venerada en altares hogareños improvisados, canciones, y en su santuario, a unos 805 kilómetros (500 millas) al este de La Habana.
Muchas de las ofrendas dejadas por los fieles decoran el santuario de altas cúpulas rojas: diplomas universitarios, muletas, estetoscopios, notas escritas a mano, ropa de bebé, insignias militares y más. Entre los recuerdos dejados por visitantes famosos hay casacas de béisbol, medallas olímpicas y otros reconocimientos.
La madre de Fidel y Raúl Castro dejó una vez una pequeña figura de oro de un guerrillero cuando sus hijos combatían al dictador Fulgencio Batista antes de la revolución. Y Ernest Hemingway, que vivió en Cuba por dos décadas, colocó una réplica de su Premio Nobel de Literatura de 1954 a los pies de la Virgen para agradecer a los cubanos por inspirar “El viejo y el mar” y otras obras.
El papa Juan Pablo II y el papa Benedicto XVII visitaron la basílica durante sus pontificados. Y el papa Francisco dijo que oraría por Cuba ante la Virgen de la Caridad durante su visita a la isla.
Algunas personas visitan el santuario más de una vez. Hace años, Ramón Nieblas y su esposa acudieron al lugar para orar por su familia. Este año, su esposa también padece cáncer y tienen un hijo de dos años. “Vinimos aquí… a pedirle que nos deje tener ese bebé. Y hoy, le pedí que por favor nos la proteja, le dé salud y le dé la bendición de que pueda ver criar a su hijo”, afirmó.
Juan González, que vive cerca del santuario, le reza a la Virgen todos los días. Su altar doméstico está adornado con estatuas de deidades de la santería afrocubana, cuyos seguidores conocen a la Virgen como “Oshún”, la diosa de la sensualidad femenina y de la maternidad.
“Son los que bendicen a la humanidad, por eso creo en la Virgen del Cobre y el gran poder de Dios”, señaló.
UNA IMAGEN RELIGIOSA SE CONVIERTE EN SÍMBOLO NACIONAL
La Virgen de la Caridad del Cobre data de 1612, cuando, según se cuenta, dos hermanos de origen indígena, Juan y Rodrigo de Hoyos, junto con Juan Moreno, un niño africano esclavo, encontraron la estatua de la Virgen cargando al niño Jesús en la bahía de Nipe. Flotaba sobre una tabla de madera que tenía inscritas las palabras, “Yo soy la Virgen de la Caridad”, de acuerdo con la basílica.
En los últimos 400 años, la importancia de la Virgen de la Caridad ha crecido. Se convirtió en un símbolo para los soldados heridos en la lucha de Cuba por su independencia de España, y los veteranos de esa guerra pidieron al Vaticano que la convirtiera en la patrona de Cuba.
“Se convirtió en este símbolo nacional”, afirmó Michelle Maldonado, experta en la Virgen de la Caridad y rectora de la Universidad de Scranton en Pennsylvania.
El culto a la Virgen de la Caridad se convirtió en parte del nacionalismo cubano a finales del siglo XIX. Entre la diáspora cubana en Miami, ha adquirido una gran importancia política, también como rechazo de la represión religiosa ejercida por el gobierno cubano, señaló Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida.
Muchos de los primeros devotos de Nuestra Señora de la Caridad huyeron o fueron expulsados por el gobierno de Castro, y llegaron a Florida a bordo de frágiles barcazas como la que se muestra detrás de la imagen de la Virgen en el mural del santuario de Miami.
Mirando el océano que lo separa de su patria, el vicario del santuario de Miami, padre Ángel Andrés González, dice que la Virgen ha sido “el hilo conductor” de su vida.
“Y es como el corazón de Cuba aquí en Estados Unidos”, afirmó.
Al igual que muchos de los exiliados cubanos que construyeron y aún rinden culto en La Ermita, como se conoce al santuario de Miami, la devoción de González por la Virgen precedió a su fe católica, y sostiene su vida en Estados Unidos.
Aunque su familia no era devota, su madre lo hacía rezar avemarías ante una estampa de la Virgen durante las tormentas. La imagen ha estado colgada detrás de su cama desde que fue bautizado en el santuario del Cobre.
EL SANTUARIO DE MIAMI SIGUE SIENDO UN FARO PARA LOS MIGRANTES
La Ermita recibe por igual a quienes residen en Miami desde hace mucho tiempo, para quienes el templo es un símbolo de la resistencia ante el gobierno cubano, y a los recién llegados que quieren hacer una videollamada a su madre en Cuba desde un lugar que le resulta familiar.
En las celebraciones del Miércoles de Ceniza que marcan el inicio de la Cuaresma, los refugiados políticos y las “santeras”, o practicantes de la santería, llevan sus peticiones ante la Virgen de Miami quien, como madre, tiene un regalo para todos sus hijos, como les dice la hermana Inés Espinoza a los visitantes.
La nativa de La Habana y miembro de la orden de las Hijas de la Caridad, que fue expulsada de Cuba en 1972, atiende las necesidades materiales y espirituales de un creciente número de migrantes de toda América Latina, incluida Cuba, que han hecho de la Ermita su primera parada. Apenas en los últimos años, las autoridades fronterizas de Estados Unidos han encontrado a más de medio millón de cubanos.
En una misa del Miércoles de Ceniza, mientras los fieles decían sus oraciones, Rafael Madlum Payas, uno de los asistentes, hizo un llamado a gritos por la libertad en Cuba.
El refugiado político de 81 años huyó a Estados Unidos hace casi 20 años, dijo, y encuentra consuelo en La Ermita porque “significa que la Virgen está con nosotros donde somos”.
En esto, está de acuerdo con Yenise Hoyos, una santera que acudió a La Ermita en la misma misa, llevando una figura de la deidad de su religión yoruba, a quien considera “hermana” de la Virgen.
“Lo que eres, tu idiosincrasia, tu religión, nunca, nunca se pierde a donde vayamos”, señaló Hoyos, que llegó de Cuba hace cuatro años. “Es una paz muy increíble que se respira cuando uno llega aquí”.
Para el clero, la Virgen permite que el Santuario de Miami siga siendo un faro para los migrantes. La exhortación bíblica a dar la bienvenida al extranjero es el tema que el rector, el reverendo José Espino, eligió para esta Cuaresma.
“Siempre es lugar de agradecimiento a la Virgen de haber llegado”, señaló Espino. “Siempre ha acompañado el sueño del pueblo cubano”.
JMRS