Campirano

Fitosanitarios y Abejas

2007-04-21

El uso de abejas en la polinización de cultivos es práctica común en...

(Parte 1)

Qué sería de nuestros cultivos, de nuestros frutales, de las flores de nuestros jardines y de los bosques si no fuera por esa colaboradora tan eficaz que es la abeja?....

Ella es la responsable del 80% de la labor de polinización que realizan los insectos. Sin ella, nuestros cultivos y frutales quedarían depauperados e incluso parte de la vegetación terminaría desapareciendo. Se trata por tanto de una colaboradora que trabaja para el agricultor sin coste económico alguno y que conviene cuidar.

En los últimos años se ha extendido el uso de fitofármacos y productos fitosanitarios en los cultivos para luchar contra las plagas y enfermedades que les afectan. Son productos químicos ajenos al medio que, mal empleados por algunos, en exceso y en épocas inapropiadas, están causando mortandad en las abejas y otros insectos auxiliares tan necesarios para nuestros campos. Y eso a la larga puede causar daños más graves en la agricultura que los problemas puntuales que se pretende atacar con un tratamiento, en un momento dado.

Existe un equilibrio entre la actividad de las abejas y la lucha contra las plagas que debemos guardar, con la colaboración de apicultores y agricultores, para conseguir un beneficio mutuo.

Ese equilibrio es el que vamos a buscar con la información y las recomendaciones que exponemos en este artículo. No es cierto, estamos confundidos si pensamos que el principal beneficio que aportan las abejas es la producción de miel. Si nos gusta la naturaleza nos daremos cuenta de que las plantas silvestres, árboles y cultivos necesitan polinización, y que ésta suele darse principalmente mediante la colaboración de insectos polinizadores (es la forma más frecuente y la que necesitan la mayoría de los cultivos), o por medio de otros agentes como el viento (frecuente entre especies forestales), el agua (en plantas acuáticas y tropicales), pájaros, etc.

Dentro de la polinización hecha por insectos, debemos destacar a la abeja melífera como el principal vector de los granos de polen que van a permitir la fecundación de las flores. Se estima que un 80% de la polinización por insectos es realizada por la abeja, quedando el resto a cargo de otros insectos poco importantes como las mariposas, moscas, escarabajos, etc.

El uso de abejas en la polinización de cultivos es práctica común en árboles frutales (almendros, cerezos, melocotoneros, perales, manzanos, etc), algunas oleaginosas como la colza y el girasol, leguminosas forrajeras como la alfalfa y el trébol, la zanahoria, cebolla, pepino, melones, y en otros cultivos como el algodón, el pacharán, etc.

Llegados a este punto deberíamos plantearnos la siguiente pregunta: ¿Qué sería de nuestros campos, de los bosques, montes y praderas sin la presencia de nuestra colaboradora abeja?. La respuesta es sencilla. Sin el trabajo de estos insectos polinizadores, a expensas únicamente del viento y de los pájaros, la vegetación prácticamente desaparecería, y con ella la mayoría de las especies de fauna silvestre, pues, como hemos comentado, la mayoría de la cubierta vegetal existente necesita la presencia de dichos insectos para realizar la fecundación de sus flores y, por tanto, dar frutos y multiplicarse. Todo un caos.

Problemática del uso de productos fitosanitarios.

Sabemos que la utilización en los cultivos de variedades más productivas conlleva la pérdida de rusticidad y, con ello, la aparición de graves problemas de plagas y enfermedades. Éstas provocan grandes pérdidas en las cosechas y para luchar contra ello, se ha generalizado el uso de todo tipo de productos fitosanitarios que reducen en lo posible los daños ocasionados.

Sin embargo, debemos ser conscientes de que el empleo de fitosanitarios sobre un cultivo en floración representa un grave peligro para los insectos polinizadores, y que la desaparición de los mismos va a suponer mayores pérdidas en la producción de nuestros campos que la que pretendíamos prevenir.

Por ello, y siendo conscientes de la necesidad de su uso en nuestras explotaciones agrícolas, es de vital importancia conocer una serie de normas de utilización que reduzcan al mínimo los problemas originados a todas esas especies que nos ayudan tanto a mejorar no sólo el rendimiento de nuestros campos sino también la calidad de los productos obtenidos. El medio ambiente y las rentas agrarias lo agradecerán.

Clasificación de los fitosanitarios

Aunque existen diversas formas de clasificación, expondremos sólo una de ellas, considerando su utilidad o finalidad.

Insecticidas Para controlar insectos.
Acaricidas Para luchar contra ácaros y arañas. 
Fungicidas En el control de hongos.
Nematicidas Contra nematodos.
Helicidas  Para frenar la proliferación de caracoles y babosas.
Raticidas Contra ratas y ratones.
Repelentes de aves  
Bactericidas: Para controlar bacterias.
Herbicidas Para la lucha contra las malas hierbas. 

Circunstancias a tener en cuenta a la hora de aplicar un fitosanitario

Cuando vamos a aplicar un fitosanitario deberíamos tener en consideración las siguientes circunstancias, que desde el punto de vista apícola son importantes.

        1. Elemento a tratar. 
        2. Deriva y presencia de aguas encharcadas.
        3. Producto a aplicar.
        4. Forma de aplicación.
        5. Actividad de las abejas 
        6. Plantas que pueden presentar problemas.

1. Elemento a tratar:

Suelo. Este tipo aplicación no suele ocasionar problemas ya que el suelo a tratar suele estar sin cultivo y por no tener cubierta vegetal no es visitado por las abejas.

Cultivo. La mayoría de cultivos producen sustancias de interés para las abejas. El momento más especial es el de la floración.

Sin embargo, debemos tener en cuenta también que algunas especies vegetales pueden producir sustancias azucaradas fuera de las flores y hay que prestar atención tanto a las malas hierbas que crecen en el cultivo como a la vegetación que rodea al mismo, a la hora de tratar.

Semillas. En los últimos años está proliferando la aparición de semillas tratadas en origen y que, dependiendo del tipo de fitofármaco empleado, pueden representar un grave problema para las abejas por su toxicidad y permanencia.

Abejas muertas, envenenadas por fitosanitarios.

2. Deriva y presencia de aguas encharcadas:

A la hora de realizar el tratamiento debemos ser conscientes de que muchos de los productos o son muy volátiles o se aplican en espolvoreo y que por tanto pueden ser arrastrados por el viento hasta campos que son visitados por las abejas. También deberemos ser prudentes para evitar contaminar aguas de estanques, charcas, abrevaderos o regueros que son visitadas por las abejas para hacer acopio de agua.

3. Producto a aplicar:

La mayoría de los productos, bien utilizados, no provocarían daños en los colmenares si los agricultores y los apicultores respetaran un mínimo de precauciones elementales.

Sin embargo en muchas ocasiones, por desconocimiento o comodidad, esto no se hace, y los daños ocasionados pueden ser irremediables. Por ello a la hora de elegir el fitofármaco tendremos en cuenta tres características:

Actividad frente al problema que queremos combatir: el producto empleado debe ser eficaz y debe estar permitido en el cultivo a tratar.

Toxicidad apícola: es la capacidad que la materia activa tiene para matar abejas y que viene determinada por varios factores, como la vía de entrada en la abeja (ingestión, contacto o inhalación), efecto residual (tiempo durante el cual la materia mantiene su actividad), momento de aplicación, etc. (En la propia etiqueta de los productos químicos se informa sobre el grado de toxicidad.) Este concepto lo ampliaremos más adelante.

Peligrosidad apícola: nos mide elriesgo, que puede aumentar o disminuir en función de la forma de acción de la materia activa, la forma de presentación del producto, del tipo de aplicación que elijamos, y también del momento en que la realicemos.

4. Forma de aplicación:

Los tratamientos aéreos son los de mayor peligrosidad, y en especial los que se realizan a la salida del sol, porque, a poco que dure el efecto residual, alcanzará a un gran número de pecoreadoras. El área tratada suele ser muy amplia y el control del producto aplicado prácticamente nulo, ya que no podemos prever ni controlar ligeros cambios meteorológicos que provocarán importantes derivas. En los tratamientos terrestres es más importante la forma de aplicación del producto que la extensión a tratar, siendo los espolvoreos los más peligrosos, seguidos de las pulverizaciones y el empleo de microgránulos (las abejas pueden confundirlos con bolitas de polen). De menor a mayor peligrosidad: gránulos, emulsión, suspensión, polvo mojable, pulverizaciones, espolvoreo y microgránulos.

5. Actividad de las abejas:

Es de gran importancia la época del año y hora del día en que se realiza el tratamiento. Dentro del año, la mayor actividad de las abejas se produce desde tres meses antes de la aparición de enjambres hasta tres meses después (desde marzo hasta primeros de agosagosto y a finales de septiembre, cuando las abejas preparan la invernada). Los horarios de mayor actividad de las abejas van desde la salida del sol hasta unas 6-8 horas después del mediodía, dependiendo del mes en que nos encontremos, por lo que los tratamientos deberían aplicarse preferentemente a partir de las 7 de la tarde, cuando las abejas no están de pecorea.



AAG

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