Internacional - Seguridad y Justicia
Políticos alemanes y el canje: "Un pacto con el diablo"
Por Jens Thurau | DW
Hay alivio en Alemania por los presos liberados de Rusia y Bielorrusia, pero también gran reflexión sobre el alto precio que paga el Estado de derecho.
El canciller alemán, Olaf Scholz, expresó su alivio tras el exitoso intercambio de prisioneros con Rusia. Durante la noche del jueves (1.08.2024), recibió en el aeropuerto de Colonia/Bonn a 12 de los liberados, en una ceremonia discreta en comparación con la Estados Unidos, donde el presidente, Joe Biden, y la vicepresidenta, Kamala Harris , abrazaron frente a cámaras al periodista Evan Gershkovich. Scholz mencionó que el intercambio solo fue posible gracias a la "intensa cooperación con muchos países de Europa y especialmente con Estados Unidos", y añadió que, pese a las dudas, la decisión fue correcta, y que quienes conversen con los liberados lo entenderán.
El intercambio fue una destacada operación diplomática entre Occidente y Rusia: Rusia liberó a 16 prisioneros, incluyendo a cuatro con pasaporte alemán, y a un alemán inicialmente condenado a muerte en Bielorrusia, luego indultado. A cambio, fueron liberados ocho rusos, entre ellos Vadim Krasikov, el "asesino del Tiergarten", condenado a cadena perpetua en Alemania por el asesinato de un georgiano de origen checheno en Berlín, en 2019, un crimen que el tribunal atribuyó a órdenes estatales rusas.
Debate sobre el Estado de derecho
La liberación de Krásikov generó debate en Alemania sobre si un Estado de derecho puede liberar a un asesino condenado. A pesar de las controversias, la discusión se mantuvo mesurada. Incluso políticos de la oposición, como el líder de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, habría mostrado su apoyo, tras ser informado previamente. Norbert Röttgen, experto en política exterior de la CDU, comentó que Alemania asumió una "desventaja grave", pero justificada por "la ganancia humana, la libertad y la liberación de la tortura para 16 personas". Por otra parte, Michael Roth, experto en asuntos exteriores del SPD, resumió el dilema alemán diciendo que a veces hay que "hacer un trato con el diablo por razones humanitarias", en este caso, con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Amnistía Internacional: no es un intercambio de prisioneros de guerra
Christian Mihr, de Amnistía Internacional en Alemania, explicó a DW que el derecho internacional no regula este caso específico, ya que no se trata de prisioneros de guerra. Alemania usó el parágrafo 456a del Código Penal para evitar la ejecución de la sentencia bajo ciertas condiciones, decisión tomada por el Ministro de Justicia, Marco Buschmann.
El intercambio se concretó porque Putin buscaba hacer presión, sobre todo, por la liberación de Krasikov, condenado por asesinato, mientras que Biden priorizó la liberación de Gershkovich.
También la condena a muerte por parte de Bielorrusia del ciudadano alemán Rico K., y su posterior liberación fueron polémicas, y son analizadas por medios alemanes como una movida de Alexander Lukashenko impulsada por Putin como supuesto elemento de presión.
Controversias en Alemania
La liberación de Krasikov fue interpretada por algunos como una concesión a la presión de Estados Unidos. Günter Krings, portavoz de política jurídica de la CDU, expresó su crítica afirmando que el orden jurídico no debe ser "subordinado arbitrariamente a consideraciones de política exterior" y calificó el intercambio como un error. Sin embargo, estas opiniones son minoritarias dentro de su partido, aunque persisten preocupaciones sobre las posibles repercusiones a futuro.
"Desde una perspectiva humana, este acuerdo fue probablemente la única oportunidad para algunos prisioneros políticos como Vladimir Kara-Murza y Evan Gershkovich de salir vivos de la detención rusa. Sin embargo, Rusia es un Estado terrorista que está librando una guerra contra nuestra forma de vida. Esto también incluye el uso de la diplomacia de rehenes para provocar exactamente este dilema", declaró a DW el experto en seguridad de la CDU Roderich Kiesewetter. En resumen, el dilema radica en que el Estado de derecho se ve obligado a violar sus propios principios para salvar vidas humanas.
Sin nuevo enfoque diplomático con Rusia
Por su parte, el politólogo David Sirakov, director de la Academia Atlántica de Renania-Palatinado, advierte contra la idea de que este intercambio exitoso signifique que la diplomacia con la Rusia de Putin es posible o que podría ayudar a poner fin a la guerra en Ucrania.
"Esto no es una medida de fomento de la confianza, ni despierta esperanzas de una mejor relación con Moscú o Minsk", afirmó Sirakov. Más bien, muestra que la estrategia de la Guerra Fría de liberar a los propios ciudadanos, a menudo del ámbito de la seguridad y la inteligencia, mediante la detención de ciudadanos extranjeros sigue formando parte del repertorio diplomático de estos Estados.
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