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Los demócratas son cada vez menos en Wyoming, y una ley electoral reduce aún más su influencia
MEAD GRUVER
LUSK, Wyoming, EU (AP) — En algunos lugares remotos de las zonas rurales de Estados Unidos, los demócratas están al borde de la extinción. En el condado de Niobrara, Wyoming –el menos poblado del estado menos poblado–, Becky Blackburn es entre los 32 que quedan.
Sus vecinos le dicen “la demócrata loca”, aunque es más una expresión de cariño que de burla.
En algunos condados menos poblados hay menos. En el condado de Clark, Idaho, hay 21 demócratas, mientras que en el de Blaine, Nebraska, hay 20. Pero los demócratas del condado de Niobrara, que representan sólo el 2,6% de los votantes registrados, son los más superados en número por los republicanos en los 30 estados que hacen un seguimiento de la afiliación partidista local, según los datos electorales de The Associated Press.
En Wyoming, el estado que ha votado a Donald Trump por un margen más amplio que ningún otro, el abrumador dominio republicano puede estar aún más cimentado ahora que el estado ha aprobado una ley que hace que cambiar de afiliación partidista sea mucho más difícil.
Las primarias del martes serán las primeras elecciones desde la entrada en vigor de la ley.
En las praderas y colinas salpicadas de pinos del condado de Niobrara, colindante con Nebraska y Dakota del Sur, no es fácil ser demócrata.
Blackburn, que trabaja como asistente del fiscal republicano del condado, escucha muchas opiniones de derechas por la ciudad.
“Normalmente me limito a mirar para otro lado porque estoy librando una batalla perdida y soy plenamente consciente de ello”, explicó. “Quizá por eso soy tan querida, porque me calló diez veces más de lo que quisiera”.
No es que sea políticamente tímida. En su casa de Lusk, un pueblo ganadero de 1,500 habitantes y sede del condado de Niobrara, ondea una bandera LGBTQ+ en apoyo a su hija lesbiana.
En temporadas políticas, Blackburn se aprovisiona de carteles políticos demócratas para reemplazar los que le roban. Habla con aprobación de la reforma policial, de los impuestos a los servicios públicos y de Dylan Mulvaney, celebridad transgénero de las redes sociales.
Tal vez porque es sincera sobre esos temas –y porque, de hecho, está demasiado en minoría como para ponerlos en práctica–, Blackburn parece ser muy querida en Lusk, donde hace poco estuvo nueve años en el ayuntamiento.
“Gané dos elecciones aquí. A pesar de que no son partidistas, la gente sabía que tenía valores de izquierdas”, dijo.
En todo el país, este año los demócratas representan menos del 3% de los votantes en tres condados. Eso supone un aumento de un condado respecto a 2020, pero un descenso respecto a los siete de 2016. No hubo ninguno con un porcentaje tan bajo de inscripciones demócratas en los años de elecciones presidenciales de 2012, 2008 y 2004, según los datos de AP.
Los condados más republicanos en los últimos años se concentran en Idaho, Utah y Wyoming. Las zonas más demócratas, por su parte, son mucho menos unipartidistas.
El Distrito de Columbia, donde el 77% de los votantes son demócratas, ocupa el segundo lugar en cuanto a predominio demócrata. El primero es el condado de Breathitt, Kentucky, que por tradición es demócrata en un 79%, pero no hasta la médula. El candidato republicano a la vicepresidencia, JD Vance, tiene familia allí y en 2020 el condado se inclinó en un 75% por el expresidente Donald Trump.
El condado de Niobrara no ha siedo siempre tan republicano. Tenía más del doble de demócratas, 83, en 2012, y en 2004 había más del cuádruple, 139.
La lucha de los demócratas en Wyoming refleja los desafíos que enfrenta el partido en las zonas rurales de Estados Unidos, donde lleva años perdiendo terreno.
No siempre fue así. Hace setenta años, los demócratas eran una fuerza política en todo el sur de Wyoming, donde abundaban los empleos sindicalizados en la minería y el sector ferroviario. Ahora, los únicos bastiones del partido se encuentran en la ciudad universitaria de Laramie y en la ciudad turística de Jackson.
Mientras tanto, como los demócratas de Wyoming tienen dificultades para presentar candidatos viables a todos los niveles, muchos han cambiado su inscripción para votar en las primarias republicanas, más competitivas, y luego vuelven a cambiar para las elecciones generales.
“Te sientes asqueroso y sucio cuando lo haces. Pero lo haces de todos modos y lo vuelves a cambiar tan pronto como puedes, porque no quieres empezar a recibir los correos republicanos”, afirmó Blackburn.
Los republicanos decidieron que ya era suficiente. La asamblea legislativa de Wyoming, donde el Partido Republicano controla más del 90% de los escaños, aprobó el año pasado una ley que prohíbe a los votantes cambiar de partido en los tres meses anteriores a las primarias de agosto.
El cambio de partido había “socavado la sacralidad del proceso de primarias de Wyoming”, dijo el secretario de gobierno del estado, el republicano Chuck Gray, en una declaración de aprobación de la ley.
Las primarias republicanas y demócratas de Wyoming del martes serán las primeras en la memoria moderna en las que los votantes no podrán cambiar de afiliación partidista en las urnas.
Para los demócratas, habrá pocas opciones. En todo el estado, candidatos desconocidos que han hecho poca campaña no tienen oposición para la nominación demócrata a la Cámara de Representantes y al Senado.
En el condado de Niobrara, ningún demócrata se presenta. No están disputando un escaño en la Cámara de Representantes de Wyoming o un puesto vacante en la comisión del condado, las dos principales contiendas, ni siquiera se postulan para cargos locales del partido.
Sin embargo, la zona tuvo un representante estatal demócrata no hace mucho tiempo: Ross Diercks, a quien reconocen y saludan calurosamente en el Outpost Cafe, un acogedor local de desayunos y almuerzos de Lusk.
Exprofesor de inglés de secundaria, Diercks era republicano antes de decidir que el Partido Republicano no hacía lo suficiente para apoyar la educación pública. Venció a un republicano en 1992 y se lanzó a una carrera de 18 años en la asamblea legislativa.
Conocer personalmente a los votantes y mantenerse al día de los problemas le ayudó a mantenerse en el cargo. Cuando, por ejemplo, obtuvo una calificación insuficiente en un sondeo realizado por la Asociación Nacional del Rifle, se propuso mejorar. En las siguientes elecciones, sacó sobresalientes en la encuesta.
Muchos legisladores republicanos son sus amigos. Cuando uno de ellos murió, cantó en su funeral.
En 2022, Diercks cambió temporalmente de partido para votar en las primarias del Partido Republicano contra Harriet Hageman, que se enfrentaba a la entonces diputada Liz Cheney por el único escaño del estado en la Cámara de Representantes. Es difícil saber cuántos demócratas hicieron lo mismo, pero Diercks no fue el único. Hageman, la hija del legislador por el que cantó en su funeral, ganó la contienda por un amplio margen.
La nueva ley que impide a Diercks y a otros cambiar de registro tan fácilmente le tiene exasperado con el Partido Republicano.
“¿Hasta dónde van a llegar para limitar la capacidad de voto? Si realmente se trata de purificar el partido, desde los votantes hasta los funcionarios electos, muy pronto no va a quedar nadie lo suficientemente puro como para estar en el partido”, comentó Diercks.
El camionero Pat Jordan respalda muchos objetivos de izquierdas, como la atención sanitaria universal, pero dice que sólo se registra como republicano.
“La mejor manera de participar en un cambio significativo es intentar influir en el partido dominante”, dijo Jordan, que vive en el condado de Niobrara. “Necesitamos un gobierno que sirva a la gente, a todos, no sólo a los republicanos y no sólo a los que viven en zonas rurales y no sólo a los que viven en zonas urbanas y no sólo a los demócratas, y definitivamente no sólo a los ricos y adinerados”.
El invierno pasado, decenas de vecinos se reunieron para aplaudir y vitorear cuando un demócrata se marchó de la ciudad. Pero no lo hacían porque Ed Fullmer se fuera para siempre.
Fullmer iba en el autobús que llevaba al equipo de basquetbol masculino del instituto al campeonato estatal. Perdieron, pero Fullmer entrenó a los Tigers hasta conseguir su mejor resultado en una década, 20-8. Explicó que la gente conoce sus opiniones, pero que rara vez las comparte.
Según Fullmer, la gente conoce sus puntos de vista pero rara vez le preguntan sobre política.
“La mayoría de la gente no quiere entrar en ese tipo de discusiones”, dijo. “Te respetan por lo que haces, por cómo trabajas”.
Blackburn, por su parte, tiene la intención de mantener su terreno político, aunque éste se reduzca a su alrededor.
“Soy quien soy y tengo las opiniones que tengo”, afirmó. “Y no me importa si molesta a la gente o no”.
JMRS
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