Internacional - Seguridad y Justicia

Rusia pide a sus ciudadanos más soldados y más bebés

2024-10-07

El miércoles, Putin firmó una ley que crea otro incentivo: las personas acusadas de...

Por Anton Troianovski | NYT

El presidente Vladimir Putin destina cada vez más recursos a dos prioridades conectadas: reclutar más soldados y fomentar las familias numerosas.

Lo que el Kremlin quiere actualmente de los rusos se reduce a dos cosas.

Que los hombres se alisten en el ejército.

Que las mujeres tengan más hijos.

En meses recientes, el gobierno ruso ha duplicado las primas de alistamiento para los soldados contratados y ha inundado la radio, las redes sociales y las calles de las ciudades con anuncios de reclutamiento. Además, una nueva ley permite a los sospechosos de delitos evitar el juicio si se alistan para ir al combate.

Al mismo tiempo, el presidente Vladimir Putin ha decretado que el aumento de la natalidad es una prioridad nacional, un plan que entró en una nueva fase represiva la semana pasada con un proyecto de ley que prohibiría cualquier defensa de un estilo de vida sin hijos.

Aunque las campañas son independientes, en la Rusia de tiempos de guerra son dos caras de la misma moneda: el intento cada vez más agresivo del Kremlin de reclutar a los rusos para que transformen a su país y se impongan sobre Occidente.

A corto plazo, el ejército de Putin necesita más soldados. Actualmente está sufriendo 1000 bajas al día, según estimaciones occidentales, en una guerra de desgaste contra Ucrania que no da señales de acercarse a su fin.

A largo plazo, lo que Putin cree es que Rusia necesita más gente; para reforzar una economía cada vez más aislada de Occidente, para reducir la dependencia del país de la migración y, por supuesto, para que haya personas que reclutar en futuras guerras.

“El cuerpo se está convirtiendo en un bien público” en Rusia, afirmó Andrey Makarychev, profesor de la Universidad de Tartu en Estonia, quien estudia la relación entre el Estado y el cuerpo de las personas. “El cuerpo de una mujer es productor de hijos, y el de un hombre es la capacidad de apretar el gatillo y, al final, matar”.

El mes pasado, Putin ordenó agregar 180,000 miembros nuevos a las filas del ejército ruso para alcanzar los 1,5 millones, cifra que lo convertiría en el segundo más grande del mundo, después del de China. El Kremlin relacionó el aumento con el “número de amenazas que existen para nuestro país”.

Sin embargo, los analistas afirman que un ejército de 1,5 millones no es una meta realista, en gran medida debido a la disminución de la población rusa. Dara Massicot, experta sobre el ejército ruso de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, sostiene que el reto de Rusia no será solo reclutar nuevos soldados, sino también contar con una fuerza laboral suficientemente grande como para producir las armas y el equipo que un ejército así de grande necesitaría.

Putin tiene muy presente este asunto. En una conferencia celebrada el mes pasado en la ciudad de Vladivostok, en la costa del Pacífico, Putin elogió a “nuestros hombres” por, aseguró, estarse alistando en el ejército en cantidades “exponencialmente” mayores. Sin embargo, en lo que respecta a la natalidad, el dirigente ruso consideró que había margen de mejora.

“Es necesario cuidar a la población, aumentar la tasa de fertilidad”, dijo, “poner de moda tener muchos hijos, como ocurría en Rusia en el pasado: siete, nueve, diez personas en las familias”.

Economistas y demógrafos llevan mucho tiempo señalando que la disminución de la población rusa es un reto importante. En gran medida, es un legado del desplome de la natalidad en medio del caos y la pobreza que acompañaron a la caída de la Unión Soviética; una generación después, hay muchas menos mujeres en edad de procrear.

Putin lleva mucho tiempo hablando de la necesidad de abordar el problema, pero tras su invasión a Ucrania, y especialmente en el último año, la cuestión parece haberse convertido en una fijación para él.

En un encuentro televisado, le reprochó al gobernador de Volgogrado, en el suroeste del país, que la fertilidad allí “ha disminuido el doble que la media nacional”.

“El doble es demasiado”, dijo Putin.

“Estamos trabajando en esta tarea, Vladimir Vladimirovich”, respondió el gobernador, Andrei Bocharov, refiriéndose al presidente por su patronímico.

En mayo, Putin declaró que uno de los objetivos clave del gobierno era el aumento de la tasa total de fecundidad de Rusia —una medida del número de hijos que se espera que una mujer promedio tenga a lo largo de su vida—, estableciendo como metas 1,6 en 2030 y 1,8 en 2036. El año pasado la tasa fue de 1,41 en Rusia, frente al 1,62 de Estados Unidos.

El número declarado de niños nacidos en Rusia en el primer semestre de este año, 599.630, fue el más bajo en un cuarto de siglo; en total, incluida la Crimea ocupada, la población ha disminuido en 1,8 millones desde 2020, hasta 146,1 millones.

Al igual que ha hecho con el reclutamiento militar, el Kremlin está recurriendo a las recompensas económicas para incentivar los nacimientos. Las mujeres rusas que tienen su primer hijo reciben un pago único de 6700 dólares. El lunes, cuando el gobierno ruso anunció su presupuesto para los próximos tres años, mencionó un gasto previsto de más de 60,000 millones de dólares para ayudar a las mujeres embarazadas y a las familias con hijos.

Las medidas gubernamentales para aumentar la población no son algo inusual en un mundo en el que muchos países luchan contra el descenso de la natalidad. La tasa de fertilidad de Rusia está a la par con la de países europeos como Portugal y Grecia.

Sin embargo, los funcionarios rusos están mezclando cada vez más esos esfuerzos con su conflicto con Occidente y su imagen de Rusia como bastión conservador. Algunos han pedido una “operación demográfica especial” para aumentar los nacimientos, término que hace eco del eufemismo usado por el Kremlin para hablar de su invasión de Ucrania, la “operación militar especial”.

Valentina Matviyenko, presidenta de la Cámara Alta del Parlamento y quizá la mujer más poderosa de la clase dirigente rusa, conformada casi en su totalidad por hombres, dijo que el feminismo occidental se había convertido en “un movimiento contra los hombres, contra los valores tradicionales”.

La semana pasada, los legisladores presentaron un proyecto de ley que “prohibiría la propaganda del rechazo consciente a tener hijos”, con multas de hasta 50,000 dólares. Abogados advirtieron que el proyecto de ley era tan ambiguo que hasta una publicación sobre la depresión posparto en redes sociales podría llegar a ser ilegal. Sin embargo, el Kremlin dio su aprobación.

“Una familia unida y numerosa es la base de un Estado fuerte”, escribió Viacheslav Volodin, jefe de la Cámara Baja del Parlamento, a través de la aplicación de mensajería Telegram.

La importancia del tamaño de la población para la geopolítica de Putin ha quedado patente en su guerra contra Ucrania, que tiene tres veces menos habitantes que Rusia. Los analistas creen que Rusia ha conseguido en gran medida compensar sus muertos y heridos —que los funcionarios occidentales estiman en cientos de miles— con nuevos reclutas, mientras reducen las fuerzas de Ucrania aprovechando sus números superiores.

A pesar de que los voluntarios con mejor disposición ya se fueron a la guerra, el Kremlin aún parece decidido a evitar una movilización forzada de civiles como la que provocó un éxodo de jóvenes en el otoño de 2022.

En julio, Putin firmó un decreto que duplicaba las primas de alistamiento a más de 4500 dólares, casi la mitad del salario medio anual de los rusos. La ciudad de Moscú, donde la campaña de reclutamiento se silenció durante mucho tiempo para proteger a la clase media de la ciudad de los sacrificios de la guerra, introdujo su propia bonificación de más de 20,000 dólares adicionales.

Ya han aparecido puestos de reclutamiento en el metro de Moscú, según los moscovitas y las publicaciones en las redes sociales de la ciudad. Los anuncios promocionan exenciones fiscales, subvenciones para matrículas universitarias y descuentos en el pago de servicios públicos para los soldados contratados.

El miércoles, Putin firmó una ley que crea otro incentivo: las personas acusadas de un delito podrán evitar el juicio y una posible condena si se alistan para el servicio militar.

Massicot, la analista militar, dijo que a pesar de todos los problemas demográficos de Rusia, debido al tamaño del país “están en una mejor situación que los ucranianos en este momento” en lo que respecta a dotar las líneas del frente de personal.

Por el momento, parece que la prioridad del gobierno a la hora de reclutar a rusos para los objetivos de Putin es conseguir más soldados. Mujeres de todo el país dijeron en entrevistas y mensajes de texto que últimamente habían visto más anuncios y puestos de reclutamiento para el ejército, pero tenían dudas ante el hecho de que el Estado quisiera familias más numerosas.

Los funcionarios de Moscú están “en su propio universo, pensando que las familias tradicionales son como duendes o algo así”, dijo Arina, de 33 años, quien acaba de tener su segundo hijo en la región meridional de Osetia del Norte. Proporcionando solo su nombre de pila por miedo a represalias, añadió: “Nosotros —las familias tradicionales normales— simplemente vivimos en una realidad diferente”.

Milana Mazaeva, Oleg Matsnev y Ivan Nechepurenko colaboraron con reportería.



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