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Cómo los pronosticadores electorales se convirtieron en “profetas” políticos en Estados Unidos
WASHINGTON (AP) — Antes de que existiera el modelo del blog de encuestas FiveThirtyEight, o la aguja electoral que el New York Times activa la noche de las elecciones, o el método de las 13 claves que revelan “cómo funcionan realmente las elecciones presidenciales”, hubo un economista llamado Louis Bean.
Bean alcanzó una suerte de fama política por un libro que escribió en 1948 en el que planteaba, en contra de la creencia general, que el presidente demócrata Harry Truman era el favorito para ganar las elecciones, y no el republicano Thomas Dewey, gobernador de Nueva York.
“Es aquí, presumiblemente, donde se caen los expertos, donde entran las hojas de té y la intuición”, decía una reseña del Times sobre el libro de Bean, “How to Predict Elections”. “La escuela intuitiva ya le ha reconocido una victoria aplastante al gobernador Dewey”.
Truman ganó.
Cuando Bean predijo que el senador Robert A. Taft, republicano por Ohio, perdería la reelección en 1950, The Washington Post publicó el titular: “Profeta político ve a Taft derrotado”.
Hoy día, hay más de estos “profetas” que nunca antes.
No es de extrañar que, dado lo que está en juego, la gente busque certeza antes de las elecciones. Una encuesta reciente de AP-NORC Center for Public Affairs Research reveló que aproximadamente 7 de cada 10 estadounidenses creen que el futuro de la democracia está en juego en las elecciones presidenciales de este año, y otra reveló que aproximadamente 6 de cada 10 estadounidenses se describen a sí mismos como “temerosos” ante la posibilidad de que gane la demócrata Kamala Harris, el republicano Donald Trump, o ambos.
Sin embargo, a menudo los propios pronosticadores son los primeros en rechazar la afirmación de que pueden decir lo que va a ocurrir.
“Creo que la gente busca oráculos”, observó Nate Silver, fundador de FiveThirtyEight y autor de Silver Bulletin, una nueva página web que analiza las elecciones. “Buscan personas que parezcan tener una fórmula mágica o una comprensión casi mística de las elecciones y las tendencias”.
Charlie Cook, fundador del Cook Political Report, dijo que se estremece “ante el término “predicción” porque implica decir: “Creo que fulano ganará”. Pero, añadió Cook, “en elecciones reñidas, ¿cómo puede alguien decir eso sin saber con precisión lo que ocurrirá de aquí a que se emita el último voto?”.
La mayoría de la gente, indicó Cook, “no entiende realmente las probabilidades, quieren que sea definitivo, o fulano o mengano, sin titubeos, sin calificativos, sin condiciones, sin matices” y “quieren que digamos algo que no se puede saber”.
En una columna reciente, la editora y redactora en jefe del Cook Report, Amy Walter, lanzó una “súplica” para que “dejemos por un día de atar nuestras esperanzas, sueños y temores a una encuesta o a un modelo de encuesta”.
“Tómense un respiro y acepten el hecho de que estas elecciones se ganarán por pequeños márgenes”, dijo Walter en una entrevista.
Incluso Bean, cuyas predicciones electorales ocuparon los titulares durante décadas, advirtió que no había que leer su análisis como un evangelio. Un año antes de las elecciones de 1968, predijo, con una advertencia, que el presidente demócrata Lyndon Johnson derrotaría al republicano Richard Nixon: “Si ganan los republicanos, hay que olvidarlo y decir que fue un análisis inicial bueno y tentativo”.
Johnson terminó renunciando y su vicepresidente, Humbert Humphrey, fue el candidato del partido. Nixon ganó.
Análisis matizado contra titulares rápidos
Antes de las elecciones legislativas de 2022, apareció en New York Magazine una entrevista a David Wasserman con el titular “Un huracán de categoría 2 o 3 se dirige hacia los demócratas”. La cita no era errónea. Simplemente no estaba completa.
“Hoy, estamos en algún lugar entre un año atípico, con una ola mínima, y unas elecciones de mitad de mandato clásicas, en las que a los republicanos les va bastante bien”, dijo entonces Wasserman. “Creo que éste es probablemente un huracán de categoría 2 o 3 que se dirige hacia los demócratas, pero no de categoría 4 o 5”.
Wasserman, editor sénior y analista de elecciones en Cook Report, dijo que estaba tratando de transmitir que, a pesar de la creencia general, una ola republicana masiva no era inminente en absoluto. Pero no fue así como muchos lectores interpretaron el titular. Los republicanos acabaron obteniendo ganancias modestas.
“Tengo que ser muy cuidadoso a la hora de comunicar nuestros análisis electorales porque son muy propensos a malas interpretaciones”, explicó Wasserman.
Antes de que internet cobrara auge, analistas como Cook y Stu Rothenberg ofrecían sus análisis en boletines informativos. Parte de ellos consistía en clasificar las contiendas individuales en una escala que iba de “seguras” a “a cara o cruz”. Estas designaciones se basan en una combinación de acceso a los datos de las encuestas, reportes desde los estados más disputados, evaluaciones personales de los candidatos y otros factores que han hecho de Cook y Rothenberg unos de los principales expertos en elecciones.
Las clasificaciones, sin embargo, son sólo una pequeña parte del análisis que ofrecen estos medios.
Rothenberg, fundador del Rothenberg Political Report, planteó su boletín como un medio para contar a los suscriptores lo que había observado y analizado en el mundo de las elecciones, comunicándose directamente con los lectores que le conocían y confiaban en él.
A veces, los medios de comunicación consideraban sus clasificaciones como noticias, más que como el análisis de un experto.
“Era como si bajara del Monte Sinaí con la verdad”, recordó Rothenberg.
El auge actual de los pronósticos electorales se basa en modelos que utilizan una combinación de factores —encuestas, datos demográficos, resultados históricos, entre otros— para cifrar la probabilidad de que una contienda termine de una manera u otra. Eso puede hacer que parezca que los pronósticos son mediciones objetivas, cuando en realidad se basan en muchas decisiones subjetivas, indicó Natalie Jackson, encuestadora de larga trayectoria que ahora es vicepresidenta de la empresa demócrata de sondeos GQR.
“Se les considera mucho más precisos de lo que realmente son”, añadió Jackson.
Nathan Gonzales, que dirige Inside Elections, califica el proceso de clasificar las contiendas en una categoría para denotar la competitividad como “una combinación de arte y ciencia”.
Aceptar lo incierto
Paradójicamente, aunque los analistas más prestigiosos instan a la prudencia, son los que presentan sus predicciones con mayor confianza los que suelen recibir más atención.
La era digital ha hecho que la gente se sienta aún más incómoda con la incertidumbre.
“Hay información, y mucha, y hay una industria que crea constantemente más información, y eso nos hace pensar que debemos tenerlo todo al alcance de la mano, incluidos los futuros resultados electorales”, señaló Jackson.
“Todos compiten por llamar la atención, y también hay algunos incentivos perversos”, indicó Wasserman. “Si tu modelo muestra una gran probabilidad a favor de un bando, obtendrás más ‘me gusta’ y ‘retweets’ en ese bando. Muchos de los enfoques más matizados y reflexivos quedan ahogados”.
Esa necesidad de certeza puede ser también una de las razones de que el campo de los pronosticadores electorales esté dominado por los hombres, a pesar del gran número de mujeres que trabajan en las encuestas y el periodismo político.
No existe una única razón que explique por completo la disparidad de género, aunque Silver cree que “los hombres tienen licencia para ser más agresivos” y que el sexismo probablemente influye a la hora de decidir a quién se toma en serio.
Los estudios también indican que las mujeres son más prudentes en entornos profesionales, señaló Jackson. Se trata de una cualidad que puede ser fundamental para transmitir la incertidumbre de las predicciones electorales, pero que no necesariamente se ve recompensada en las redes sociales o en los titulares.
“A la gente no le gusta la incertidumbre”, explicó Jackson. “Les gusta la persona que les dice lo que está pasando”.
Esa tendencia humana es especialmente problemática en el negocio de los pronósticos electorales. De hecho, Silver describe sus pronósticos como “modelos de incertidumbre”.
“Una predicción definitiva”, dijo Silver, “suele ser señal de que alguien es un charlatán”.
aranza
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