Nacional - Seguridad y Justicia
La detención de un jefe de policía por el asesinato del alcalde de Chilpancingo: nuevo capítulo de la colusión entre crimen y autoridades en México
Por Pablo Ferri | El país
La sorpresiva detención este martes de Germán Reyes, jefe provisional de la policía de Chilpancingo, por su presunta participación en el asesinato del alcalde de la ciudad, Alejandro Arcos, a principios de octubre, ha dejado atónito a México entero, un país acostumbrado a las sorpresas desagradables. A la espera de que el juez determine si procesa o no al detenido, la captura de Reyes desempolva una vieja sospecha tantas veces probada en el país: la colusión entre autoridades y criminales. Además de dirigir la policía de la ciudad, Reyes había estado al frente, al menos hasta mediados del año pasado, de la unidad Especializada en Investigación de Delitos Graves de la Fiscalía de Guerrero.
Opacado por los diferentes incendios que asolan a México, el asesinato del alcalde Arcos parece parte del pasado lejano, pero tiene apenas un mes. Desde entonces ha habido masacres en Guerrero, Sinaloa, Querétaro, ataques en bares y mercados, bloqueos viales organizados por criminales, negocios quemados, y una sensación de que las autoridades no llegan, de que el nuevo Gobierno, que cumple 40 días al mando, tiene una tarea titánica por delante si quiere cambiar radicalmente la situación. México va camino de terminar el año con más de 30,000 asesinatos, el octavo ejercicio en que esto ocurre de manera consecutiva.
Reyes ha sido el primer detenido por el caso de Alejandro Arcos. El alcalde, que había llegado al poder con el apoyo de PRI, PAN y PRD, apenas llevaba unos días en el cargo cuando lo mataron. No fue solo el asesinato lo que puso los ojos del país en su caso, fueron las formas. Los sicarios que acabaron con su vida le cortaron la cabeza y la dejaron en el techo de su camioneta, un mensaje de brutalidad, una forma de meter miedo. El secretario de Seguridad federal, Omar García Harfuch, apuntó poco después al grupo criminal Los Ardillos. El día en que lo mataron, dijo, Arcos había acudido a una reunión en la zona de influencia de este grupo criminal, sin escoltas.
Desde principios de octubre, apenas se tenía noticia del caso de Arcos. El secuestro de 17 comerciantes en Chilapa, atribuido igualmente a este grupo criminal, había tomado la delantera. La posterior aparición de los cuerpos de 11, masacrados, en una camioneta en la capital, alimentó la desesperanza y mandó al baúl de los casos viejos el asesinato del alcalde. La gran cantidad de ataques impunes contra altos funcionarios y personalidades públicas en el Estado, caso del delegado local de la Fiscalía federal, Fernando García, y del fiscal regional Víctor Salas, en septiembre de 2023, o del viejo líder autodefensa, Bruno Plácido, un mes más tarde, daban una idea de lo que esperaba al caso del alcalde.
La sorpresa, por tanto, ha sido doble este martes. Primero, por la detención de un sospechoso. Y segundo, por los cargos que ha ocupado estos años. No está claro cómo ni cuándo llegó Reyes a la policía municipal de Chilpancingo. El que iba a ser jefe de policía de Arcos, el militar Ulises Hernández, fue asesinado poco antes que el alcalde, a finales de septiembre. Reyes, exmilitar también, habría llegado a la órbita de Arcos justo entonces. En mensajes que han circulado este martes por la tarde en chats de reporteros de Chilpancingo, el mismo Reyes habría señalado su inocencia y habría denunciado que quieren hacer de él “un chivo expiatorio”.
De momento, la Fiscalía de Guerrero no ha informado de los cargos que le atribuyen a Reyes en el asesinato de Arcos, si fue el asesino material o parte del grupo de asesinos, si ayudó a planearlo o ejecutarlo... Tampoco se sabe si Reyes tiene algún tipo de relación con Los Ardillos, y con su líder Celso Ortega. La audiencia inicial del proceso en su contra tenía lugar la tarde del martes en Chilpancingo. El juez debía determinar si procesaba o no al acusado, situación que podría demorar varios días.
Es imposible leer sobre la detención de Reyes y no recordar el caso Ayotzinapa, un altar a la corrupción, un homenaje a la colaboración entre crimen y Estado. El trabajo conjunto de criminales y civiles provocaron entonces, hace ya diez años, la desaparición de 43 estudiantes y el asesinato de seis personas en Iguala, una hora y pico al norte de Chilpancingo. Pero Ayotzinapa es solo el caso más sonado, el que mejor y más detalladamente ha cubierto la prensa. Su magnitud a veces opaca otros casos que implican muertes, desapariciones y nuevas colaboraciones entre delincuentes, policías y políticos. Sin ir más lejos, la Fiscalía de Guerrero ha detenido a más de una decena de policías de Taxco, entre agosto y septiembre, por asesinato o desaparición forzada.
aranza
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