Internacional - Seguridad y Justicia

Muchos problemas y pocas soluciones. Qué está pasando en Haití

2024-11-18

“Hemos perdido mucho tiempo, dinero y energía que podríamos haber invertido en...

Frances Robles / NYT

La búsqueda de una solución a la crisis se hace más urgente a medida que las pandillas ganan territorio y miles de personas más huyen de sus hogares.

Haití, un país sacudido por la crueldad de las pandillas y plagada de luchas políticas internas, ha tenido —en lo que va de año— tres primeros ministros, ha visto morir al menos a 4000 personas y ha sufrido una brutalidad de los grupos armados tan intensa que obligó a cerrar dos veces su aeropuerto internacional.

Pero a pesar de los 600 millones de dólares gastados por Washington en una fuerza policial internacional para restablecer el orden, una explosión de violencia la semana pasada puso de relieve la enormidad de una crisis tan grave que la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos ha prohibido a los aviones estadounidenses volar por debajo de los 3048 metros en el espacio aéreo haitiano para evitar que las pandillas les disparen.

Con otro primer ministro interino en el cargo, pero con las pandillas ganando territorio cada día, los haitianos están desesperados por encontrar ayuda. Los esfuerzos para estabilizar Haití están fracasando, y el país presenta un desafío peligroso y desastroso mientras el presidente electo Donald Trump se prepara para asumir el cargo.

Pocos parecen tener respuestas.

“Estoy completamente perdida”, dijo Susan Page, profesora de Derecho en la Universidad de Michigan y exfuncionaria de las Naciones Unidas en Haití. “Todo el mundo está como estupefacto”.

¿Qué está pasando?

Haití ha vivido una larga crisis durante unos 15 años, un periodo marcado por un terremoto devastador, el despilfarro de los dólares de la ayuda, intervenciones internacionales deslucidas y elecciones presidenciales viciadas.

En 2021, el presidente, Jovenel Moïse, fue asesinado en su casa. Estados Unidos intervino en la decisión de quién sería el próximo primer ministro, pero muchos haitianos se opusieron a su elección, Ariel Henry. Durante sus tres años de mandato, aumentaron los asesinatos y secuestros a manos de pandillas bien armadas.

Estados Unidos tenía pocas ganas de enviar sus propios soldados para enfrentarse a los grupos criminales. En su lugar, el gobierno de Joe Biden diseñó un plan para enviar una misión internacional compuesta en su mayor parte por agentes de policía kenianos para ayudar a la policía local.

En febrero, mientras Henry se encontraba en Kenia ultimando los detalles del plan, pandillas rivales de Haití se unieron, desataron el terror y le obligaron a abandonar el país.

Durante meses se cerró el aeropuerto principal, se incendiaron barrios y murieron civiles. Para llenar el vacío de poder, Estados Unidos y los países del Caribe ayudaron a Haití a urdir un plan para que un consejo presidencial de transición de nueve miembros gobernara el país.

Un antiguo funcionario de la ONU, Garry Conille, fue nombrado primer ministro interino. Los kenianos llegaron en junio y las pandillas parecieron, al menos brevemente, replegarse.

¿Qué ocurre ahora?

El consejo presidencial anunció la semana pasada que había despedido a Conille y lo había sustituido.

En un aparente esfuerzo por sembrar el caos y demostrar que siguen ejerciendo un poder considerable, los líderes de las pandillas intensificaron sus ataques. El pasado lunes dispararon contra al menos tres aviones estadounidenses y tomaron más barrios de Puerto Príncipe, la capital.

Videos difundidos en las redes sociales mostraban a personas corriendo por las calles, muchas de ellas cargando niños y maletas.

Una situación ya de por sí sombría podría empeorar. Tradicionalmente, las pandillas se han mantenido alejadas de los barrios de clase alta, donde viven haitianos ricos, diplomáticos y trabajadores de ayuda humanitaria internacional. Pero los expertos temen que eso cambie pronto, dejando toda la capital en manos de grupos armados que algunos llaman ahora “paramilitares”.

Entonces, ¿ahora qué?

La misión dirigida por Kenia que el gobierno de Biden creó y financió se considera en general una decepción. Pocos otros países aportaron dinero, dejando a la fuerza con menos de 400 policías, mucho menos de los 2500 previstos inicialmente.

Trump ha hecho comentarios despectivos sobre Haití, y mucha gente cree que obligará a los kenianos a marcharse en cuanto asuma el cargo. (Su equipo no respondió a una petición de comentarios).

El gobierno de Biden está presionando mucho para que la misión policial de Kenia —conocida como Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, o MSS— se convierta en una fuerza oficial de mantenimiento de la paz de la ONU. Esto solucionaría varios problemas: la falta de personal, equipamiento y dinero. Una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU obligaría a los países miembros a contribuir económicamente y a proporcionar soldados, lo que quitaría a Washington la carga de encontrar dinero y oficiales.

Aunque la última fuerza de paz de la ONU llevó el cólera al país y se vio envuelta en escándalos de abusos sexuales, la situación actual es tan desesperada que la medida sería bien acogida.

Pero China y Rusia, que tienen poder de veto, han dejado claro que no les interesa tal medida. Se espera que el Consejo de Seguridad de la ONU debata esta semana el envío de un equipo de evaluación a Haití para explorar la idea, dijo un alto funcionario estadounidense que no estaba autorizado a hablar públicamente sobre la política hacia Haití.

La esperanza es que los dos países se abstengan en lugar de vetar la propuesta, según varios funcionarios familiarizados con las conversaciones.

Aun así, incluso si se aprobara una misión de mantenimiento de la paz de la ONU, su creación llevaría meses, dijo el funcionario estadounidense.

Se espera que la actual fuerza multinacional aumente a 1000 oficiales a finales de año con la incorporación del apoyo aéreo de El Salvador y el apoyo marítimo de Bahamas, dijo el funcionario. Haití también recibirá pronto unos 20 vehículos blindados más.

La misión se vio obstaculizada porque los países del Caribe y América Latina con un interés directo en evitar una migración masiva fuera de Haití no proporcionaron la ayuda que deberían haber proporcionado, dijo el funcionario.

El presidente Biden habló sobre una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU con el presidente de China, Xi Jinping, durante su reunión en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico celebrado en Perú el sábado, pero el líder chino no cambió de opinión, según el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan.

Si el Consejo de Seguridad de la ONU rechaza la medida, otra opción sería reforzar la misión multinacional. Pero el Congreso se ha opuesto a destinar más dinero a Haití.

Al presionarlo para que contestara si la estrategia del gobierno de Biden estaba fracasando, un segundo alto funcionario estadounidense dijo que el gobierno había hecho lo que había podido con los limitados recursos que el Congreso puso a su disposición. Añadió que los legisladores no estaban tratando la crisis de Haití con la misma urgencia que otras emergencias en todo el mundo, como Ucrania o Medio Oriente.

El funcionario, quien habló bajo condición de anonimato para discutir planes diplomáticos, sostuvo que Estados Unidos ha evitado que el gobierno haitiano se derrumbe.

¿Será necesario negociar con las pandillas?

Vanda Felbab-Brown, experta en grupos armados no estatales de la Brookings Institution, dijo que si la crisis persiste, es probable que obligue al gobierno haitiano a hacer un movimiento desagradable, pero quizás necesario.

“Si la desesperación alcanza proporciones épicas, creo que un escenario más probable es ver al sistema político” negociar con las pandillas, dijo, añadiendo que eso “le daría más poder a las pandillas del que ya tienen”.

Es más fácil decirlo que hacerlo. En Puerto Príncipe operan hasta 20 pandillas diferentes, y muchas de ellas han cometido crímenes horribles. Aunque los líderes de las pandillas hablan abiertamente de querer un “asiento en la mesa”, no han ofrecido deponer las armas, y el gobierno haitiano está decidido a no negociar desde una posición de debilidad, dijeron varios expertos.

Nadie está debatiendo seriamente una amnistía para los líderes de las pandillas que han cometido múltiples homicidios. Pero dado que se calcula que las pandillas cuentan con unos 12,000 miembros —la mitad de ellos menores de edad—, en algún momento habrá que entablar conversaciones serias para averiguar cómo desarmarlos, desmovilizarlos y reintegrarlos en la sociedad, dijo el primer funcionario estadounidense.

Muchos miembros de las pandillas son adolescentes extremadamente pobres que carecen de oportunidades laborales. Los analistas coinciden en que Haití necesita poner en marcha importantes programas de formación laboral y educativa para atraer a los niños de las garras de los grupos armados que pagan un salario regular.

Es poco probable que comiencen las conversaciones hasta que el MSS y la Policía Nacional de Haití consigan capturar o matar a los principales líderes, un objetivo que todavía no han logrado.

Frenar el flujo de armas

Varios expertos en Haití subrayaron que Estados Unidos debe hacer más para poner fin al flujo de armas desde sus costas hacia Haití. Independientemente de que la solución sea un embargo total de armas o sanciones más duras contra las personas conocidas por financiar y controlar las pandillas, los expertos coincidieron en que la crisis no terminará hasta que las armas de gran potencia estén fuera de las calles.

“Esto es lo que los haitianos han estado diciendo constantemente: ‘Nosotros no producimos armas’”, dijo Nathalie Frédéric Pierre, experta en Haití de la Universidad Howard. “Esto es lo que está asfixiando a nuestra sociedad”.

Varios haitianos entrevistados expresaron su decepción por el hecho de que Estados Unidos hubiera gastado tanto dinero en la fuerza internacional en lugar de gastar más en la Policía Nacional de Haití, que carece de personal suficiente y está mal equipada.

“Hemos perdido mucho tiempo, dinero y energía que podríamos haber invertido en nuestra propia solución haitiana”, dijo Vélina Élysée Charlier, activista de derechos humanos en Puerto Príncipe.

Leslie Voltaire, quien actualmente preside el Consejo Presidencial de Transición —cargo que rota cada pocos meses— dijo que espera ver a la policía lograr algunas victorias contra las pandillas, aunque sea contra las cosas más sencillas de enfrentar.

“Estamos viendo que la comunidad internacional está ayudando, pero de forma muy lenta”, dijo.

Espera ver reforzada la misión de Kenia con un mejor flujo de suministros.

Dijo que está trabajando en un plan de acción para presentarlo a la comunidad internacional que incluye la reforma constitucional y la planificación de las elecciones presidenciales del próximo noviembre.

“Esta es nuestra hoja de ruta, pero está muy llena de baches”, dijo.

No sabe si Trump pondrá fin a la misión liderada por Kenia.

“Le envié un tuit felicitándolo”, dijo Voltaire. “Sé que le encantan los tuits”.

No ha recibido respuesta.

Zolan Kanno-Youngs, David C. Adams y André Paultre colaboraron con la reportería.



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